Décimo capítulo.

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Era un martes, y sólo faltaban tres días para que comenzaran las vacaciones de verano.
Camila sabía que entre más pasara el tiempo todo sería peor.

Aunque gracias a lo que pasó en el bar y su gran idea, tenía ya unas cosas resueltas, o eso creía.

Tres semanas después.
La última semana antes de vacaciones Lauren sentía que las cosas estaban muy extrañas.

Camila no le dirigia ni siquiera un aliento. Y parecía ausente, y se enfadaba la mayor parte del tiempo.
La gente seguía hablando mal de ella, le insultaban a verla. O incluso, cuando ella no estaba.

Lauren, no entendía nada.
Tampoco quería acercarse a Camila, sabía que no le quería cerca. Pero, quería ayudarle. En lo mínimo que fuese, abrazarle
o darle un toalla para sus lágrimas.

Algo cálido, la calidez de una persona es lo más bello.
No necesitamos hacer algo para que una persona nos quiera. Y cuando esa persona nos quiere, tampoco necesitamos hacer cosas locas en "nombre del amor".

Sin embargo, esa parte humana tan pura. La calidez aflora, y mínimos detalles siembran semillas de amor y felicidad en el alma de las personas que queremos.
Justamente, así se sentía Lauren.
Posiblemente, no estaba enamorada. Ni siquiera conocía a Camila, pero había un leve cariño que le daba ese impulso.

Es una lástima, que el cariño no haga magia o milagros. Y muchas veces nuestros deseos de querer se vuelven cenizas.
Lo bueno, es que pueden renacer.

Lauren si que deseaba acercarse a Camila. Pero, cada uno sus intentos se volvió inútil. El viernes, que fué el último día que la vería(o al menos eso pensaba), las cosas parecían iguales.

Cuando estaban en un pasillo, - el pasillo donde Lauren le siguió a Camila, por primera vez- y Camila iba pasando y dirigiendose a su casillero, los murmullos empezaron.

Y Lauren, seguía sin saber las cosas que habían sucedido. Observada a Camila, cuando esta tomó una reacción inesperada.

El sonido que provocaron sus libros al ser tirados con brusca fuerza, llamó la atención de todos.
Los murmullos comenzaban de nuevo, hasta que Camila dirigió su cuerpo hacia cierto grupo, y casi con fuego en cada palabra dijo:

-No entiendo cuál es su problema con mi vida. Es mi problema lo que yo haga.
No sólo porque soy mujer significa que deba seguir un reglamento para ganarme su respesto. Estoy harta de oirlos y verlos.
Ustedes me interesan una mierda más uno, dejenme tran-qui-la.

Tomó sus cuantos libros, y empezó a caminar fuera del pasillo, en donde estaba Lauren.
Camila notó su presencia e hicieron un leve contacto visual.

Pero, Camila siguió caminando. Y Lauren, no le vió hasta en la tarde.
Cuando el expectáculo que no vió no fué muy agradable. Pensaba alcanzar a Camila, hasta que realizó que tenía compañía.

Era un chico.

Un chico que la llevaba de la mano.

Quizo fingir que no le importaba, pero en realidad estaba lastimando algo dento de su ser. Alguna lágrima se resbaló por sus mejillas, pero seguía haciendose pensar que nada iba mal.

De eso habían sido tres semanas.
Y desde entonces no había sabido nada de Camila.
Pero aún así, Camila no salía de su mente.

Lauren solía salir casi de madrugada a divagar por la calle en el vecindario donde habitaba, recorres los jardines y fumar un poco.

En la mañana de un viernes, estaba torpemente caminando. Hasta que vió a cierto persona, creyó que estaba demasiado cansada y no era real.

Pero, lo era. Camila estaba caminando sin rumbo, igual que ella. Lauren se paralizó por unos momentos, era algo poco creíble.

Entonces, Camila dirigió su ojos llorosos, apagados y tristes.
Lauren se acercó a ella, y le dijo que fuesen a su casa.
Caminaron al jardín de la casa de Lauren.

Se sentaron allí un rato, y Camila le mostró algo a Lauren. Lauren no lo entendía, era una prueba negativa, pero seguía sin entender lo que trataba de decir Camila con aquel objeto.

Luego de un rato, pasaron a la casa. Era aún temprano, y decidieron compartir la cama.
La cercanía ponía ser incómoda para Lauren, pero a la vez cálida.

Camila no detenía su llanto, Lauren la sostenía en un tierno abrazo, tratando de calmar sus angustias.

Entre tanta cercanía que casi era nada, sus labios estaban casi unidos.
Sus respiraciones se convertían en una sola. Lauren, se sentía totalmente tentada a besarla.

Así que en uno de todos los impulsos, finalmente unió sus labios.

Las sensaciones eran inexplicables. Parecía que aquellos labios eran una parte del paraiso. Lauren pasó su brazo delicadamente a través de la espalda de Camila y posó su mano detrás de su cuello.

Se mantuvieron así por un rato, hasta que Camila se separó, rompiendo la magia. Y dijo las primeras palabras desde que se vieron.

Y se dispuso a contarle a Lauren todo lo que había pasado, y lo que significaba ese objecto. Pero, Lauren le detuvo, le dijo que tomase una ducha, -Camila portaba todas sus cosas- para que se tranquilizara.

Camila no tardó mucho, tomar un baño suelen ser una buena cura para la tristeza. Pero, Camila aún tenía los ojos apagados, y la tristeza parecía reinar su vida.

Lauren le dijo que fuesen a la mesa, y que así desayunarán. Aunque en realidad sólo sirvió té, para ambas.

Camila, parecía esfumarse con el humeante vapor del té, en el cuál parecía que su mirada se perdía.

Lauren tenía las manos sobre la mesa, Y entonces Camila tomó una de ellas con una de sus manos, y de nuevo sus ojos estaban cristalizados por las lágrimas.

Puso en la mesa, el objeto que le había enseñado al verla en la calle. Y con palabras lentas y una voz mustia, empezó a contarle que significaba hasta la última de las cosas que había oído sobre ella.

Aftermath.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora