Reencuentro.

313 39 13
                                    

Viajé a San Diego para respirar los viejos aires, también debía aclarar algunas dudas con la editorial de mi libro.

Transitaba por la Avenida Broadway, las edificaciones parecían infinitas, el resplandor del sol lastimaba mis ojos y en ese momento pude darme cuenta de lo esenciales que eran los anteojos. Eran las diez de la mañana y me detuve por un Café.

El caso de Annie conmocionó a todo el vecindario, aunque no lo crean, Amets comenzó a perder clientes, esto originó el decaimiento y en mayo decidieron anunciar el cierre. Ahora la tierra y los insectos inundan el local.

El piso de madera crujió debajo de mi. El lugar era acogedor y olía a limón con lavanda.

Ya habían pasado quince minutos de las diez, el sol se asomaba por detrás de los edificios, y fue entonces cuando un sweater color turquesa resaltó entre la multitud, se escabullía con astucia, pero era imposible perderlo de vista. Ella lo había usado para su decimoséptimo cumpleaños.

Sin darme cuenta, ya me encontraba en la esquina la cuadra, conseguí diferenciarlo a unos metros de donde estaba entonces corrí. Al minuto pude darme cuenta que mi estado físico era pésimo, cada vez que respiraba sentía el aire espeso y caliente. Un hombre con traje y corbata que miraba la pantalla como si en algún momento fuera succionado por la misma se interpuso en mi camino e hizo que me cayera, maldecí por lo bajo. Al incorporarme ya no estaba. La decepción se hizo presente y la adrenalina se esfumó como aquel color turquesa que luciría excelente en una habitación de un recién nacido.

Volví al bar a recoger mis pertenencias, el crujido se hizo escuchar y la misma fragancia perfumó mis pulmones. El corazón me latía muy rápido fue así como decidí sentarme un rato hasta que las pulsaciones volvieran a la normalidad. En la mesa del frente un cliente se encontraba leyendo el diario de hoy, estaba enfrentado a mí y yo sólo podía ver la primera plana del periódico. Unos dedos finos y largos lo sostenían levemente. Sentí curiosidad por ver de quién se trataba.

Luego de varios minutos las hojas de los diarios comenzaron a moverse. Eran las once y media. El ruido de la cuidad se hacía cada vez más fuerte. De pronto el diario cayó sobre la mesa, como una delicada pluma luego de haber dado el último soplido. El mundo se detuvo. Fue como si alguien hubiera rellenado mi corazón de recuerdos. Era tal la sensación y el silencio que parecía como si ya no estuviera en la tierra. Tenía el pelo recogido y vestía muy formal, era imposible. Lo único que llegué a formular con un débil hilo de voz fue una obvia e innecesaria pregunta a la cual ya tenía su respuesta.

-Annie?.



-QUÉ?
-PERO CÓMO?
-PERO SI ANNIE SE HABÍA MUERTO?

Qué pasaría si en realidad no fuera así?
Que pasaría si en realidad todo fue un engaño?
Que pasaría si les dijera que esta novela aún no ha llegado a su final? Sino que recién ha comenzado?

Este capítulo va dedicado a todos ustedes que hicieron posible de Cartas Para Annie, una historia.










Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 30, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cartas para Annie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora