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Luego de un rato, mi cerebro decidió que era momento de moverme para acostarme debajo de las tapas, pero de golpe mi pierna izquierda se acalambró cómo si el diablo se hubiese aferrado a ella. Solté un fuerte grito, y traté de levantarme para lograr remediarla, pero mi espalda no aprobó dicho intento y me lanzó devuelta a la cama, junto con ese demonio de calambre.

"Nota para Trébol"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora