Pesadilla.

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Antes de comenzar con el capítulo quiero disculparme por haber tardado tanto en actualizar, no era mi intención. Estoy de vacaciones y no puedo usar el ordenador tanto como me gustaría a mí, por eso he hecho este capítulo un poco más extenso y más elaborado, para compensaros un poco por la espera. Mil disculpas. También aprovecho para decir que hasta dentro de tres semanas más o menos no podré volver a actualizarlo, pero después intentaré subir nuevos capítulos cada semana y media, dos semanas. Gracias por vuestro tiempo. Sin más demora, os dejo con el capítulo, disfrutadlo :)

Martha

Me desperté sobresaltada de mi pesadilla, hacía mucho tiempo que no tenía una tan horrible como esta. Intenté despejarme con una ducha fría pero el miedo seguía profundamente enterrado en mis huesos y con intenciones de quedarse allí. Me vestí a toda prisa y bajé al comedor rezando para con encontrarme con nadie y poder estar un rato a solas, cosa que conseguí. Subí las escaleras despacio y sin ninguna prisa, tenía que dar una de esas clases de pociones con Draco, lo cual no me apetecía ni lo más mínimo. Cuando estaba a punto de llegar a la entrada de la torre me choqué contra alguien, levanté la mirada del suelo y encontré los ojos de Elias clavados en los míos.

-Vamos, vas a llegar tarde a la clase que te toca impartir.- me regañó con media sonrisa.

-Todavía faltan diez minutos, tranquilo.- contesté sonriendo.- Vete yendo tú, todavía tengo que ir a por mi mochila.

Elias se marchó caminando. Me quedé unos segundos observando cómo se alejaba por el pasillo hasta que recordé mi deber y entré en la torre. Si había alguien que me hacía sentir realmente bie, ese era Elias. No conocía mi pasado y nunca hacía preguntas, es una de las cosas que más me gustaban de él. Siempre tenía una palabra amable para todo el mundo y sabía qué decir para hacerme reír, por esas razones pasé mucho más tiempo con él desde que lo conocí. Los dos no tenemos muchos amigos y nunca casi nadie nos echaba en falta cuando paseábamos por la orilla del lago o por los jardines durante horas mientras charlábamos de los cotilleos del colegio o nos contábamos leyendas típicas de nuestras respectivas zonas.  Con él me olvidaba de todo mi sufrimiento, de todo el miedo que me persigue siempre.

Llegué a mi habitación tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta de que Ginny estaba sentada de brazos cruzados encima de la cama. Al verla pegué un pequeño salta hacia atrás, chocando con la pared,  ella arqueó una ceja mientras se ponía de pie y se apoyaba en armario.

-¿Dónde estabas? Pensé que habíamos quedado para desayunar juntas, ya casi no nos vemos nunca.- comenzó a hablar mi amiga.

-Mierda.- me llevé una mano a la cabeza.- Lo siento, me olvidé completamente. Tuve un mal sueño, estaba tan asustada que me olvidé de todo y solo quería despejarme.- me disculpé.

-No pasa nada.- dijo para perdonarme, pero en su voz se notaba que seguía enfadada.- Hacía mucho que no tenías pesadillas, es raro que vuelvan ahora.

-Ya lo sé.- asentí mientras me sentaba en la cama.- Se suponía que ya lo había superado.

-¿Se lo has dicho a Dumbledore?- preguntó sentándose a mi lado.

-No.- susurré.- Ni se lo voy a decir.

-Debes decírselo, no puedes estar así toda la vida.

-¿Quién te ha dicho que esto es para toda la vida? ¡No tienes ni idea!- levanté demasiado el tono de voz. Ginny agachó la cabeza con una mueca en los labios.- Lo siento, no pretendía…

-Está bien, lo siento. Soy una estúpida por preocuparme por mis amigas.- Se levantó de la cama y salió dando un portazo.

Me tiré en la cama resoplando. No quería hacerle daño a los de mi alrededor, y menos a Ginny. Ella siempre había sido buena conmigo y yo nunca he podido agradecérselo. Me cubrí la cara con las manos y comencé a maldecirme a mi misma por ser tan egoísta, no quería que nada de esto pasara pero siempre antepongo mis sentimientos a los demás. Vaya forma de comenzar las vacaciones de Navidad. Me acordé de la clase de pociones, si antes tenía pocas ganas ahora no tenía ninguna. Agarré la mochila y salí corriendo hacia el aula, no quería llegar tarde y que más gente se enfadara conmigo.

Nadie dijo que fuera fácil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora