Sus verdaderas intenciones

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Han pasado algunos días, es de noche, e Izaya esta en los limites entre Ikebokuro y Shinjuku, esta lloviendo y hay algunos mafiosos de bajo nivel correteándole.

De repente el informante logro sentir que en una de las calles algo lo tomo del brazo y lo jaló dentro de una caseta telefónica poco iluminada, el hombre de ojos rojos lucho todo lo que pudo para zafarse del agarre de aquella persona que lo encerró, pero a escasos centímetros de lograr sacar su navaja, la otra persona logró entrelazar sus manos y evito que tomará aquella afilada arma, toda la miserable caseta apestaba a cigarrillos, Izaya ya no estaba preocupado porque aquellos hombres lo escucharan, el pelinegro iba a gritar para zafarse de esto, haría cualquier ruido con tal de llamar la atención y ganarse unos minutos extra para pensar que hacer y luego huir. Pero el informante no logró hacer el más mínimo sonido porque su boca fue silenciada por otra, era una sensación salvaje, y ese sabor a cigarrillos era tan amargo, Izaya comenzaba a sentirse mareado, los mafiosos pasaron cerca de la caseta, pero por la poca luz sólo lograron apreciar a medias a un sujeto definitivamente más alto que Izaya, aquellos hombres prefirieron no interrumpir.

Mafioso1: -demonios, desapareció

Mafioso2: -regresemos, no puede estar muy lejos

Adentro de la cabina el hombre de ojos carmesí seguía luchando para salir del agarre de la otra persona, Izaya estaba seguro de que la otra persona en la cabina también era hombre, lo deducía por la fuerza y altura del otro individuo. El hombre de menos estatura logró liberar una de sus manos y le dio una cachetada al individuo que lo acompañaba.

Izaya: -Maldito pervertido, te cortaré en trozos

Otro hombre: -Oe pulga, no hagas ruido

Izaya dijo sorprendido: -Shizu chan, no puede ser

Shizuo: -claro que soy yo

Izaya: - gracias por salvarme y eso, pero detente Shizuo

Shizuo: -no me había dado cuenta de que eres tan sexy cuando llueve

Izaya: -deja de decir tonterías, y suéltame, te estas mojando.

Shizuo: -no importa, además no sabía que podías ser tan cálido

Izaya: -deja de jugar bestia estúpida

Shizuo abrazó fuertemente al pelinegro y revolvió su cabello. Izaya escondió su cara en el hombro del otro, pero el rubio empezó a morder la oreja del pelinegro.

Izaya: -ah, déjame, no estoy jugando

Shizuo: -yo tampoco

Shizuo siguió besando a Izaya, Izaya comenzaba a ceder, Shizuo empezó a bajar sus manos y comenzó a desabrochar el cinturón de su ene-amigo.

Izaya: -Detente, ahh

Shizuo: -No quiero detenerme y tu tampoco quieres que me detenga- subió sus manos y le quito su chamarra al pelinegro

Izaya: -alguien puede vernos, no voy a hacer algo como esto en la calle

Shizuo: -¿vamos a tu casa o a la mía?

Izaya pretexto algo: -Esto... pero yo quiero ser el dominante

Shizuo: -¿¿ah??, ya habrá tiempo para pensar eso después-siguió besando al informante

Izaya jadeando y bastante sonrojado: -además justo ahora no tengo suficiente lívido- empujo al rubio, tomo su chamarra y salió corriendo.

Shizuo se fue a su propia casa rabioso.

Izaya siguió corriendo por un largo rato, no sabía a donde ir, pensó en llamar a Kadota, pero no podría explicarle todo al moreno, la verdad sin duda iba más allá, aunque aún no podía entender muy bien lo que había pasado. En ese momento cruzó una idea por la cabeza del informante, empezó a correr por un sin fin de encrucijadas y veredas, terminó llegando a la casa de Shinra y tocó la puerta. Celty se levanto de la cama a atender a quién fuera que estuviera llamado.

El embrujo de los ojos carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora