Gol

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El sol brilló otra vez, otra vez Tomás estaba con su abuelo, en vez de con su padre. Una de las tantas cosas en común de Rodolfo y su hijo era jugar a la pelota. Según Rodolfo, en sus años de juventud, sus "años dorados", él había sido un gran jugador. Rodolfo era parte de los "Cukuis" un grupo local en ese entonces, hasta que se lesionó la rodilla haciendo el "gol ganador". Tomás no sabía si creer o no esa historia, pues su abuelo ya le había mentido más de una vez, como cuando le dijo que –"La gente que te quiere nunca te abandona"- y sin embargo, su padre lo quería, pero nunca estaba para él. Pero de todas maneras, Tomás conocía a los Cukuis, sus remeras eran verdes con rojo y siempre usaban la misma pelota, que, por el paso de los años ya no tenía ningún color. Aunque Tomás no sabía de qué iba el football, llegó a la conclusión de que no le gustaría. Así que el abuelo, lo llevó por primera vez a un club, el club Pertiz, el club Pertiz era el club del barrio, era muy grande, o eso al menos, le parecía al pequeño Tomás. Era el club en el que su padre jugaba, el football a Tomás, le estaba gustando cada vez menos. El abuelo lo paró ante 2 grandes árboles y dijo- Trata de patear la pelota, de manera que pase por el medio de esos dos árboles, Tomás- El abuelo señalo los árboles y continuó- No importa si no lo logras en el primer intento, no te des por vencido y ya verás que lo harás- Sonrió y dio tres pasos para atrás, dejando a Tomás solo ante esos árboles.

Tomás miró la pelota, y luego a los árboles. Y se preguntó, por qué el abuelo le hacía esto, si él le había dicho, claramente, que el football no le gustaba, no le gustaban las pelotas, y mucho menos ese club-¿Por qué me obligas abuelo?- preguntó Tomás fastidiado, mirando el pasto detenidamente.

El abuelo asintió con la cabeza, como si ya se lo hubiese visto venir- Porque nunca debes decir que algo no te gusta si no lo has probado, Tomás, sería muy injusto de tu parte- Se acercó- Y no hemos venido a hacer injusticias a este mundo, hemos venido para hacer justicia sobre ellas- contestó el abuelo mirándolo a los ojos, alzó su mano, y palmeo la espalda de Tomás- Anda ya, yo creo en ti- y sonrió

Tomás frunció el ceño, estaba muy seguro de que iba a fallar, los deportes no eran lo de él. Su profesor de gimnasia siempre le decía que era afortunado porque era muy flaco, y eso, que se la pasaba comiendo medialunas. Pero que si no tuviera tanta suerte, ya sería una "bola de fraile". Pero para llegar de una vez al punto, tomas miró a la pelota, luego al abuelo y luego, otra vez a la pelota, llevó su pierna izquierda hacia atrás y le pegó a esa cosa redonda con todas sus fuerzas, que no eran muchas. Tomás no entendió que pasó en los siguientes segundos, solo recuerda que el abuelo lo alzó en brazos y lo hizo girar en el aire. Otra vez Tomás sonreía, y otra vez su abuelo lo hacia sonreír.

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