Capítulo 2

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Thranduil miró hacia el cielo oscuro con preocupación, mientras permanecía de pie en el balcón con el viento salvaje arremolinando su manto a su alrededor. Los chicos no han vuelto todavía y la tormenta se acerca rápidamente. ¿Dónde estarán? ¿Estarán a salvo?

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"¡Legolas! ¡Sujétate! ¡No podemos separarnos!" –gritó Keldarion para hacerse oír a través del viento que aullaba a su alrededor mientras se abrían paso hacia arriba. Su objetivo era llegar a una pequeña cueva que había justo en la parte superior de la colina.

Agarrando con fuerza la mano de su hermano, Legolas intentó evitar ser arrastrado por el vendaval. La lluvia torrencial limitaba su visión a unos pocos pies más adelante. Para empeorar las cosas, también había empezado a granizar y las bolitas congeladas caían a su alrededor. Los truenos retumbaban con fuerza cada vez que un rayo cruzaba el cielo. Su camino cada vez se volvía más resbaladizo con barro y aguanieve.

"¡Kel! ¿Cuánto falta?" –gritó Legolas. Era increíble, pero el viento se volvía cada vez más y más fuerte.

"¡No sé, no puedo ver!"

"¿Vamos en la dirección correcta?"

"¡Eso espero!"

Y entonces sucedió lo inevitable. Mientras subían por una enorme roca, los dos hermanos escucharon otro sonido horrible.

"¡Un deslizamiento de tierra!" –gritó Keldarion, abrazando a Legolas al instante.

Un segundo después, toneladas de tierra se deslizaron por la pendiente, arrastrando a los dos hermanos hasta la parte inferior del valle otra vez.

Gritando de terror, cayeron entre la tierra y los escombros. De alguna forma mientras caían, se separaron.

Legolas quedó inconsciente varios minutos. Al despertar, vio que había dejado de deslizarse y yacía boca abajo en el barro. Gimiendo y escupiendo barro intentó levantarse, pero se detuvo en seco cuando sintió un dolor intenso en el brazo derecho.

Moviéndose con más cautela en la segunda ocasión, se sentó y miró hacia abajo. Su brazo estaba doblado en un ángulo extraño, lo que le indicó que estaba roto. Tras apartar un montón de tierra que lo cubría con una mano, buscó más heridas. Exceptuando el brazo, algunos cortes y un gran hematoma en la cabeza, no parecía estar gravemente herido.

Lástima que solo puedo sanar a los demás, y no a mí mismo, pensó Legolas con tristeza, mirándose el brazo.

Entonces recordó algo más.

"¡Kel!"

Se puso en pie rápidamente, maldiciendo al resbalar, y siguió llamando desesperadamente a su hermano.

"¡Kel! ¡¿Dónde estás?!"

La lluvia seguía cayendo con fuerza, pero el viento había amainado un poco. Sosteniéndose el brazo herido, Legolas se abrió paso a través de los escombros buscando a Keldarion. A la vez que empezaba a imaginarse lo que podría haberle pasado a su hermano, las lágrimas empezaron a mezclarse con la lluvia que caía por su rostro.

"Por favor, Kel, respóndeme... -Legolas estaba ya llorando desconsoladamente-. ¡¿Dónde estás?!"

Con la visión borrosa, por fin vio una mano inerte asomando por debajo del tronco caído de un árbol.

"¡NO! ¡KEL! ¡Valar, no!"

Corrió hacia él, tropezando y cayendo al suelo, pero se levantó corriendo una vez más. Cayó de rodillas junto al tronco del árbol y empezó a cavar para liberar a su hermano.

"¡Está bien, Kel! ¡Te voy a sacar de ahí! ¡Espera! ¡Por favor, quédate conmigo!"

Le llevó varios minutos retirar la tierra del cuerpo de Keldarion usando solo una mano, pero cuando por fin consiguió desenterrar a su hermano, supo que faltaba mucho para liberar a su hermano. El príncipe seguía atrapado bajo el árbol. No se movía y sus ojos estaban cerrados.

"Kel..." –con la mano temblorosa, Legolas se inclinó y tocó el cuello de su hermano. Cuando encontró el pulso de Keldarion, lanzó un suspiro de alivio. También respiraba, aunque débilmente.

"Vas a estar bien, hermano mayor. Yo me encargaré de eso" –Legolas acarició suavemente el rostro manchado de barro de su hermano, quitando la suciedad y buscando heridas. Encontró una bastante grande en la parte posterior de su cabeza que todavía seguía sangrando. Colocando una mano sobre la herida, Legolas forzó a salir su energía para sanar.

Un momento después, Keldarion se agitó y sus ojos se abrieron.

"¿Legolas?"

Legolas sonrió.

"Claro, ¿quién va a ser?"

Keldarion hizo ademán de levantarse, pero se detuvo al instante, mirando horrorizado el pesado tronco que cruzaba sobre él.

"Ah... esto no es bueno."

"Lo sé –dijo Legolas, poniendo una mano en el pecho de su hermano-. No te muevas todavía. ¿Dónde más estás herido? ¿El árbol te hace daño?"

"En realidad no. No creo que tenga algo roto, si es a lo que te refieres. Pero no me puedo mover, ¡estoy totalmente atascado!"

"¿Estás seguro de que no estás herido en otro sitio?"

"¡Estoy bien, estoy bien, estoy bien! ¡Solo ayúdame a quitarme este estúpido árbol de encima!" –Keldarion ya estaba empujando el tronco para quitárselo.

Legolas lo miró con tristeza.

"Kel, ojalá pudiera."

"¿Por qué no? No es demasiado pesado si lo hacemos juntos. Lo levantamos y luego mientras tú lo mantienes, salgo de aquí."

"Yo... yo... creo que me rompí el brazo. Lo siento" –dijo Legolas suavemente.

Keldarion se secó el agua de la cara y miró a su hermano con atención. Finalmente se dio cuenta de que Legolas tenía el brazo derecho apretado contra el pecho y hacía un gesto de dolor.

"Oh, Legolas. Lo siento, no lo sabía –extendió la mano y tocó suavemente el brazo herido de su hermano-. ¿Es muy malo?"

Legolas se encogió de hombros.

"¡Por su culpa no puedo ayudarte con este maldito árbol!"

Keldarion sonrió.

"Qué mal, ¿no? Bueno, parece que no nos iremos a ningún lado de momento. ¡Creo que ya perdimos la carrera con los gemelos!"

Legolas puso los ojos en blanco.

"¡Kel, no tiene gracia!"

"¡Vamos, Legolas! ¿Dónde está tu sentido de la aventura?"

Legolas gimió cuando su hermano repitió las mismas palabras que él abía dicho un rato antes de que los alcanzara la tormenta.

"Ja. Ja. Ja. Muy divertido, Kel. Eres genial."

Pero Keldarion ya no escuchaba a su hermano. Algo había llamado su atención de repente.

"¿Escuchas eso?"

"Oh, genial. ¿Y ahora qué? –Legolas también escuchó con atención. Entonces lo oyó. El sonido atronador de un torrente de agua. Legolas miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaban muy cerca del arroyo que corría por el valle-. Oh, no. ¡El río se está desbordando! –exclamó, horrorizado.

TifónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora