allies in heaven, comrades in hell

Capítulo 12.1: 1 Juan 4:7

« Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. »

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En el momento en que Louis entra en la casa cuando llegan de la escuela es el mismo momento que desearía que pudiera dar la vuelta.

La casa vibra con una mala energía que Louis puede sentir en el instante en que su pie toca el piso de madera del vestíbulo, y mientras él y Harry se miran y tiran sus mochilas al suelo tan silenciosamente como pueden, ambos oyen: —...sucediendo a mi familia también, para que no lo olvides. Tengo que preocuparme de si van a venir a casa en absoluto, pero tuviste la oportunidad de influir en lo que pasó. Perdiste esa oportunidad.

— ¿No he dicho que lo siento lo suficiente? —Responde otra voz, que es tan dolorosamente familiar para Louis, pero que, de algún modo, es irreconocible en el tono oscilante y siseado de la misma. Los dos muchachos comienzan a hacer su camino a la cocina sobre pies ligeros para echar un vistazo a la vuelta de la esquina a lo que está pasando antes de que se retiren arriba.

—Oh, entiendo que lo sientes muy bien, pero lo que tú tienes que entender es que una vez tuve sólo un hijo. Ahora, tengo tres. —Dice Anne, el agudo tintineo de una taza de té golpeando la superficie de baldosas de la encimera—. Y si crees que voy a poner en peligro a dos de ellos por un solo momento porque fuiste cobarde y no pudiste proteger a tu propio hijo cuando más te necesitaba, entonces no estás bien de tu maldita cabeza, Johanna.

La respiración de Harry se corta al mismo tiempo que Louis jadea.

—Sólo quiero hablar con él. Quiero sostener a mi bebé y decirle que lo siento. —Oh Dios. Es su madre, y Louis no ha oído su voz en tanto tiempo que había olvidado cómo sonaba. Louis siente que sus pies lo llevan desde el pasillo a la cocina mientras Harry intenta en vano jalarlo, incapaz de evitarlo con la ira repentina que brota dentro de él a un ritmo sin precedentes.

—Dime todo lo que quieras. —Dice Louis antes de que Anne pueda decir otra palabra, con las puntas de sus pies cruzando la línea donde se encuentran la alfombra de la sala de estar y la madera dura de la cocina—. A ver si hace una diferencia para mí.

La casa queda de repente atrapada en silencio después de eso, el silencio denso y sólido en los pulmones de todo el mundo mientras madre e hijo fijan mirada en el otro por primera vez en casi un mes. Jay articula alrededor de docenas de palabras, incapaz de vocalizar una sola antes de tragar una vez y, finalmente, asentarse en un roto pero simple: —Louis.

—Jay. —Él regresa fríamente. Tiene el efecto que pretendía Louis.

—Bebé, por favor.

—No me vengas con 'bebé, por favor'. Solo di lo que tienes que decir y vete. —Si Louis hubiera sabido en lo que se estaba metiendo, nunca habría dejado la escuela. Después de obtener permiso del propio hermano Winston para abandonar su detención con Nat (lo que habría sido un encuentro bastante incómodo considerando lo que había sucedido menos de tres horas antes), él, Harry y Niall habían acompañado a Zayn a casa con la petición anterior de Liam. Mirando hacia atrás, no está tan seguro de que no hubiera preferido detención sobre esto, porque la detención podría ser una mierda, por supuesto, pero al menos no se sentiría a centímetros de quemar el lugar a su alrededor por pura rabia.

Los dos se miran el uno al otro, y Louis oye a Anne despejarse la garganta desde un lado.

—Harry, amor. —Dice, pasando las manos por la parte delantera de su vestido—. ¿Por qué no vamos arriba por un rato? Puedes ayudarme a cambiar mis sábanas. —Harry se opone con un breve ruido, por supuesto queriendo ser el apoyo de Louis, pero su madre parece sentir que esto es algo que los dos tienen que hacer solos. Pasa por delante de Louis en el pequeño espacio y empuja a su hijo desde la cocina hasta el salón para subir las escaleras, con una mano en su espalda todo el tiempo.