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"No  dejaré  que te escapes del mundo, Annie."

Pasamos semanas reconstruyendo cada pedazo, todo había quedado destruido.

Mi madre creyó cada palabra que salió de mi boca, sin embargo se la notaba perdida. Annie volvió a sus viejas rutinas, volvía con desconocidos y se adentraba cada vez más en el lóbrego y sombrío mundo de Kelian.

Fue una noche cuando escuché a Annie salir de su casa, y decidí seguirla. Se iba a Amets.

Al entrar, me fuí a la mesa situada en lo más profundo del local. Varios minutos después, Kelian Aldrich y tres hombres más accedieron por la puerta de la confitería.

La única mesa libre  estaba a pasos de donde me encontraba, y los tres se dirigían a esta, junto con Annie.

Mis músculos se atrofiaron, mi vista empezó a fallar, otra vez no. Sabía que si me metía en problemas con estos chicos, no se rendirían hasta verme muerto. Me escabullí hacía el baño, deseando que estos no me hayan visto.

El baño estaba desaseado y una desfallecida luz alumbraba solo un cuarto de este, me acerqué al deteriorado espejo,  miré el reflejo. Mi cara estaba estropeada, por las ojeras y la falta de color. Pero otra imagen se reflejaba en el cristal. Aquel macilento y pálido rostro no era el mío.

Y los ojos que me alguna vez me miraron con furia y desquite, ahora irradiaban locura. Su pelo lucía grasoso y mal peinado.

Pero aquella sonrisa de malicia, con dientes torcidos y en mal condiciones era la misma que había visto aquella noche bajo las luces fluorescentes de mi maniática mente.



Hola! a mis fieles y geniales lectores, mientras escribía volví a escuchar "Tears in heaven." Me limité a llorar por segunda vez. Espero sus opiniones del capítulo, si tengo que cambiar algo no duden en decírmelo, les deseo lo mejor. Vale.





Cartas para Annie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora