allies in heaven, comrades in hell

Capítulo 4.1: 1 Juan 1:9

«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.»

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Harry está en el porche de los Tomlinsons, viento soplando terrible y levantando copos de nieve en torno a él. Él tira de la bufanda de Louis cerca de su piel mientras se acurruca alrededor de sí mismo en busca de calor y se mantiene atento por las niñas. Van a estar en casa pronto.

Así que finalmente había sucedido, y la sensación había sido todo lo que Harry podría haber esperado. Cada cosa cliché en el libro - estrellas, fuegos artificiales, explosiones - no había nada en el camino que no había sentido allí de pie, con los labios de Louis presionados sobre los suyos. Era la cosa que Harry había querido por meses, y sin embargo, él se había congelado en el lugar, incapaz de moverse o hablar o responder. No era como si no hubiera querido devolverle el beso, pero... él no había estado esperándolo. Harry había asumido lo habitual, nada más que un beso amistoso en la mejilla, y luego... bueno, mucho más de lo que había estado esperando pasó, y eso lo había dejado paralizado. Él lo había jodido para los dos.

Él aprieta los dientes mientras se sienta.

Cuanto más piensa en ello, más se enfada Harry consigo mismo, porque Louis probablemente ha asumido que ha hecho algo mal de nuevo, al igual que la última vez, y es por eso que corrió con dolor en sus ojos. Harry puede imaginar cuán aterrorizado y solo se debe estar sintiendo en este momento, y él está ansioso por entrar. Ha llegado el momento para que todas las paredes se vengan abajo. 

—¡Es Harry! —Grita una voz familiar. Harry levanta la cabeza y ve a las dos niñas Tomlinson de más edad venir hacia él, caminando con sus propias mochilas a cuestas. Felicite, la que había llamado, está apuntando a su hermana al chico en la escalera con una mano y saludando con entusiasmo con la otra—. ¡Holaaa, Harry! —Harry devuelve el saludo y observa a las dos chicas acercarse la poca distancia.

—Hola, Harry, —Charlotte dice después de su hermana con una gran sonrisa y un giro de su largo cabello castaño alrededor de un dedo enguantado—. Felices vacaciones. ¿Qué pasa? —Harry se pone de pie para dar paso a las chicas, ofreciendo su mano para ayudarles a subir las escaleras potencialmente heladas, y maneja formar una sonrisa tan grande como sus mejillas rígidas y congeladas puedan ofrecer.

—Nada. Sólo necesito hablar con tu hermano es todo.

—¿Por qué? ¿Está él bien? —Lottie pregunta mientras gira la llave en la cerradura y empuja la puerta abierta.

—Sí, —él miente, pasando las manos sobre su pecho para entrar en calor—, por supuesto que lo está.

Ninguna de las chicas parece convencida, pero afortunadamente todavía lo dejan entrar. Harry deja sus zapatos junto a la puerta en el momento que está dentro y deja caer su abrigo y mochila cerca a ellos, y con la sugerencia de Felicite, él hace su camino hacia la puerta cerrada del sótano. En un capricho, se detiene con la mano en el picaporte y se vuelve de nuevo a las chicas, que todavía están de pie inmóvil y observándolo desde la puerta delantera abierta.

—¿Dónde está tu baño aquí abajo, otra vez? —Él pregunta, y sigue el dedo de la más joven a una puerta cerrada a unos pocos pies de distancia.

El sótano está oscuro cuando baja, la única luz proveniente de la televisión casi-silenciada con una alta frecuencia de zumbido saliendo de ella. Toma un momento, pero los ojos de Harry, finalmente, se ajustan lo suficiente para verlo; Louis, sentado en la esquina del sofá con sus rodillas contra su pecho y el rostro enterrado en sus brazos cruzados. Su pesado abrigo y chaqueta de escuela yacen en un montón arrugado en el suelo junto a él. Harry desciende las escaleras una por una, y cuando finalmente ha bajado hasta el final y ve lo que se está emitiendo en la televisión, se ríe. En realidad no puede evitarlo. La cabeza de Louis se sacude ante el ruido inesperado.