Los pasos resonaban en el pasillo de forma irregular, todo lo que se encontraba a su paso lo iba arrojando al suelo intentando frenar todo lo posible a esos seres, él les decía caminantes ya que siempre estaban deambulando de un lado para otro. Cada vez hacia más ruido, ya le daba igual ser sigiloso, solo quería escapar, escapar de aquel maldito hospital en el que se había internado a buscar medicinas o algún botiquín de primeros auxilios para curarse la herida infectada que tenía en la pierna y que no paraba de sangrar.Cada vez se escuchaba más cerca los gemidos y aullidos de los caminantes a la vez que se oía un gran alboroto al ir tropezando con las sillas, mesas y demás aparatos que iba interponiendo en el camino de la horda. El pasillo no parecía terminar, por las ventanas solo entraba un haz de luz cada vez que un rayo surcaba el cielo, el sonido de los truenos le hacía dar un respingo de forma involuntaria y el repiquetear de las gotas de agua que golpeaban fuertemente los cristales le estaba empezando a jugar una mala pasada mentalmente y poco a poco la idea de que no lo lograría se iba haciendo más y más fuerte en su cabeza.Llegó al final del pasillo y este le obligaba a girar a la derecha, parecía que le clavaban un cuchillo cada vez que la apoyaba "¿Quién me mandaría haber ayudado a aquel jodido perro?", pensaba cada vez que sentía el agudo dolor. Seguía avanzando y fue a abrir una puerta contraincendios, pero esta no se abrió y del impacto cayó hacia atrás-¡¡JODER!!-gritó con fuerzaSe temía lo peor, un grupo bastante numeroso ya había doblado la esquina y se lanzaban como un toro bravo hacia un capote rojo, se quedó en blanco, paralizado por un momento, cuando se estaba incorporando un caminante salió de una puerta entrecerrada de un lado y se abalanzó sobre el intentando arrancarle un trozo de carne, consiguió esquivarlo por muy poco, se le acababan las opciones estaba atrapado, sin fuerzas y sin armas para intentar matar a aquel zombi.Otro rayo cruzó el cielo y un destello de luz entró por la ventana haciendo la figura del monstruo más terrorífica aún y entonces lo vio claro, tenía prácticamente encima al grupo del que estaba huyendo, dio un par de pasos hacia atrás para coger impulso y se lanzó con todas sus fuerzas sobre el zombi que estaba justo delante de la ventana, el cuerpo muerto le sirvió de escudo para romper el cristal de la ventana y caer al vacío desde el segundo piso. La caída le pareció corta ya que aterrizó sobre una superficie que resonó con un ruido metálico y los sesos del zombi se esparramaron formando una gran mancha alrededor, rodó para un lado para dejar de estar encima del zombi y quedarse boca arriba dejando que la lluvia le mojara la cara por unos instantes mientras recobraba el aliento y se orientaba para saber dónde se encontraba.Había caído encima del techo metálico de la parte de urgencias, se incorporó lentamente y empezó a buscar una forma de bajar al suelo, por suerte una ambulancia estaba debajo aparcada junto con muchos vehículos que, en los primeros días de infección, cuando empezaba a cundir el caos todo el mundo acudía al hospital para intentar buscar ayuda, pero lamentablemente ya no podían hacer nada para ayudarlos. Del techo metálico dio un pequeño salto hasta el techo de la ambulancia, otro pinchazo de dolor recorrió su pierna, y después sólo tuvo que deslizarse por el parabrisas hasta el capó y llego al suelo rápidamente, se apoyó un momento en la ambulancia para recobrar el aliento, pensaba en los errores que había cometido y se dijo a sí mismo que jamás lo volvería a intentar sin al menos algún cuchillo o algo que le sirviera para defenderse en casos extremos.Comenzó a caminar cojeando hacía su refugio que era la sala de seguridad subterránea del metro de la ciudad de Málaga, miró hacia el interior de la ambulancia y allí había de casi todo lo que necesitaba para curarse. Cogió un trozo de manta mugrienta de la camilla y lo usó como una bolsa improvisada, rebuscó por todos los cajones del interior y encontró unos pocos analgésicos, antibióticos y demás medicinas, útiles como vendas, esparadrapo, jeringuillas.... Mientras iba caminando en dirección a una boca de metro cercana al Hospital Clínico se preguntaba cómo había sido tan estúpido de no habérsele ocurrido la idea de no mirar antes de nada en las ambulancias que estaban abandonadas alrededor del hospital.Cuando llegó a la boca de metro levantó la reja lentamente intentando hacer el menor ruido posible para no alertar a los zombis que estaban en el parking moviéndose erráticamente sin rumbo alguno. Dylan cruzó la reja y volvió a cerrarla con el mismo cuidado- Por fin en casa- suspiró aliviado mientras se sentaba en el suelo contra una pared para descansar un rato.Al cabo de unos minutos de ordenar ideas, se incorporó con esfuerzo y se acercó a las máquinas expendedoras de billetes donde escondía una linterna y miró a las escaleras mecánicas, las cuales dejaron de funcionar hace mucho muchísimo tiempo, comprobó que el precinto con cinta policial que había puesto continuaba en su lugar. Eso era señal de que nada ni nadie se había colado, pasó con cuidado de no romperlo, aunque también tenía escondido un rollo en la estación, cogió la sabana mugrienta con los útiles que recogió y se adentró en el metro.Caminó durante un buen rato por el túnel, su refugio estaba a una distancia considerable en su estado, cuando llegó abrió una puerta doble de emergencia que daba a un pasillo, se aseguró de que estaba cerrada y las amarró con una cadena y un candado con la cerradura rota, para abrirlo solo tenía que tirar hacia debajo de él, era una buena forma de estar seguro ya que no se podía abrir por fuera, y si lo intentaban haría mucho ruido y sabría que hay problemas y también si por cualquier motivo tuviera que salir corriendo del refugio no perdería tiempo en buscar la llave y abrir el candado. El pasillo, que cuando estaba habitado por personas y no por monstruos, lo usaban únicamente el personal de seguridad y en las diferentes habitaciones Dylan había ido almacenando suministros de sus incursiones al exterior.En un cuarto tenía gran cantidad de agua y alimentos enlatados perfectamente ordenados y apilados incluso guardaba para ocasiones especiales refrescos de cola.En otro camisetas, pantalones, ropa interior, botas y ropa de abrigo que había ido recopilando de las diferentes tiendas y de los centros comerciales, sobre todo de tiendas asiáticas que contaban con una gran cantidad y variedad de ropa, para intentar mantener algo de higiene personal, aunque fuera muy poca.En otro todo tipo de material policial, de seguridad y militar: porras, escudos, gafas de visión nocturna, mochilas de varios tamaños para cuando salía a buscar más provisiones y hasta varios equipos completos de antidisturbios con todas las protecciones, muy útiles para cuando tenía que ir a sitios potencialmente peligrosos.Al final del pasillo estaba la sala de seguridad, en la cual Dylan pasaba la mayor parte del tiempo. Era una sala bastante amplia con una puerta de seguridad y un cristal blindado por el cual se veía el pequeño pasillo, dentro había muchas pantallas por las que se controlaba la seguridad del metro, pero ya inservibles, una gran mesa debajo de aquellos monitores con botones y demás artilugios que, sinceramente creía que no sabían ni para que servían ni los trabajadores de aquella sala.En otra pared había una mesa alargada donde Dylan había puesto comida, agua y varios cuchillos, debajo de la mesa era donde dormía con varias esterillas aislantes en el suelo y encima un edredón grande doblado varias veces para estar más cómodo. En esa misma pared había otra puerta que daba a un cuartillo bastante grande, donde tenía un arsenal digno de admirar, pistolas y escopetas de los coches de policía que estaban desperdigados por toda la ciudad, rifles de asalto y fusiles de francotirador de los puestos que había montado el Ejército en la ciudad y que él conocía muy bien, ya que era militar cuando comenzó el apocalipsis, granadas y demás explosivos y cantidad ingente de munición de los pequeños arsenales que el Ejército había escondido en diferentes sitios y que Dylan se dedicó a saquear.- ¿Dónde andas chiquitín? - dijo Dylan alzando un poco la voz.Unos golpecitos empezaron a escucharse y miró hacia el conducto de ventilación y un macaco saltó hacia los brazos de Dylan. Este lo recibió sonriendo y el macaco le enseñó dos chocolatinas.- ¿Otra vez de excursión? No te puedo dejar solo eh- el macaco dio unos gritos de alegría y le entregó una chocolatina a su dueño. - Gracias Shisha, pero primero me tengo que curar y después nos las comemos juntos, ¿vale?El mono asintió y se fue a un gran cojín acolchado que le servía de cama, Dylan abrió la manta mugrienta con los útiles de medicina y cogió gasas, vendas, esparadrapo y alcohol. Se sentó en su cama, se quitó el pantalón y dejo al aire la herida, se echó alcohol y un escozor enorme le recorrió la pierna a la vez que ahogaba un grito, pero sin poder remediarlo se le escaparon algunas palabras malsonantes. Se limpió con gasas y se la vendó para evitar roces con el pantalón.Shisha se acomodó a su lado con las chocolatinas recordándole la promesa que le había hecho su dueño. Dylan abrió una chocolatina y se la dio a Shisha, este empezó a comérsela como un niño que le dan una piruleta, Dylan abrió la suya y también empezó a saborearla.Cuando acabaron sus bocaditos Dylan se acostó y Shisha se acurruco junto a él.- Dentro de un par de días toca salir a buscar provisiones - el mono levantó la cabeza y lo miró fijamente. - Vale, te dejaré venir conmigo esta vez.Shisha se recostó de nuevo dando a entender que estaba de acuerdo. Dylan se quedó dormido pensando a qué lugar irían para buscar provisiones. El puerto.
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El despertar Z
TerrorTodo iba muy bien en la vida de Dylan, un buen trabajo, sin apenas preocupaciones y vivía una vida agradable. Pero que pasaría si todo lo que conoces, tus amigos, familia, tu estilo de vida y todo lo que estas acostumbrado hacer desaparece sin poder...