Campamento

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Al despertar a un costado mío estaba Dayana quien estaba dormida, nos encontrábamos en la sala de la enfermería.

-Por fin despertaste ¿bella durmiente o blanca nieves?- escuché a Kwang que se encontraba en la puerta.

-Ambas se quedaron dormidas- contesté sonriendo. La enfermera entro en la habitación.

-Querida vaya susto que nos llevamos cuando te desmayaste y fue porque no habías comido nada en el día ¿verdad?- Recordé que les había hecho de desayunar a los chicos pero por andar a las prisas, olvide desayunar.

-Sí, olvide desayunar y en la tarde no me dio hambre...- contesté pero Kwang parecía un poco enojado y Dayana ya había despertado.

-Entonces vamos a comer- dijo Dayana con ánimo.

Nos retiramos y agradecimos a la enfermera, Kwang seguía con su cara de pocos amigos.

-Oh vamos valió la pena ¡Ganamos!- comenté alzado mis brazos en forma de victoria pero a Kwang no pareció agradarle lo que dije.

-Sí y casi mueres en el camino- contestó molesto.

-No seas exagerado solo me desmaye y ya- dije dándole poca importancia, es solo que Kwang es muy exagerado y sobreprotector algunas veces.

-¿Y tu rodilla? ¿Recuerdas que estaba sangrando? Alice...- lo interrumpí –Me he dado golpes peores, esto en un dos por tres ya estará bien –señalé mi rodilla, la cual tenía un vendaje. -No te preocupes tanto; malo que me hubiera roto la cabeza o la cara o...- él tomo mi cara y apretó mis cachetes como si fuera un pescado.

-No sé qué hacer contigo Alice...pero debes tener más cuidado- solo asentí con la cabeza porque no podía hablar con sus manos en mi cara.

-¡Ya vamos a comer tortolos enamorados!- Kwang me soltó y comenzó a reírse del comentario de Dayana.

-¿A quién le dices tortolos?-corrí en dirección en donde se encontraba ella.

-Es obvio que a ustedes dos son... o acaso ¿Ya se casaron?- comencé a correr más rápido para alcanzarla pero se escondió detrás de Dylan.

-Oye Dylan mi hermana me quiere matar- ya le iba pegar en la cabeza pero Dylan tomo mi mano.

-¿Cómo estás?- estaba preocupado bueno o así sonó su voz y con aquellos ojos color miel solo me miraba esperando una respuesta; no soltaba mi mano.

-Eh... estoy bien- intenté alejar mi mano pero el seguía sosteniéndola como si quisiera que no me fuera, el notó el vendaje en mi rodilla.

-Enserio ¿estás bien? ¿No te lastimaste en otro lado?- preguntó y apretaba mi mano con más fuerza.

-Solo me lastimé la rodilla pero ya estoy mejor- nuevamente intenté alejar mi mano de la suya pero no podía.

Esta vez llego Kwang deshaciendo el agarre de Dylan ambos se miraban como si estuvieran en el viejo oeste parecido a los cowboys con sus pistolas, solo imaginármelo me dio risa. Dayana jalo de mi brazo.

-Vamos a comer que muero de hambre- la seguí y tome una rebanada de pizza, nos sentamos en una mesa donde se encontraban Kwang y Dylan ambos ya estaban un poco más calmados, comencé a comer mientras Dayana no paraba de hablar, la callaría pero tenía más hambre.

Al parecer solo me había desmayado por unas cuatro horas, éramos los últimos que comían. La siguiente actividad comenzaría en unos veinte minutos. Nos dimos prisa en acabar de comer para llegar a tiempo.

Todos nos formamos, ya iba a comenzar a anochecer; la actividad se trataba de encontrar las tres banderas del tipo de color que nos asignaban mientras otros equipos nos tenían que quitar el paliacate que teníamos amarrado para que ya no jugáramos y no tomáramos las banderas. Nos habían asignado el color rojo era como los juegos del hambre ya que era de noche y solo contábamos con una lámparas.

¿Siete hermanos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora