-Me llamo Elyon Black. Tengo 16 años. Soy alquimista. Mis padres murieron. Mi hermana mayor se llamaba Sophie.- murmuraba una muchacha encogida sobre si misma en una de las esquinas de una habitación blanca, de paredes y suelo acolchados. Sus manos estaban cubiertas por guantes y atadas a su espalda.
Llevaba dios sabe cuánto tiempo allí encerrada, sin ningún tipo de sonido o estímulo. Simplemente con la visión de aquellas paredes. Estaba volviéndose loca.
Su último recuerdo era Edward a punto de ser asesinado. Desde que había despertado no había podido parar de pensar en él. ¿Estaría bien? ¿Seguiría... Vivo?
Estaba completamente angustiada. Había gritado, llorado, pataleado, golpeado las paredes y se había desesperado.
No soportaba vivir en ese estado. Necesitaba saber qué había ocurrido con Edward, la única persona a la que ella apreciaba. Necesitaba saber... Si volvía a estar sola.
En algún momento había empezado a perder su propia identidad. Estaba completamente perdida y se estaba volviendo completamente loca. Así que había decidido hablarse a si misma y recordar su vida una y otra vez, para evitar perder la poca cordura que le quedaba.
-Me llamo Elyon Black. Tengo 16 años. Un psicópata me secuestró. Edward vino a salvarme. Edward iba a morir. Estoy segura de que él me salvó. Pero no sé si está vivo.
Dedicó varios minutos a reflexionar sobre eso.
-Edward... Edward es amable. Es rubio, siempre lleva el pelo recogido en una trenza. Sus ojos son dorados. Es bastante más alto que yo. Tiene 18 años. Él me llevó a Ciudad Central. No le gusta la leche. Se preocupa por mi. Me gusta estar con él. Me entiende. Él me besó. Me besó en mi casa. Y yo le correspondí. No sé si está vivo. No puedo vivir sin saber qué le ocurrió. Él me importa.
Repasó toda aquella información una y otra vez.
-Edward... Si está vivo me sacará de aquí.
Un estruendo sonó al otro lado de la pared en la que ella estaba apoyada. Se levantó corriendo y se alejó.
Una puerta se abrió y por ella entró el chico sobre el que llevaba pensando todo ese tiempo.
Llevaba su ropa habitual y parecía que estaba... Bien. Echó a correr y la abrazó con fuerza.
-Elyon... ¿Elyon estás bien?- la observó de arriba a abajo y le acarició la cara suavemente. Había pasado bastantes calamidades para poder encontrarla.
Ella no respondía. Estaba completamente segura de que eso era una alucinación. ¿Tan pronto se había vuelto loca?
-¡Elyon! ¡Maldita sea, respóndeme!- el rubio estaba realmente asustado. Llevaba buscándola como loco tres días. ¿Qué podían haberle hecho en tan poco tiempo para que estuviese así?
-Hermano, tenemos que irnos. Están viniendo.- Alphonse se asomó a la puerta y gruñó. Edward volvió a mirar a Elyon y soltó una maldición. La levantó del suelo y la cargó sobre su hombro como si fuese un petate.
Ambos hermanos echaron a correr sin parar por aquel edificio. Era uno de los laboratorios de los alquimistas nacionales. Lo único que Edward sabía era que cuando había llegado Mustang con el equipo médico, se llevaron a Elyon a un supuesto "hospital". Pero cuando Edward quiso ir a verla, el comandante le respondió que no podía. Así que se propuso encontrarla costase lo que costase. Se vio obligado a recurrir a Alphonse. Sabía que su hermano le ayudaría sin importar qué, y más si se trataba de Elyon.
Salieron del lugar burlando la seguridad del mismo modo que entraron, por la ventana.
Salieron y bajaron por una enredadera bastante espesa que crecía a un lado del laboratorio. Una vez fuera, Alphonse le soltó las manos a la chica y ella se las miró con gesto extrañado.
-Elyon. Elyon soy Alphonse. ¿Me recuerdas?
-Alphonse...- murmuró mirando al muchacho. Parpadeó un par de veces y despertó de su trance.
Edward colocó ambas manos en las mejillas de la morena, obligándola a mirarle a los ojos.
-Elyon, por favor. ¿Puedes escucharme? Necesitamos que nos saques de aquí, pequeña.- le dijo con un tono de voz suave, dulce. Ella miraba aquellos ojos que minutos antes no sabía si volvería a ver. Le costaba reaccionar.
-Edward... Estás vivo.- susurró y sus ojos se nublaron por las lágrimas que pugnaban por salir. El chico le dedicó una sonrisa melancólica.
-El, por favor. No tenemos tiempo, tienes que ponernos a salvo a los tres. La milicia está a punto de llegar y no podemos huir a pie.- le pidió, preocupado.
Ella asintió y juntó sus manos. Dos segundos después, estaban en su casa. En Central.
Estaba cansada. Muy, muy cansada.
-¡Elyon!- Edward la sujetó antes de que cayese de bruces al suelo. Alphonse le tomó el pulso.
-Creo que va a desmayars...-y la chica se desmayó. El pequeño miró a su hermano y los dos suspiraron.
-Mejor llévala a su cama, Ed. Tardará en despertar un rato largo.- le advirtió el castaño.
Él la levantó en brazos y la llevó a su cuarto. La recostó con cuidado en la cama y se planteó seriamente cambiarla de ropa, ya que el blanco y horrendo pijama que llevaba estaba cubierto de barro.
Pero por desgracia para sus hormonas, él era un caballero. Así que se limitó a taparla con una manta y acariciarle lentamente el pelo.
La miraba y solo veía a la chica sarcástica e irónica que había hecho su vida un poco más alegre.
Se había pasado los últimos tres días pensando en qué podrían estar haciéndole a Elyon. A qué torturas la someterían o qué crueles pruebas se verían dispuestos a hacerle.
Por suerte, ella estaba a salvo. Desorientada y confusa, pero sana... Y a su lado.
Depositó un cálido beso en la frente de la chica y fue a hablar con su hermano.
-Edward... Necesito que me expliques lo que ocurrió en Youswell.- Alphonse estaba serio. Elyon era una chica muy buena y él le había cogido un poco de cariño. Por no mencionar lo importante que era ella para su hermano mayor.
-Al... Creo que ella no es humana.- confesó y su expresión se volvió turbia y sombría.
-¿Qué? No, ahora en serio. Cuéntamelo.
-Es eso, Al. No voy a mentirte y menos en algo que la involucre a ella.
El menor estaba realmente sorprendido.
-¿Quieres decir... Como una quimera?
-Me recuerda más... A un homúnculo.
Alphonse se levantó del sofá como si tuviese un resorte y se alejó.
-Eso no es posible.
-Creo que ella es humana... Pero su dominio de la alquimia es... Anormal. Cuando estábamos en aquella casa, ella se descontroló. Mató a aquel hombre haciendo desaparecer su corazón. Estaba irreconocible. Sus ojos brillaban con un color tan intenso... Tuve que dejarla inconsciente.
-Edward... ¿Estás completamente seguro de lo que dices?- el chico de ojos castaños no podía creerlo. Se negaba en rotundo a que esa chica fuese un homúnculo.
-No, claro que no. Pero Mustang se dio cuenta. Él debe saber algo más sobre esto. Si no, no la hubiese encerrado. La hubiese matado directamente.
El rubio se levantó y se acercó a la ventana. Observó el paisaje sin dejar de sentirse ansioso y preocupado.
-Ahora Mustang no la separará de ti. No puede permitirse que pierda el control.- afirmó su hermano.
-Al... No puedo perderla. No ahora.
El pequeño se quedó de piedra al escucharle. ¿Acaso su hermano se había enamorado de Elyon? ¿Y Winry?
-Ed...
-Lo sé. Si, estoy enamorado de ella. Y sí, sé que toda mi vida he pensado en Winry. Pero eso se terminó. Si conocieses a Elyon como yo... Si supieses todo lo que...- se calló. Estaba tan seguro de lo que sentía por la morena... Que quizás explicarlo no era necesario.
