De acuerdo, mi mejor amigo acababa de decirme que había visto cómo me empalmaba mientras una completa desconocida me metía mano con su pie. ¿O mejor dicho, me "metía pie"? Ha sido un chiste muy malo, retírate del humor Ángel. ¿Lo peor de todo? Que era verdad y no podía negárselo. Genial tío, genial.
—Eh... eh... —No lograba que ninguna otra palabra saliera por mi boca, mi cerebro estaba bloqueado.
—Tío, que no pasa nada macho, que soy tu mejor amigo, ni que no me conocieras —comenzó a hablar, intentando sacarme del apuro en el que él mismo me había metido—, sabes bien que más quisiera yo que la loca se hubiera confundido y que ese pie hubiera acabado en mi entrepierna y no en la tuya.
Me cogió por el hombro mientras reía y yo conseguí relajarme, tenía razón, no tenía que cerrarme tanto con él, al fin y al cabo era la persona con la que más confianza tenía.
—¡Tengo una idea! —gritó entusiasmado de repente.
—¿Una idea para qué? —pregunté confuso, Diego y sus ideas.
—Mira, esta noche te vas a venir a dormir a mi casa y me vas a contar todo lo que piensas. Pero todo, todo. Y vamos a hacer un plan para que la conozcas mejor.
—¿Y quién te ha dicho a ti que yo quiera conocerla mejor? —Diego me miró de reojo con una sonrisilla estúpida en sus labios—. Que me ponga físicamente no significa que quiera conocerla o tener algo con ella.
En realidad, por mucho que me fastidiara, sabía que me estaba engañando a mí mismo. Había algo en mi interior, algo estúpido desde luego, que quería conocerla más a fondo, a fondo en todos los sentidos. Ya te estás desviando del tema Ángel.
—Venga Ángel, dime sí o no para avisar a mi madre —dijo Diego, poniendo su cara de «porfa, porfa» mientras sacaba su teléfono móvil.
—Vale, vale —asentí al fin, iba a pasar la noche entera en un interrogatorio, lo sabía—. Pero no tengo pijama ni nada y tengo que avisar a mis padres.
—Te dejo yo uno de mis pijamas, seguro que te valen —contestó mirándome de arriba abajo, analizando si su talla me valdría—, y venga, llama a tus padres antes de que bajemos al metro y no tengamos cobertura.
* * *
—Buenas noches señora, buenas noches señor —saludé con toda la amabilidad que pude mientras daba dos besos a los padres de Diego cuando llegué a su casa. Qué falso eres Ángel.
En realidad, creo que ellos eran de las pocas personas en el mundo que odiaba. Bueno, quizás odio era un sentimiento demasiado fuerte, pero desde luego no les tenía aprecio alguno.
Nunca apoyaban a Diego en nada, ni en sus estudios, ni en sus sueños, ni en cualquier deporte que hubiera querido intentar, en absolutamente nada, siempre le decían lo mucho que iba a fracasar en la vida, ¿cómo unos padres podían decirle eso a su propio hijo? Eran dos personas totalmente egoístas, que sólo pensaban en el dinero.
En su casa la situación económica no estaba del todo bien y lo único que querían sus padres era que Diego se pusiera a trabajar en lo primero que pillara para que entrara más dinero en casa para ellos, eso era despreciable. Él había conseguido estudiar en la Universidad gracias a las becas del Estado, pero sabía que si suspendía alguna asignatura se las quitarían, por eso siempre se estresaba tanto cuando llegaba esta época del año junto con los temidos exámenes finales del primer cuatrimestre.
—Buenas noches Ángel —contestó con su inconfundible voz chillona la madre de Diego.
Su padre ni si quiera se dignó a contestar.
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El día que estudié. © [PAUSADA]
Romansa[Romance, Novela Juvenil, humor] Denle una oportunidad ♥ Ángel está cursando segundo de carrera. Durante la época de exámenes de la Universidad él no muestra estrés alguno, no necesita estudiar demasiado para sacar unas notas medianamente de...