LA NOCHE DE ANUBIS

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-No voy a dejar que continúe con esto Sacerdote Sem.- decía serio Badur.

-Es bueno verte Badur, pensé que tardarías más tiempo en encontrar el camino de vuelta.

-Tiene que detener esto. Esta lastimando a las personas, si sigue de ese modo terminará destruyendo a Egipto.

-¿Y qué crees que estoy planeando hacer Badur? A esa gente no le importa en lo más mínimo la vida de los demás.

-¡Eso no es verdad! La hija de Maât y el hijo de Bastet están para proteger a la gente y al faraón.

-Él te dejó morir Badur. Su estatus era más importante que tu amistad con él, debí verlo antes, no debí enseñarte todas esas cosas sobre la amabilidad y la esperanza, lo único que te garantiza es que acabarás en una tumba antes de tiempo.

-Eso no es verdad, quien habla no es usted, es el tocado. Solo nos hace sacar lo peor de nosotros.

-Hahaha, no Badur. El tocado...simplemente nos muestra quienes somos en verdad.

El Sacerdote dio nuevamente la orden pero a pesar de eso el pelinegro no se alejó de los otros dos jóvenes.

-No intento destruir el reino Badur, por el contrario quiero crear uno nuevo.

-¿Y cómo piensa construir un reino nuevo? Con muertos.- decía molesto el hijo de Bastet.

-Para avanzar se necesitan sacrificios y eso me lo enseño tú faraón, ahora es momento de que él se abstenga a ellos. ¡Badur!

El Chacal le ofrece su mano, a pesar de tener la mirada con la que lo mira siempre no puede confiar en él, sabe que el tocado es engañoso y la actitud puede cambiar de un momento a otro, retrocede.

-¿Qué estás haciendo Badur?

-Has sido mi maestro y me has enseñado más cosas de las que yo valore, por eso no iré contigo.

El Sacerdote no se esperaba una respuesta como esa viniendo del hijo de Anubis, ¿por qué? Él le había dado todo lo que podía ofrecerle, siempre estuvo para él, primero se lo había arrebatado Aten, después Anubis y ahora...Badur por su cuenta quería alejarse. No, no iba a permitírselo, así fuera contra su voluntad, Badur se quedaría a su lado. Con ayuda del látigo amarró el alma de Badur y la atrajo hacia él.

-¡Badur!-gritaba preocupado el gato negro mientras el otro era arrastrado hasta el Sacerdote.

Los dos pelinegros se sostuvieron la mirada. Badur se estaba haciendo daño amarrado de esa forma pero al otro no parecía importarle.

-Ya es suficiente Badur, ya te esperé demasiado.- decía juntando de manera brusca sus labios con los del más joven.

Badur se separó por falta de aire y comenzó a toser, eso no podía ser verdad ¿acaso el Sacerdote Sem había guardado esa clase de sentimientos por él?

Chat había podido aguantar todo, el hecho de que lo aventarán contra la pared, que lo golpeará un ejército de muertos pero que ese tipo se atreviera a besar a Badur frente a él y contra la voluntad del otro no iba a perdonárselo. Se abalanzó contra el Chacal por impulso pero sus perros lo defendieron.

-¡Bastet! Si le haces daño...-decía mirando con rencor al Sacerdote.

Sonrió de lado. Así que ese gato tenía un valor para Badur pero era obvio que no iba a resistir lo suficiente ya estaba demasiado lastimado.

-Hagamos un trato hija de Maât- decía dirigiéndose a la chica.- Te dejare ir a ti y a todos los que estén en el palacio a cambio... de que me dejes esto.

El hijo del Sol y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora