Magnus está celoso de la estrecha relación que mantienen Jace y Alec por lo que decide cortar por lo sano y mostrarle a su amado chico de ojos azules lo que significa ser "el amado de Magnus Bane".
-¿Magnus?- lo llamó el cazador apoyado contra el marco de la puerta.
-Alexander- exclamó con efusividad el mago a la vez que se daba la vuelta con dos cócteles, cada uno en una mano-. Ten-. Le ofreció la copa que Alec aceptó gustoso dedicándole una sonrisa a su... Más que amigo/ más que compañero/ más que todo...
Aún no quedaba bien definida la relación para el chico de ojos azules.
El brujo dio un largo y tendido trago de aquel líquido transparente que traspasó su garganta con dureza y lo hizo poner cara de asco. Una mueca cruzó la cara de Alec en aquel momento; el ver la cara de Magnus con expresiones tan "humanas" como esa.
Alec divertido bebió de la copa sin prestar atención a lo que contenía en su interior. De repente un ataque de tos lo invadió al atragantarse con algo que había flotando en la bebida.
-Mag...nus...me...ahogo...
El cazador apenas podía respirar.
Sin apartar la mirada de su pareja, Magnus se colocó tras de Alec e hizo presión sobre su pecho con ambas manos realizándole la maniobra de Heimlich.
Segundos después algo salió despegado de la boca del cazador.
Exhausto cayó al suelo llevándose consigo a Magnus, que seguía abrazado a su espalda, sosteniéndolo con fuerza.
-Gra..Gracias...
-No tienes que agradecer nada Alexander- besó la nuca del menor con cariño-. Ha sido culpa mía.
Magnus agachó la cabeza y la enterró en el hombro de su novio.
-Pero que...
Alec fijo la mirada en un diminuto objeto que brillaba a medio metro de él. Concentró la vista en el brillo que desprendía y contuvo un gemido de sorpresa.
-Magnus Bane - dijo Alec con voz seria-. Dime ahora mismo que eso que brilla ahí delante no es un anillo y que no he estado a punto de morir porque no encontrabas la manera de pedirme...- se cortó así mismo sonrojado hasta las orejas.
-Vale- se encogió de hombros el brujo-. Si quieres que lo digo, pero vamos te estaría mintiendo en la cara-. Sonrió con burla y Alec se separó de él.
Ambos se sentaron el uno frente al otro sin apartar la mirada. Con un chasquido de dedos el anillo voló a la paloma de la mano de Magnus que observaba divertido a Alec, y como los tonos de rojo de su cara variaban según la intensidad a su forma de mirarlo.
-Alexander Lighwood - empezó el brujo-. Quieres...
-¡Espera!- se tapó la cara con las manos haciéndolo ver adorable.
-Te gustaría.... - siguió provocando el mago.
-¡Cállate!- cerró los ojos y se tapó los oídos.
-Venir a vivir conmigo.
-¡¿Eh?! ¿Que?
-Lo que he dicho- entrecerró los ojos y sonrió ampliamente viendo cada reacción de su novio.
-Pero, el anillo...
-Es la llave de mi casa camuflada-. Alec enarcó una ceja confuso y Magnus negó con la cabeza -. Me pareció romántico, los mundanos tienen como hábito hacer esta clase de cosas con la persona por la que se sienten atraídos.
-Entonces...
-Mírala- le lanzó el anillo que al rozar la piel del cazador cambió de forma a una llave dorada y brillante, demasiado brillante.
-En serio Magnus, purpurina, en serio.
El mago sonrió y se acercó para besar el dorso de la mano de Alec.
-Que esperabas pequeño nefilim.
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