Hace diez años

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El miedo corroía mi estómago. Mis padres estaban apresados por dos hombres de nuestra tribu. No entendía nada y mire hacia Robert, nuestro Rey. Mi padre y él eran como hermanos, por eso no entendía porque habían apresado a mis padres.
-Robert, por favor, reconsidéralo. Solo era un niño, no podía matarle.-mi padre suplica.
-Lo siento Set pero las normas son las normas. Has ayudado a un enemigo y tú y toda tu familia seréis castigados.-su mirada se clava en mí. Los ojos del hombre que tanto había querido ahora me miran con tristeza.
Sé en mi interior que esto no saldrá bien. Nos han sacado a media noche de nuestra casa y el tío Ro parece muy enfadado. No es mi tío, pero siempre le he tratado como tal.
-Robert, reconsidéralo, Lexa no ha hecho nada malo, ella no debe pagar por nuestros pecados. Tú la quieres como una hija.-mi madre le suplica entre lágrimas.
El silencio se establece en la habitación de la cabaña por lo que parecen horas. Al fin, el Rey dice fríamente:
-Está bien, dejaré que viva pero con una condición. El día de su decimoséptimo cumpleaños convocaré a los participantes de la lucha por la corona y ella participará. Pasará los tres meses de invierno en el bosque rojo con los otros veinte participantes hasta que uno se gane el respeto de los demás o solo uno viva.
Mi madre está muda del horror. Ha empalidecido en cuestión de segundos.
-Ninguna mujer ha participado nunca... No sobrevivirá.
-Piénsalo de este modo, ella puede morir esta noche con vosotros, dentro de una semana en los bosques a manos de los ladrónes o algún monstruo cuando la destierre o, puede tener no solo una oportunidad de vivir sino de llegar a reinar si participa. Es su mejor opción.
La mirada angustiada de mis padres se centra en mí. Tengo miedo, no quiero perderlos y menos ser desterrada sola en el bosque rojo.
-Por el cariño que os profeso, dejaré a la pequeña Lexa elegir.
Todas las miradas se dirigieron a mí. Mi mente estaba en blanco y llena de terror. Veía el miedo en mis padres, la seriedad en Ro y la ira en alguna que otra mirada de los más cercanos al Rey. Ya había dicho las palabras antes de siquiera pensarlo:
-Participaré.-la sorpresa se mostró en muchos rostros- Y ganaré.
Hice esa promesa delante de todos los presentes y se repitió en mi mente mientras veía como mis padres afrontaban su castigo. Cuando el último aliento dejó el cuerpo de mi madre, me prometí a mí misma llegar a reinar y entonces, vengarme.

Reinaré En El NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora