1. Oportunidad

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Los lunes son por excelencia los días favoritos para flojear según Aomine Daiki. Prefería estar recostado en el suelo de la azotea con sus manos detrás de su cabeza sirviéndole de almohada que entrar a la aburrida e innecesaria clase de álgebra. Él sería un famoso jugador de baloncesto, ¿Para qué quería saber hacer sistemas de ecuaciones o programación lineal? Además, ese lunes en particular tenía algo mejor en que pensar.

—Tetsu.

Cerró sus ojos. El día anterior festejaron el cumpleaños del, ahora, famoso jugador fantasma; el equipo de Seirin organizó una pequeña fiesta y la generación de los milagros volvió a jugar junta. No quiso admitirlo delante de todos, pero disfrutó la reunión y de ver tan contento a Kuroko. Su ritmo cardiaco aumentó sólo de recordar el instante en que volvieron a chocar, jubilosos, sus puños de haber conseguido una anotación. ¿Por qué? ¿A pesar de todo lo pasado seguía queriendo a Kuroko Tetsuya más allá de la amistad?

Sus pensamientos fueron abruptamente interrumpidos cuando un pesado objeto golpeó su rostro. Se levantó de inmediato abriendo sus ojos, un libro, con el cual seguramente lo golpeó, cayó sobre su regazo y escuchó la voz de la causante.

—¡Dai-chan! Se supone que serías más responsable y ya no perderías el tiempo aquí —reclamó colocándose frente al moreno con las manos en la cintura.

—Yo me refería al baloncesto. Los estudios son un tema completamente diferente —tomó entre sus manos el libro y leyó la portada—. ¿Para qué necesitas "Las mil y un maneras de preparar chocolate para tu persona especial", Satsuki?

El rostro de Momoi Satsuki se tornó rápidamente de un color carmesí, le arrebató el libro y se dio media vuelta antes de responder.

—Para San Valentín, es obvio.

— ¿Esa festividad llena de cursilerías?

—No es una cursilería, es un día ideal para demostrarle a tus amistades cuánto los aprecias, y una oportunidad para hacerle saber a "esa" persona tus sentimientos —volvió a darle la cara a su amigo de la infancia, ya más serena. Sus labios se tornaron en una divertida sonrisa—. ¿Dai-chan, no tienes a alguien que te guste? Podrías hacerle un chocolate.

—Como si perdiera mi tiempo en esas tonterías —sin decir más volvió a la posición que tenía antes de la interrupción de su amiga para contemplar el cielo.

Satsuki suspiró resignada, a pesar de conocerlo desde pequeños, a veces tratar con su forma de ser podía resultar un poco complicado. Por ahora lo dejaría solo, ella debía darse prisa en regresar al salón antes de que empezara su siguiente clase.

Cuando dejó de escuchar los pasos de Momoi estiró su brazo derecho con la mano extendida en dirección al despejado cielo y posó su mirada en ella.

—San Valentín, ¿eh?—pensó en su época en Teiko, cada catorce de febrero recibía un considerable número de chocolates, en su mayoría anónimos. Jamás dio mucha importancia a ello debido a que los demás miembros del club pasaban por la misma situación, o casi todos. Si su memoria no fallaba, Kuroko sólo recibía la malteada de vainilla que Satsuki dejaba en su casillero. Cerró la palma de su mano en un puño. La idea de ser la persona que regale a Tetsuya su primer chocolate y confesión de amor en San Valentín no sonaba nada mal—. Me pregunto si a Tetsu le gusta el chocolate.

Déjame ser tu San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora