allies in heaven, comrades in hell

Capítulo 8.2: Proverbios 3.3

No hay suficiente hielo en la parte delantera del dispensador.

Harry no sabe por qué, pero siempre ha habido algo bastante inquietante acerca de tocar el real congelador y sacar trozos de hielo alrededor del espiral de metal. Siempre tiene una pequeña imagen de su mano cepillando accidentalmente el metal congelado y piel adhiriéndose y rasgándose cuando se aparte, algo así como con los niños en la película de Navidad que recuerda a Robin hacer que toda la familia se siente y vea unos años atrás. Uno de ellos había lamido un poste de metal cerca del final del invierno, su lengua se había quedado atascada, y Harry realmente no se puede imaginar muchas cosas mucho peores que esa.

Se las arregla para sacar cuatro cubitos de hielo sin su mano sufriendo ningún tipo de daño traumático y los deposita en el vaso uno tras otro antes de cerrar la puerta del congelador de nuevo. Él lo llena con agua sólo tres cuartas partes, sabiendo que el hielo se derretirá en pocos minutos y llenará el resto, y toma un pequeño sorbo mientras se apoya contra la superficie fría de la encimera detrás de él para mirar la nevera. En su mayor parte, la parte superior está clara excepto por unos pocos imanes decorativos y una garabateada lista de compras escrita con cinco bolígrafos diferentes, pero la mitad inferior está repleta de desordenados dibujos coloridos, algunos claramente más viejos que los demás, y con imanes de letras que deletrean pequeñas palabras y mensajes de amor. Ellos, obviamente, han sido dejados aquí por las niñas menores, no lo suficientemente altas aún como para llegar más arriba de la nevera, pero uno en particular cerca de la parte inferior le llama la atención.

El papel ha envejecido a un color amarillento con el tiempo y está salpicado de daños por agua, probablemente de las muchas limpiadas que este piso de la cocina ha visto, pero los colores brillantes de la combinación de bolígrafo y crayones resaltan. Es un dibujo cliché de una familia de palillos, no muy diferente de muchos de los otros entre él, pero el tamaño de la familia de la imagen es muy diferente. Éste tiene solamente tres personas sonrientes en el mismo, la única mujer en la foto con un círculo dibujado sobre el lugar donde estaría su vientre, y escrito en la esquina superior derecha en diez diferentes colores en el orden del arco iris está el nombre toscamente escrito: Louis William Tomlinson. Harry sorbe su agua de nuevo, dando a la nevera una última mirada antes de decidir ir a la planta baja.

Hoy se vio obligado a llegar a la realización de por qué Niall realmente no ha estado viniendo, y no está seguro de si debe estar aliviado de que no es, obviamente, algo que él ha hecho o si debería estar sintiéndose mal por Louis. Ha estado atrapando las miradas que Niall le ha estado lanzando y la rigidez que Louis consigue en sus hombros y piernas y mandíbula como consecuencia, y a pesar de que probablemente debería haber aguantado por la paz de la mente de Louis, Harry había necesitado un minuto fuera de ese antagónico ambiente por su propio bien. Sentía como si estuviese a punto de explotar de todo ese nerviosismo que Louis exudaba. Él no está totalmente seguro de lo que está pasando, pero espera que Louis no crea que él sea ciego.

Es entonces cuando los gritos de abajo inician.

Harry no puede oír exactamente lo que se dice, las tablas del piso amortiguando y distorsionando las palabras a un desenfoque indistinguible, pero sabe quién está hablando. Es Niall, y él suena furioso como el infierno con lo que sea que está pasando. Harry cambia su vaso hacia su otra mano, frota la condensación fría de su palma en sus jeans, y con cuidado hace su camino de regreso hacia la puerta que conducirá al sótano. Para el momento en que está a punto de saltar sobre una parte particularmente chirriante del piso de la cocina y hacia el pasillo, todo queda en silencio. Harry se detiene de nuevo, sólo el sonido de sus cubitos de hielo tintineando contra el vidrio impregnando a través de la quietud.

El grito muy, muy inconfundible del "vete de mi jodida casa", llega un momento después. Los ojos de Harry se ensanchan mientras que oye pisadas rápidas y pesadas contra las escaleras del sótano, y renuncia a toda la necesidad de permanecer en silencio para en su lugar apresurarse hacia la puerta.