—Es una broma, ¿verdad? —pregunté con el cepillo de dientes todavía en la boca—. No puedes estar hablando en serio.
Diego pulsó en la pantalla de mi smartphone, activando el altavoz para que pudiera escucharla.
—¿Hola? Eyyy, ¿hay alguien ahí? ¿Diego eres tú? ¿Ángel? No me callaré hasta que no me contestéis, bla, bla, bla, bla. —Se oía por el teléfono.
Joder, joder, joder, era ella, sin duda era su voz y su estupidez, ¿cómo diablos había conseguido mi número de teléfono?
Diego volvió a desactivar el altavoz y tapó el micrófono.
—¿Cómo sabe nuestros nombres? —le pregunté.
—Nos habrá escuchado en la biblioteca, no es tan difícil. —Encogió los hombros—. Vete a escupir la pasta de dientes corriendo y vuelves para contestarla, que estás goteando tío, qué asco —dijo Diego señalando el cuarto de baño—. Corre, corre.
Y eso hice. Me limpié la boca y la camiseta con la toalla que había al lado del lavabo y volví corriendo.
—Joder, ¿qué la digo? —pregunté sentándome al lado de Diego en el sofá.
—Y yo que sé tío, pregúntala que qué quiere —respondió pasándome el teléfono móvil.
—No, toma, responde tú —dije devolviéndoselo.
—Pareces un crío pequeño, toma, responde de una jodida vez que va a colgar.
Volvió a darme el móvil y lo sujeté entre mis manos, mirándolo como si fuera a morderme en cualquier momento. Lo puse en mi oído.
—Tía, no responden, están diciendo algo de escupir y de un crío pequeño, no entiendo nada. ¿Estarán de canguros? ¿No me jodas que tiene un hijo tía? —escuché a través del teléfono.
¿Con quién estaba hablando? ¿Estaría con una amiga?
—Diego, está con alguien más, está hablando con otra chica —le susurré esta vez muy bajito.
—¿En serio? Pon el altavoz corre.
Volví a activar el altavoz del smartphone y nos dispusimos a escuchar.
—Bueno Blanca, pues si no contestan cuélgale y que le den por culo, olvídalo, él se lo pierde. —Quien estaba hablando esta vez no era ella, era otra chica, tenía la voz un poco más aguda y chillona. ¿Ha dicho que mi niñata se llama Blanca?
¿Cómo que mi niñata Ángel? Deja de delirar, no es nada tuyo ni lo va a ser.
—No, no colguéis —dijo de golpe Diego, me entraron ganas de darle una colleja.
—Hombre, mira quién se ha dignado a contestar por fin. —Esta vez la voz si era de ella, de... ¿Blanca?— ¿Qué pasa? ¿Eres el secretario de Ángel o algo así?
—¿Cómo has conseguido mi teléfono? —pregunté para que se callara.
—Tu teléfono no lo tengo yo, lo tienes tú en la mano —contestó riéndose en bajito. Ja, ja, qué graciosa eres cariño.
—Creo que tu gracia se ha tirado por la ventana, ve a buscarla —respondí con un tono serio.
—La tuya tampoco andará muy lejos de tirarse, ¿no crees, amargado?
—De acuerdo.
Cogí el móvil y colgué, estaba realmente harto de sus bromitas y su forma de actuar, ¿cuántos años tenía? ¿Llegaría a dos?
—Tío pero, ¿qué haces? —dijo Diego dándose cuenta de que había colgado de verdad, sin creérselo.
—Es estúpida, se aburrirán ella y su amiguita y querrían gastarle una broma a alguien. Y yo no estoy dispuesto a que se rían de mí.
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El día que estudié. © [PAUSADA]
Romansa[Romance, Novela Juvenil, humor] Denle una oportunidad ♥ Ángel está cursando segundo de carrera. Durante la época de exámenes de la Universidad él no muestra estrés alguno, no necesita estudiar demasiado para sacar unas notas medianamente de...