-Solo quiero que seas feliz...- respondió Alphonse. Edward giró la cara hacia él y le sonrió. Pero el pequeño vio en esa sonrisa la sombra de un miedo. Sabía que él no estaba sonriendo. Estaba diciéndole con esa sonrisa que estaba escogiendo el camino difícil.
El camino peligroso que podría destruirle. Aunque a Al eso no le sorprendía para nada. Desde que nació había visto a su hermano escoger los caminos más arriesgados. Y él le había seguido siempre, ayudándole y observando la verdadera realidad de la vida.
"Todo es un intercambio equivalente. Sufrimiento por felicidad. Eso es lo que él ve." Pensó el pequeño y le devolvió la sonrisa. Él lucharía a su lado y al de Elyon.
-Estamos de acuerdo en que hay que descubrir esto pronto.- afirmó Al.
-Sin duda. Me preocupa su descontrol. Me pregunto si recordará lo que ocurrió.
Alphonse suspiró.
-¿Puede ser que ella si sepa lo que le ocurre? Quizás no quiso decírtelo.
Edward cerró los ojos con fuerza y bajó la cabeza. Era probable. Elyon no era muy dada a hablar de su pasado, y menos con él. Era muy probable que ella no hubiese querido contárselo. Pero la idea de que ella fuese un homúnculo hacía que su respiración se ralentizase.
-Al... Voy a llevármela lejos.
-¡¿Qué?!
-Al norte. Muy al norte. Lo más que podamos. Necesito mantenerla a salvo. Y con Mustang aquí no soy capaz de pensar en ello.- el rubio estaba devastado. El problema estaba fuera de control. Necesitaba tener a Elyon a salvo para poder recapacitar.
-¿Qué?- preguntó en un susurro una voz detrás de los dos hermanos. Elyon había despertado. Tenía el pelo completamente desordenado, pero se había cambiado de ropa. Ahora vestía unos pantalones de tela elastica negros, una sudadera amplia blanca y unos zapatos de deporte blancos. Su expresión era de sorpresa e indignación.
-El... Yo...- intentó excusarse Edward.
Ella se mordió el labio inferior y apretó los puños con fuerza. Bajó la mirada al suelo y simplemente saltó hacia el rubio. Él, ante el inesperado abrazo, perdió las fuerzas y cayó al suelo, con la morena encima de su cuerpo. Se quedó unos segundos analizando la situación, mientras Alphonse simplemente se retiraba un poco hacia atrás.
-Elyon, ¿Estás bien?- le preguntó el chico de ojos dorados, preocupado por la reacción de su amiga. Ella negó con la cabeza, sin separar el rostro del pecho de él. No quería que la viese llorar.
-Pensaba que estabas muerto.- murmuró.
Edward suspiró y soltó una pequeña risa. Intentó mirarla a la cara, sin éxito.
-Yo creí que te había perdido.- respondió él. Y no tenía ni idea de lo que había sido aquello para ella. Para su pequeña e indefensa Elyon.
-No vuelvas a intentar salvarme, héroe. No te lo perdonaré de nuevo.- la chica de ojos azul marino levantó la mirada hasta toparse con la mirada del mayor. Sus ojos, rojos y húmedos por las lágrimas, demostraban el pánico y el sufrimiento que había soportado durante aquel tiempo sin saber nada de él. Y eso derritió el corazón del chico. Incapaz de moverse y destruir semejante contacto visual, sonrió ampliamente.
-Está bien, El. Estamos todos bien. No llores, por favor.- le suplicó, ayudándola a levantarse del suelo.
Sin embargo, una vez incorporados, él no dejó que el contacto de sus manos se rompiese. Apretó con fuerza la menuda y suave mano de su... De Elyon.
Y ahí, uno frente a otro, Edward se hizo una promesa a si mismo.
Estaría siempre a su lado, velando por su bien. Porque ella era sin duda, la persona más importante para él.
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Elyon Black: el misterio de Sophie.
FanfictionPorque Elyon era diferente. Era fría y dulce; era cálida y despiadada; era sencilla y complicada; era luz y era sombra; era realidad y era sueño. Ella lo era todo y nada.