Llovía afuera, y adentro también, un trueno resonó, y al anciano despertó. Abrió sus ojos lentamente, y se puso un dedo en la frente, una gota muy gorda había caído en su cabeza. Las goteras eran muchas, pero allí vivían pocos, y el anciano era anciano, y el niño era un niño, un niño con un abuelo de padre, cabello oscuro,y ojos cafés. Bajó sus pies al piso y se dispuso a caminar, las alpargatas ahí estaban, verdes y viejas como siempre, y la bata reposaba, sobre la vieja cama, Azul acuadrillé.Se rodeó la cintura con el cinturón, dio tres pasos y encendió la luz. La alfombra roja estaba mojada, al igual que la silla mecedora que se encontraba sobre ella, al igual que el almohadón naranja de la silla mecedora, y el techo de la habitación. Abrió la puerta y caminó hacia la escalera, bajó un escalón y alzó la vista, la puerta de la habitación de su nieto estaba abierta, y en el medio de esta ahí estaba, el pequeño Tomás, con una sábana en su cabeza, y mirando ala ventana detenidamente, las gotas se deslizaban por esta.Se decidió a bajarla escalera, giró en el umbral y recorrió el pasillo hacia la cocina, apretó la nariz del payaso y la cafetera empezó a vaporear, saco las medialunas de la alacena, puso a hervir el agua y sirvió todo, la taza azul es la de Tomás, pues tiene el té con leche y la verde la de Rodolfo. Toto se encamina hacia su pote de comida, le han dejado una medialuna, así es, hasta el perro sabe lo que es vida.
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Medialunas
Teen FictionAl final de la calle, vive el pequeño Tomas. Su vida ha cambiado rotundamente este último año, y ha sido un completo subibaja. Con apenas 7 años, Tomas ya vio todas las caras de la vida, y eso, en tan solo 2 meses. Su fogonazo de alegría se ha consu...