Reencuentro.

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Martha

Beep, beep, beep.

-Estúpido aparato muggle… -Dije mientras daba golpes al despertador para apagarlo y que dejara de sonar-. Los odio.

Me senté en la cama y me puse las zapatillas, llevaba horas despierta evitando salir de aquella habitación. Eran las vacaciones de verano y yo tenía que permanecer con mi tío Patrick, el único familiar que tenía vivo, en Nueva York los tres meses que no teníamos clases.

-Buenos días, Martha. –Saludó la mujer de mi tío, Rebekah, en cuanto salí del cuarto que habían dispuesto para mí en su piso en pleno centro de la cuidad-. ¿Qué te preparo para desayunar?

-No tengo hambre. –Contesté fríamente. Ella no me caía bien e intentaba pasar el menor tiempo posible con Rebekah y sus dos hijos, pues se notaba que el sentimiento era recíproco por mucho que pretendieran disimularlo con sonrisas y frases cariñosas.

-Vamos, hoy tienes que volver a Londres y es un viaje largo. Necesitarás energía. –Me replicó mientras yo sonreía por dentro, iba a desaparecerme con mi tío hasta allí y no habría ningún viaje.

 Patrick no quería que su familia supiera de su condición de mago para proteger a su mujer y a sus dos hijos, después de lo que sucedió con mis padres y mi hermano se mudó a otro país y cambió su apellido para ocultar su identidad; pero si lo que estábamos descubriendo Draco y yo a partir de lo que sucedió en Navidad todos los intentos de mi tío por huir no habrán valido para nada más que unos pocos años de falsa seguridad. Cogí un vaso de leche y me lo llevé a la habitación para empezar a recoger las cosas; cerré la puerta detrás de mí, agité mi varita y me senté en el alféizar de la ventana contemplando como todas mis posesiones volaban de un lado a otro de la habitación, colocándose dentro de la maleta y mis otras bolsas de viaje. No estaba permitido usar la magia fuera de Hogwarts para la mayoría de gente de mi edad, pero supongo que esta es una de las pocas ventajas de ser huérfana, el Ministerio de Magia me lo permitió para que pudiera protegerme a mí misma si mi tío no estaba cerca (cosa que raramente ocurre, apenas le veo).

-Venga, vas a perder el avión. –Oí a mi tío llamarme desde el otro lado de la puerta y podía imaginarme una pequeña sonrisa en su rostro. Esta era la única vez que usaría la magia en todo el año, yo también estaría emocionada.

-Ya salgo. –La última camiseta entró en la maleta y la cremallera se cerró tras ella. Me puse la chaqueta y sin peinarme siquiera salí al pasillo con todo mi equipaje.

-Que rápido lo has hecho, entraste solo hace cinco minutos. –Dijo Michael desde el sofá. Él era el menor de los hermanos, demasiado observador y seguramente descubriría antes o después que podía usar magia, él empezaba a mostrar “los síntomas”, a diferencia de su hermano Tom quien no parecía haber heredado el mayor don de la familia.

-En Inglaterra nos entrenan para esto. –Contesté intentando ser lo menos borde posible con él, medio bromeando porque igual dentro de un par de años me lo encontraba por Hogwarts.

Mi tío me cogió por el hombro con suavidad y me dirigió a la salida del piso, me despedí con la mano de su familia y salí al rellano. Me preguntó cosas sobre el mundo mágico, para que le pusiera al día de todo lo que ocurría; se notaba que no quería alejarse del todo del lugar al que verdaderamente pertenecía. Hablamos durante un largo rato de camino a un sitio alejado para que fuera seguro desaparecerse lejos de la vista de cualquier curioso que pudiera vernos.

-Ya estamos. –Dijo mi tío aparcando el coche al lado de un viejo hotel abandonado que había a las afueras de la ciudad. Suspiró y me miró con algo de tristeza en los ojos, todos dijeron siempre que me parezco mucho a mi madre de joven y supongo que ver el vivo recuerdo de su hermana no será algo fácil de llevar-. Te echaré de menos.

Nadie dijo que fuera fácil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora