Olvidar.
Hay muchas maneras en la que podemos olvidar a una persona.
Lo que pasa hoy en día es que olvidamos eso, que hay personas.
Deshumanizamos a los demás, hasta sentir que son extrañes y no nos importa dañarles.
Dañar.
Es un concepto que conocemos, sabemos que significa.
Pero, ¿A qué viene?
¿Por qué dañamos?
Hay miles de situaciones en las que podemos dañar a alguien, ya sea con o sin intención, y de muchas maneras.
Pero, ¿Qué pasa cuando dañamos a aquelles que apreciamos?
Camila, en momentos de desesperación decidió a toda costa olvidarse de Lauren, de olvidarse no de ella, si no de su ser, de sus sentimientos y todo lo que le hiciese humana.
Todavía no tenía claro que podría, pensó por horas pero yo llegaba a ninguna conclusión.
Pensó que debía investigar un tiempo, sólo para idear un buen plan, algo que resultase totalmente exitoso.
Camila era una persona observadora, ella debía sentarse a ver el mundo para entenderle.
Pero, ahora no podía darse ese lujo. Había sido despojada de su casa, que díficil era todo. Su mente se nublaba, eran demasiadas las cosas que habían pasado.
Era mucha presión, era mucha tristeza, mucho odio. Era demasiado. Estaba a una cuadra de su casa, se tiró en una cera y quiso estallar.
Golpeaba la calle y ahogaba gritos, y las lágrimas empezaron a derramarse por su mejillas.
Sentía una presión en el pecho, que apretaba más fuerte y a la vez se liberaba.
Seguía sin tener un sentido total de razonamiento. Quería una rápida solución. Lo cuál no siempre es una buena opción. Era ya casi media noche.
Camila guió sus pasos al lugar de la fiesta de hace dos días.
Tenía un sólo próposito. Estaba segura de que limpiaría su imagen. No le importó dejar sus cosas cerca la puerta de entrada, estaba desesperada. Lo primero que hizo fué buscar alcohol y consumirle como persona con agua en el desierto.
Pero el odio que sentía, la tristeza parecían agravarse con cada gota de alcohol. Sus ojos se veían hinchados y lagrimosos, su cabello estaba totalmente desastrozo, justamente como su vida en aquel momento.
Entre copas y miradas Camila atrapó a su objetivo.
Se levantó, y se dirigió hacia...
Lunes.
Camila tuvo que pasar el fin de semana en el cobertizo de su casa, obviamente sin que se enteraran.
Con algún dinero que tenía buscó un baño para ducharse para ir al instituto.
Pero, aunque había dormido y comido, la migraña no se le iba desde la noche de jueves y la madrugada de viernes.
Además, no se sentía feliz.
Algo faltaba en su ser.
Como de costumbre, iba temprano al instituto pero tuvo un retraso en el camino, así que al llegar debía subir de prisa.
Debió caminar de prisa hasta que visualizó a Lauren que se diriguía hacia ella.
No detuvo su paso e iba a intentar ignorarla. Pero, Lauren le alcanzó y la detuvo.
-Camila no sé que hayas hecho, pero se ha esparcido un rumor.
Camila no respondió, simplemente observó a Lauren, Laure no supo si estaba horrozida o enfadada.
Camila dejó de verla en unos segundos y simplemente se fué.
La verdad era que Camila se sentía agotada.
Se repetía a sí misma porque le volvía a pasar esto.
Llegó a la clase, y todo se sentía diferente. Ansiaba la hora en que terminara, aunque aún no tuviese a donde ir.
Ya ni recordaba aquello, que díficil puede ser la vida a veces.
Agradecía tener una beca en su instituto, así podría ir al menos a la cafetería.
Y así fué, a la hora de su descanso fué. Habían muchas personas, pero ella siempre se sentaba en la esquina.
Se estaba tomando un café, uno sencillo.
No le apetecía ni siquiera comer.
Vió a Lauren entrar y cruzar entre la gente hasta llegar a su mesa.
-Camila, todos hablan de ti. No sé que ha pasado. Pero, parece algo malo...
-No es de importancia, la gente habla de más. Yo podré manejarlo. Espetó Camila, quién se levantó y se dirigió a ningún lugar.
Estaba tratando de sobre saltarse de llevar las cosas con calma. Pero, ni siquiera tenía una casa, ni siquieta entendía que estaba pasando.
Luego de caminar en círculo unas cuantas horas. Se dirgió al cobertizo.
Y tuvo una idea.
Una muy grandiosa idea.
