"La Selección" Kiera Cass

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—Te quiero, America Singer. Y te querré toda la vida. —Dijo aquello con una profunda emoción en la voz, y me pilló desprevenida.
—Te quiero, Aspen. Siempre serás mi príncipe.
Y me besó hasta que la vela se consumió

En mi imaginación, todo salía perfectamente. En mi imaginación, todo el mundo era feliz…

Él me miraba y me sonreía, y yo me sentía viva por primera vez. Yo estaba…, estaba loca por él.

Espero que encuentres alguien que te haga sentir que no puedes vivir sin ella. De verdad. Y espero que nunca experimentes lo que puede ser vivir sin esa persona, todo el esfuerzo que con lleva.

—¿Así que eres tozuda? Tienes carácter, ¿eh?
Vi que Maxon se tapaba la boca con las manos para ocultar la risa.
—A veces.
—Si tienes tanto carácter, ¿no serás la que le gritó a nuestro príncipe?
Suspiré.
—Sí, fui yo. Y ahora mismo mi madre está sufriendo un ataque al corazón.

—Si no quieres que me enamore de ti, vas a tener que dejar de estar tan encantadora. Mañana a primera hora haré que tus doncellas te cosan unos vestidos hechos con sacos de patatas.

Me había elegido a mí para su primer beso.
Pensé en el Maxon al que había descubierto últimamente —el que siempre tenía un cumplido a punto, el que me concedía el premio de una apuesta aunque la hubiera perdido, el que me perdonaba cuando le hacía daño, física o emocionalmente— y descubrí que mi opinión había cambiado.

—No soy tan tonto como para creer que te habrás olvidado por completo de tu exnovio.
Sé por lo que has pasado y que aquí no te encuentras precisamente en circunstancias normales. Sé
que crees que hay otras más preparadas para mí y para esta vida, y no quiero presionarte para que
intentes adaptarte a todo esto. Yo solo… Solo quiero saber si es posible.
(...)
—Sí, Maxon —susurré—. Es posible.

Pero ambos sabíamos que sería una tontería que pusiera todas sus esperanzas en mí, cuando ni siquiera yo sabía dónde tenía el corazón.

—Te matarán por esto —suspiré en un momento en que sus labios se perdían por mi cuello.
—Si no lo hago, me moriré igualmente.

La cabeza no me dolía; me dolía el corazón.

— Si esto fuera más sencillo, ya habría eliminado a todas las demás. Sé lo que siento por ti. A lo mejor soy demasiado impulsivo al pensar que pueda estar tan seguro, pero tengo la convicción de que contigo sería feliz.

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