Capítulo 1\4

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El mago de Brooklyn se encontraba paseando de un lado a otro en la sala de estar con nerviosismo. Movía sus manos de un lado a otro y pateaba cualquier objeto que se pusiera a su alcance.

-¡Mierda!- gritó de repente mientras lanzaba contra la pared uno de los jarrones, regalo de su amigo Dean.

Frustrado se llevó las manos a la cabeza y cerro la ventana con un chasquido de dedos. Esa ventana había mostrado demasiado, y el corazón del mago no había podido resistirlo todo al mismo tiempo.

Se sentó con desgana en el sofá y sacó de la nada una cajetilla de tabaco la cual se abrió sola y de ella volando un cigarro se posó en sus labios. Este se encendió sólo y el paquete desapareció.

Hacía años que el brujo no fumaba, por lo menos hacia ciento cincuenta años que este ni se acercaba a los fumadores por renuncia a recaer. Pero esta vez, el estrés había sido superior a sus fuerzas.

Llevó sus dedos índice y corazón al papel con toxinas que tenía entre los labios, sujeto con los dientes y aspiró con fuerza sintiendo como el humo tóxico invadía sus pulmones.

Exhaló con la misma intensidad con la que aspiró y echó la cabeza hacia atrás teniendo una completa vista de su techo.

-Precioso- susurró Magnus en voz baja.

Para la gente normal, ya fueran mundanos, subterráneos o cazadores de sombras, Magnus simplemente estaría mirando el blanco techo con concentración, pero, por el corazón del enamorado mago, la imagen del chico de ojos azules cruzaba su mente en cada momento.

Volvió a dar una calada al cigarro y con sus largos dedos sostuvo el cuerpo del cilindrín evitando que este se moviera hacia dentro o hacia afuera de su boca.

Un extravagante ruido en la puerta de la entrada llamó la atención del mago pero no le dio mayor importancia. Fuera quién fuese, sino quería problemas no tardaría en irse.

La puerta del salón se abrió dejando entre ver dos figuras bañadas por el atardecer que cegaba al mago.

Con una palmada cerró la puerta de un portazo y corto la luz del sol que tanto le molestaba. Sacó el cigarro de su boca y lo apagó en el suelo de un pisotón.

-¿Qué queréis vosotros ahora?

En cualquier otra situación al mago no le habría importado recibir visita, y más si era de Alec, pero, en esos momentos no quería tener que verlo a los ojos y menos, a la persona que se encontraba junto a él.

-Jace Wayland no me agrada tu presencia en mi casa -. El hombre de ojos felinos mostró sus ojos de rasgos gatunos para advertir del peligro al que se enfrentaba el joven cazador de sombras, se cruzó de brazos frente a ambos chicos y los miró con superioridad -. Os agradecería que os marcharais de aquí lo antes posible, no me gustaría tener que echaros por la fuerza- el mago sonrió divertido ante la idea de echar al rubio de su casa por la ventana comprobando si sus habilidades sobre humanas le ayudaban a sobrevivir ante el ataque de él mismo.

-Escucha brujo- dijo despectivo Jace- . Hemos venido a hablar contigo y no nos iremos de aquí hasta que terminemos de hablar.

El chico malo imitó a Magnus cruzándose de brazos frente a este interponiéndose entre el joven Lightwood y el viejo Bane.

-Magnus- llamó con suavidad al mago el cazador de sombras al que tanto amaba-. Tenemos que hablar, todo ha sido un mal entendido. No quiero que las cosas entre nosotros se estropeen.- El chico de ojos azules bajo la mirada al suelo y se puso a juguetear con las manos.

-Define qué clase de relación existe entre tú y yo Alexander.

Un puñal se clavó en el pecho del cazador cuando escuchó la forma en la que el mago decía su nombre, de forma seca y terminante. El chico echaba de menos la forma en la que el Magnus decía su nombre, esa manera tan cariñosa que él tenía de llamarlo, una forma dulce, sencilla y cariñosa; Alec.

Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando llamó de forma tan despectiva a su Lightwood. A él también se le encogía el alma por hacerlo sentir mal, pero ese pequeño dolor no era comparable al que había sentido este al ver como el rubio besaba a su cazador de sombras personal.

-Insisto Magnus - Jace se colocó delante de Alec y con una mano sujeta en el pecho de su parabatai marco su posición de defensa.

No dejaría que nadie hiriera a su hermano, ni siquiera el brujo de Brooklyn.

Magnus frunció el entrecejo y reparó sus brazos para después estirarlos en dirección hacia sus invitados. La mano que apuntaba al rubio fui convertida en un puño mientras que la que estaba tendida hacia el Lightwood mantenía fue posición.

Jace comenzó a sentir como si algo le apretara el pecho y cayó al suelo casi instantáneamente.

-¡Jace!- Alec corrió a socorrer a su mejor amigo y se arrodilló frente a él sosteniéndolo por delante y detrás con los brazos. Lo miró con preocupación.

-No puedo respirar - jadeó entre quejidos el rubio mientras respiraba con dificultad. Jace tomó la mano que Alec había dejado descansada en su pecho y la llevó a su propio rostro-. Tranquilo, no me pasará nada - dijo al ver la cara de preocupación de su parabait.

-¡Magnus!- llamó Alec al mago-. Déjalo tranquilo.

-Porqué debería hacerlo, me divierte -. El chico de ojos azules miro mal al de los ojos de gato -. Además - añadió -. Se supone que es un cazador de sombras debería estar entrenado ya a resistir el dolor.

-Eres un idiota, ¡para ya y hablemos!

Las desesperación en las palabras del Lightwood podía ser captada con suma facilidad.

-Que te jodan brujo- maldijo al viejo antes de caer inconsciente.

-Jace ¡no!- dejó descansar el cuerpo del contrario sobre él, dejando que su cabeza descansase en el hueco de su hombro y cuello. Paseó sus manos por el cuerpo del cazador, ahora inconsciente, buscaba la forma de hacer que este recuperase la consciencia.

Perdió los nervios y dejó el cuerpo de su compañero en el suelo, sacó su el puñal de Jace de su chaqueta y corrió en dirección al mago.

-Alec- susurró el brujo sorprendido al ver como su cazador se disponía a atacarle.

-Perdóname Magnus - dijo Alec cuando ya estaba justo frente a Magnus.

-Perdóname Magnus - dijo Alec cuando ya estaba justo frente a Magnus

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MALEC (FOUR SHOT) + ESPECIALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora