Capitulo 4

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Por la mañana, mientras hago lo propio de todos los días -cepillarme los dientes, contemplar mi
conocida cara delante del espejo: pelo rubio, ojos azules, pecas... nada especial- tengo la
sensación de que todo ha sido un sueño, que anoche no estuve sentada en camisón, en la oscuridad de i refugio, hablando de sentimientos con un extraño: nada menos que Jase Garrett.

Durante el desayuno, le pregunto a mi madre dónde conoció a Clay Tucker y ella, concentrada en
pasar la aspiradora, responde con un somero: «En un evento político».

Teniendo en cuenta que es a los únicos eventos a los que va, la respuesta no me aclara mucho las cosas.

Arrincono a Tracy en la cocina. Se está preparando para su día de playa con Flip, aplicándose
máscara de pestañas a prueba de agua en el espejo que hay sobre la barra bar. Le cuento lo de
anoche, excepto la parte de Jase en el tejado.

-¿Y qué problema hay? -comenta ella, acercándose más al espejo-. Por fin mamá ha
encontrado a alguien que le gusta. Y si encima le puede ayudar con la campaña, mejor. Sabes lo emocionada que está con las elecciones de noviembre. -Me pasa la máscara de pestañas-. ¿O se trata de ti y tu miedo a la intimidad?

Odio cuando Tracy se pone en plan psicoanalista conmigo. Desde que zanjó su etapa rebelde con un año de terapia, se cree cualificada para soltar sus propias teorías freudianas.

-No, se trata de mamá -insisto yo-. No era ella misma. Si hubieras estado aquí, también te
habrías dado cuenta.

Tracy extiende los brazos con las manos abiertas en un gesto que señala toda nuestra cocina
(actualizada al más mínimo detalle) con vistas al enorme salón y amplio vestíbulo. Espacios demasiado grandes para nosotras tres, demasiado espléndidos; solo Dios sabe el tipo de mensaje que se quiere dar con algo de estas características. Nuestra casa debe ser el triple de grande que la de los Garrett. Y eso que ellos son diez.

-¿Por qué iba a querer estar aquí? -me pregunta-. ¿Qué hay «aquí» que nos pueda resultar
interesante?

Me dan ganas de responder que «yo» estoy aquí, pero entiendo lo que quiere decir. Nuestro hogar
contiene todo lo imaginable para vivir cómodamente: los mejores muebles, la tecnología más
puntera, está inmaculado... Y también tiene a tres personas que preferirían estar en otra parte.

* * *

A mi madre le gusta la rutina, lo que significa que tenemos programadas algunas de las cenas de la semana: sopa y ensalada los lunes, pasta los martes, filete los miércoles... Os hacéis una idea, ¿verdad? Tiene pegados en la pared nuestros horarios con todas las actividades extraescolares,
aunque no tenga tiempo de acompañarnos, y se asegura de que no tengamos mucho tiempo libre durante el verano. Desde que salió elegida senadora, le ha sido imposible continuar con algunas de estas rutinas; otras, sin embargo, las ha hecho más frecuentes. La cena de los viernes en el Bath & Tennis Club de Stony Bay sigue siendo sacrosanta.
El Bath & Tennis Club de Stony Bay es la clase de edificio que todo el mundo de la zona pensaría que es de mal gusto si no fuera porque «todos» están deseando formar parte de él. Fue construido hace quince años, pero parece un castillo estilo Tudor. Está situado en las colinas de la ciudad, por lo que ofrece unas espléndidas vistas del río. A mamá le encanta el B&T, incluso forma parte del Consejo de Administración. Gracias a eso, y al hecho de haber pertenecido al equipo de natación, el año pasado trabajé como socorrista del club. Este verano volveré a repetir; dos veces por semana a
partir del próximo lunes, lo que implica dos jornadas completas en el B&T, más las cenas de los
viernes.

Como hoy es viernes, aquí estamos todos; Tracy, Flip y una servidora entrando por las imponentes puertas de roble detrás de mi madre. A pesar de la eterna búsqueda de mi hermana y su novio de lograr la medalla de oro en las olimpiadas de su agenda electrónica, mi madre adora a Flip. Quizás ayude mucho el hecho de que su padre sea el dueño de la empresa más importante de Stony Bay. Sea
por la razón que sea, el caso es que desde que Flip y Tracy empezaron a salir hace seis meses, el novio de mi hermana no se ha perdido ni una de las cenas de los viernes. ¡Qué suerte la suya!

En la puerta de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora