El asesino del cual me enamoré: El sabor de una dulce venganza.

CAPITULO 10.

(Narrado por Tn)

Pasaron pocos minutos cuando ambos niños terminaron de desayunar e ir por sus cosas, para acompañarme una vez más a la escuela. Vincent se recargó en la puerta, despidiéndose de nosotros con su mano al estar a una calle de distancia. Imité su gesto, con una sonrisa. Continuamos con nuestro camino de manera tranquila. Volteo a mi alrededor, y veo lo mismo. Niños caminando junto con sus padres, con amigos, o solos, rumbo a la escuela. Violet desde que nos contó todo, es una niña más alegre y más activa. No sabemos nada de esas niñas que molestaban a mi hija. Lo último que me dijeron de ellas es que las suspendieron 1 semana, la cual era la última de clases. Eso debería ser bueno para ellas, pero malísimo para su conducta y calificaciones. Si las madres vienen a reclamar conmigo, sería algo que no le tomaría tanta importancia, pero quien sabe. Todo puede suceder en esta vida.

Llegamos finalmente a la puerta principal de la escuela, y me arrodillo una vez más para despedirme de ambos. Ahora que me fijo en ellos, llevan los peluches de los animatrónicos. Los veo por unos 5 segundos, y río.

- Bien, esta vez se los dejo pasar, pero con una condición. – Aclaro, señalándoles con mi dedo anular a ambos. – Los cuidarán con su vida. ¿De acuerdo?

Su única respuesta es asentir con la cabeza y sonreír. Les doy un beso en la frente a ambos, y al levantarme, los veo irse corriendo a buscar a Dylan y Joseph, como siempre. Sonrío y doy media vuelta, para regresar a casa. Meto mis manos en los bolsillos del pantalón que llevo puesto y bajo un poco la mirada. Ni idea de cómo hare esto. Trabajar en esa maldita atracción de terror va a arruinarme la vida. Si de joven ya estaba bastante cansada con dormir unas pocas horas en el día por el miedo de que mis padres me hicieran algo, o que me llegasen a secuestrar. Esto no sé a quién se le ocurrió, pero definitivamente le voy a exigir una explicación; por las buenas, o por las malas.

Levanto la mirada y continúo con mi caminata. Las calles a esta hora están bastante activas. Mucha gente caminando para ir a dejar a sus hijos, a comprar comida, acomodar sus tiendas, o lo que sea que hagan a esta hora. Esta pequeña ciudad me ha gustado desde la infancia. Su aire frío de todas las mañanas, el olor del pan recién hecho, las señoras que te ofrecen productos bastante hermosos, las personas bondadosas que viven en esta ciudad... Todo es tan bello, que cualquier persona que se mude aquí, se quedaría de por vida. Aunque debo admitir que, cuando sucedió aquel incidente en la plaza principal, pasaron varios días donde el ambiente era pesado, por lo cual Jeremy nos llevó a aquella cabaña para relajarnos. Al volver, recuerdo que varias personas se alegraron del porque estaba viva, y había acabado con el sufrimiento de varias viudas, donde sus esposos murieron en manos de Leonardo. Le perdonaron la vida a Vincent, y nuestra nueva vida comenzó cuando realizamos nuestra boda meses después de dura planeación. Volteo a ver mi anillo de compromiso y el de bodas, y sonrío un poco. Es un bellísimo recuerdo del cómo me pidió matrimonio. Recordé todo de él, y en el atardecer, a la luz de las velas, se arrodilló ante mí, y me pidió el que fuera su esposa. Si pudiera regresar en el tiempo para revivir un momento, sería ese.

Finalmente llego a casa, y al cruzar la puerta, veo a Vincent en el sofá, acostado. Me fijo un poco en la casa, y veo que la dejó limpia, y también alcanzo a observar que en la mesa está el desayuno de ambos. Me río por ese detalle al cerrar la puerta completamente, y voy con mi querido esposo. Me arrodillo a su lado, y me quedo un momento así. Al parecer se quedó un momento dormido. Siempre me ha parecido tierno cuando duerme. Su cabello largo, y su barba a medio salir le dan un toque de hombría, pero al momento de verle dormido, eso desaparece. Me acerco un poco a su mejilla para darle un beso, pero me detengo. Me comienzo a reír.