Capítulo II -Conocerte!

128 3 0
                                    

Nuria, Antonia y Amynda fueron en busca de un vestido para la fiesta que se ofrecería para darle la bienvenida al señor Agamenón.

Agamenón era un hombre de pelo claro, doctor, heredero de dos grandes fortunas, con ojos claros, dulce y caballeroso.

El prometido de Amynda lo primero que hiso al llegar a Andalucía lo primero que hiso fue conocer a Amynda desde lejos, puesto que le habían hablado de su belleza, inteligencia y astucia.

Al verla este quedó loco por sus belleza, la miro desde la distancia, quedando flechado por ella.

Amynda, su madre y su hermana compraron el traje que esta utilizaría en la gala. Nuria y Antonia siguieron hacia la casa, puesto que Amynda se quedaría en la plaza para tomar aire y asimilar que al día siguiente sería formalmente una mujer comprometida y en 7 semanas sería la mujer y esposa de un hombre que conocería en pocas horas.

Pero mientras caminaba distraída alguien chocó de frente con ella. Era un hombre alto, con el pelo largo y recogido, un hombre muy llamativo a los ojos:

-Disculpa!

-Discúlpame tu a mí, es que venía distraída!

-No hay problema!

En ese momento se quedó mirándola fijamente a los ojos, ella lo deslumbró tanto que de su boca solo pudo salir la frase:

-¿Qué hace una mujer tan hermosa caminado sola en una plaza?

-Pensando!

Quisiera dejar de hacerlo, pero no lo consigo!

-Tengo el remedio perfecto!

Él la tomó de las manos y se echó a correr!

-¿A dónde me llevas?

-A olvidar!

Hiso una pausa y luego preguntó:

-¿Hace cuánto no montas caballo?

-Desde pequeña no lo hago. Las mujeres según la ley fueron hechas para estar en la casa!

-Olvidar es borrar las reglas machistas!

Este la ayudó a montarse en una yegua blanca y se subió a un caballo pura sangre!

Ellos galoparon hasta cansarse. Ella por primera vez se sintió libre. Cuando decidieron detenerse:

-Gracias!

-¿Gracias por qué?

-Por ti hoy fui libre!

El rosó su mano por la cara de estay sonrió:

-Eres como una mariposa, que cuando abre sus alas deslumbra a todos!

En ese momento sus miradas chocaron, el intentó acercarse e inclinarse para besarla, pero ella se alejó y dijo:

-Me tengo que ir!

Gracias por el paseo; pero ya es hora de volver a la realidad!

-Espera!

No me has dicho ¿Cuál es tu nombre?!

-Amynda!

Amynda Alcalá Olivares!

Ella salió corriendo, sin esperar que el dijera su nombre.

Al llegar a casa, Adolfo salió enojado a recibirla:

-¿Dónde estabas?

¿Estás son horas de llegar de una señorita?

-Solo estaba pensando, cogiendo aire. Mañana me comprometo con alguien que no conozco, necesitaba asimilarlo!

-Bueno si te sirvió para reaccionar y calmarte, está bien!

Amynda subió a la alcoba, cerró la puerta, corrió y se tiró en la cama a recordar los hermosos ojos de aquel hombre y en ese momento se dio cuenta de no conoció jamás su nombre.

La felicidad que ella sintió fue tal que decidió escribir lo que sintió en la libreta que luego guardo en el cofre, pero su tristeza regresó al empezar a escribir en el libro que al día siguiente día conocería un prometido que no amaba.

Puso el candado al cofre y lo escondió en una abertura secreta que tenía el armario donde guardaba su ropa.


Amynda y el cofre ocultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora