Capítulo siete: Perder el control.

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Elyon sabía que él estaba bromeando. Aún así, hizo un mohín y se arrebujó entre las sábanas. Sus rizos se expandieron por la almohada como si fuesen miles de olas negras. Suspiró al sentir el colchón blando y su cuerpo se relajó al instante.
- Elyon, ¿Puedo hacerte una pregunta?
La morena suspiró y se dio la vuelta en la cama, de manera que Edward podía verle la cara.
- Claro.
El rubio se mordió el labio, incómodo. Hacía tiempo que deseaba hacer esa pregunta, pero en el viaje no se había sentido capaz de hacerla.
- ¿Estás...? Bueno... Yo... Um... ¿Puedes contarme qué te pasó en aquel hospital?- murmuró, inseguro. Se sentía tremendamente intranquilo respecto al tema. Elyon había dicho antes que no le ocurrió nada, pero él simplemente no podía quedarse con la duda. Era consciente de que si le habían hecho algo a Elyon, ella se lo callaría con tal de no preocuparle.
La morena, por su parte, se quedó en silencio. No le habían hecho nada que ella supiese. Había estado sola 3 días, sin comida ni agua. Aunque ella había estado acostumbrada en el pasado a no comer.
- Estuve sola 3 días en aquella habitación. No se escuchaba ningún ruido. Pensé que me volvería loca. No me hicieron daño.- lo tranquilizó. Él la miró con angustia en su rostro.
- Creo que no eres consciente de la desesperación que sentí cuando no sabía dónde estabas...- susurró Edward y tomó la mano de la chica y sujetándola con fuerza contra su pecho. Elyon podía sentir el latido rápido de su corazón.
- Creí que estabas muerto, Edward.- respondió ella con seriedad.- pensé tantas cosas... No recuerdo lo que ocurrió en Youswell y no recordaba si te había hecho daño. Eso fue horrible, pensar que por mi culpa tú...- se le cortó la voz y se le formó un nudo en la garganta. Edward se sorprendió ante la confesión de la muchacha.
¿No recordaba nada pero sabía que podía haberle hecho daño? Al rubio algo no le encajaba.
- ¿Ha ocurrido antes, verdad?- se levantó de la cama y miró a los ojos de la morena, desafiante.- ¿Sabías que podías controlar la alquimia de esa manera? ¿Y me lo ocultaste?
Elyon se tornó pálida.
- No... Verás, yo...- se calló de golpe, no sabiendo qué decir. Si, había ocurrido en el pasado, pero no era precisamente algo que desease que Edward supiese.
- ¿Sabes que mataste a aquel hombre?- Edward estaba completamente enardecido.- Realmente no importa porque era un psicópata. ¡Pero desintegraste sus malditos órganos, Elyon!
Ella se puso todavía más pálida y empezó a sentir náuseas. Deseaba echarse a llorar de nuevo y esta vez no detenerse. Pero estaba demasiado horrorizada como para hacerlo.
Desvió la mirada al suelo. No quería mirarle a los ojos. No cuando sabía que lo que él vería en los suyos sería a un monstruo.
- Lo siento... Yo... Edward no lo entiendes... Lo siento tanto...- susurró y las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas.
Entonces, Edward supo que se había sobrepasado. Se sentía enfadado porque ella se lo hubiese ocultado, pero no debió haberle gritado.
- El... Perdóname. No quería gritarte. Y no fue culpa tuya. Yo te vi y sé que no podías controlarlo. Perdóname.- se acercó a ella e hizo un intento por abrazarla, pero ella se alejó. No deseaba que la tocase. No cuando sabía que era peligrosa.
Eso sentó fatal al rubio, que de repente se sentía demasiado culpable.
- ¿Por qué sigues aquí si lo sabes? ¿Por qué no te vas ya? Soy un monstruo y ahora lo sabes.
- No eres un monstruo.- sentenció el mayor.- es asombrosa tu capacidad para controlar la alquimia y aún lo es más el perder el control de esa manera. Pero no eres un monstruo. Eres Elyon Black.
- Soy peligrosa. No podía pensar en otra cosa que él haciéndote daño. Y al final... Lo siento tanto... Es irónico, aquel loco no era el más peligroso de aquella sala...- ella sonrió amargamente.
Él se acercó más a ella y terminó rodeándola con sus brazos y obligándola a apoyar la cabeza en su pecho.
- Escúchame bien, Elyon. Eres extraordinaria. Lo supe desde el primer momento que te vi, vestida con un vestido veraniego y descalza en pleno Noviembre. Lo supe cuando sujeté tu brazo y elevaste la mirada. Cuando vi tus ojos supe que eras extraordinaria. Y lo que haces no es malo, al contrario. La alquimia es algo hermoso, y definitivamente no he visto manera más hermosa de utilizar la alquimia que la que tú tienes.- se detuvo unos segundos para pensar lo siguiente que diría.- eres joven, Elyon. Al igual que yo. No puedo culparte por descontrolarte, porque realmente tu alquimia no es como la que usamos el resto de alquimistas. Es más natural, más instintiva. Siento haberte gritado. Perdóname.
La morena asintió, sin despegar el rostro del pecho del chico.
- Te quiero. Pero no puedo contarlo... No aún. Lo siento.- murmuró ella como respuesta.
- Oh, vamos. No te he pedido que me cuentes nada más. Tan solo quise decirle lo que pienso a la mujer que amo. Será posible...- Edward fingió una sobre actuada indignación.
Elyon arrugó la tela de la camisa de su acompañante en su puño.
- Lo siento, por muchas palabras bonitas que digas... No puedo simplemente ignorar el hecho de que podría haberte hecho daño.
- No lo hiciste. Estoy aquí, contigo. Y te aseguro que puedes hacerme sentir muchas cosas, pero miedo no es una de ellas.
Ella puso cara de haber chupado un limón.
- Eres demasiado empalagoso, héroe.- se quejó ante toda la dulzura del rubio. Él abrió mucho la boca en señal de sorpresa y ella soltó una risa.
- Eres tan tonta. Al menos yo te recuerdo todo el tiempo lo estúpidamente enamorado que estoy de ti.- le sacó la lengua y se acostó en su lado de la cama.
Ella suspiró y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Se sentía como si esa noche hubiese sido un gran paso para ella. El peso de su pasado empezaba a ser más ligero. Tenía la sensación de que se había vuelto momentáneamente libre. Al menos, no sentía esa constante lucha interna entre huir del rubio o quedarse a su lado para siempre. Ahora al menos tenía claro que quería a Edward, y que él la adoraba. Seguía sin tener claro el porqué, pero realmente no le importaba mientras el chico estuviese con ella.
Entonces se dio cuenta de que no recordaba lo que era sentirse en paz.
Miró una vez más a Edward, quien ya se había quedado dormido. Era realmente atractivo. Al menos, cuando no estaba regañándola. Elyon admiraba en secreto su valentía y su determinación. También era leal hasta el punto de convertirse en servicial.
Y entonces la morena se preguntó qué hubiera pasado si hubiese muerto en aquel puente. Habría muerto por una razón estúpida. En ese momento, admirando el tierno rostro del rubio descansando, encontró una razón más válida por la cual dar la vida.
Se acostó lentamente para no despertar a su acompañante y apagó la luz.

Elyon Black: el misterio de Sophie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora