Mi vida ha cambiado drásticamente desde que estoy aquí.
Ni a mejor ni a peor, simplemente ha cambiado.
He perdido a personas que creía que conocía pero a su vez he ganado nuevas amistades, nuevas habilidades y... ¿puede que un nuevo amor?
No r...
Dos días. Hace dos días que no veo a Jackson, Stiles o Scott.
Tampoco he hablado con ninguno de ellos.
Las únicas noticias que he tenido, ha sido una llamada de Allison.
Me ha contado que alguien está controlando al kanima, que Scott y Stiles tienen una orden de restricción por la que deben estar a más de quince metros de Jackson y que Jackson aún no sabe que él es el kanima. Allison me ha pedido que hable con Jackson y le pregunte sobre sus verdaderos padres, no sus adoptivos, ya que un pasado sin resolver puede estar involucrado con el hecho de ser un kanima.
Por otra parte, la habitación Scarlett está como si no hubiese pasado absolutamente nada. Está ordenada y... Huele a detergente. No hay rastro de el olor a lobo de esa noche. Era la madrugada y creo que eso me hizo delirar un poco, incluyendo todas las emociones que sufrí durante el día.
Scarlett se ha vuelto a encerrar en su habitación.
Los pasillos del instituto están vacíos. Entro en el vestuario de lacrosse de chicos, procurando no ser vista.
- ¿Jackson? - pregunto, oyendo mi voz resonar en las paredes de la sala.
Según Allison, él está aquí. Debe estar aquí.
El vestuario está tan desierto como los pasillos, excepto por el ruido del agua de una ducha corriendo.
Dejo las taquillas grises atrás mientras sigo caminando hacia el ruido proveniente de la ducha.
- Estoy aquí. - oigo la voz de Jackson desde las duchas.
Camino a paso decidido hacia él. Cuando pongo un pie sobre las duchas compartidas, lo primero que veo es a Jackson... desnudo de nuevo.
Mantengo la mirada clavada en sus ojos.
Él me mira de vuelta, con una expresión rara. Parece tranquilo, casi demasiado.
- ¿Va algo mal? - pregunta, con un tono monótono.
El vapor del agua caliente se pega a mi piel.
- Sólo... Podrías haberme advertido. - mi mirada va incómodamente a la pared que tengo al lado.
Lo oigo soltar una pequeña risa y el agua de la ducha cesa.
- Tú eres la que ha entrado en el vestuario de chicos. - sus pasos sobre el agua del suelo cada vez suenan más cerca.
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Miro al suelo, insegura.
- Yo... Quería... - suelto un largo suspiro - Olvídalo.
- ¿Querías hablar de algo? - más bien suena como una afirmación cuando lo dice, a pesar de estar formulado como pregunta.
Cuando está a menos de un metro de mí, doy media vuelta dándole la espalda.
- Podemos hablar después. - digo, orgullosa de mi voz firme.
