2 "Por favor Felicity"

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Oliver no sabía por qué no podía sacarse de la cabeza a Felicity Smoak, es sólo una chica, "una chica que espera un hijo tuyo, por cierto, tengo que recordarte que le arruinaste su reputación y que no ha terminado ni siquiera la Universidad, un aplauso a Oliver Queen, el hombre más inteligente del mundo." se reprendía así mismo.

Felicity seguía llorando, nadie más que ella y Oliver sabían de su embarazo, bueno y Moira Queen, la pobre chica se quedó dormida entre su mar de lágrimas y soñó en un lugar mejor, en su casa con su madre, cuando ella no estaba en el bar y estaba sobria, cuando la pequeña Felicity era algo ingenua y se divertía jugando con su madre y sus juguetes, un momento de felicidad era todo lo que necesitaba ahora. Felicity despertó de nuevo llorando, estaba harta, no se suponía que ella debería de estar llorando desde que se enteró de la noticia, ella se imaginó que el día que se enterara que estuviera embarazada sería feliz y no pararía de hacer fiestas y gritarlo a los cuatro vientos, por supuesto que también se imaginó que esto sería cuando estuviera casada, trabajando, y más grande quizás 6 años mayor de lo que es ahora; Felicity se levantó de la cama y fue por el anillo que todavía se encontraba en la mesita de noche, lo miró de nuevo, se atrevió a probarselo y trató de imaginarse un futuro con Oliver Queen, pero no simplemente no podía.

Felicity tocó el timbre unos segundos, se sorprendió mucho al ver que la persona que abrió la puerta era nada más ni menos que Moira Queen, Felicity se petrifico al encontrarse con esta, bacilo un momento y retomó la compostura.

-Pasa- se ofreció Moira haciéndose a un lado permitiéndole entrar

-No gracias, busco a Oliver-

-No está, Felicity, ¿Verdad?-

La rubia asintió, ¿Por qué le daba tanto miedo la mamá de Oliver?

-Sí, señora Queen le puede dar esto a su hijo y decirle que mi respuesta sigue siendo no, por favor-

Felicity le entregó la caja de terciopelo negro, Moira la aceptó y la abrió, deseando que fuera cualquier otra cosa excepto un anillo, por supuesto que estaba equivocada, la rubia se dirigió a su auto para salir de allí lo antes posible,

-Felicity-

-¿Si? Señora Queen-

-No lo entiendo-

-¿Qué cosa?-

-Mi hijo se está ofreciendo a ayudarte-

-Con todo respeto, pero no necesito de su ayuda-

-Bueno ahora entiendo porque no deja de pensar en ti-

Felicity se mostró indiferente ante este comentario y salió de la mansión a paso veloz hacia su carro.

Oliver entró a su casa, sin saber que Felicity había estado allí tan sólo hace 15 minutos atrás, cuando entró, fue directo a su recámara hasta que a medio camino fue interrumpido por su mamá, ella se acercó a él y le dio la caja de terciopelo negro, Oliver estaba confundido

-¿Cuándo?- fue lo único que pudo articular

-Hace unos minutos, ah y dice que la respuesta sigue siendo no-

Oliver no regresó a mirar a su mamá o a darle alguna explicación, simplemente dio media vuelta, bajo las escaleras y se dirigió de nuevo al departamento de la rubia.

Al otro lado de la ciudad Felicity seguía pensando en las palabras de Oliver "Yo nunca dije que no te quisiera" las palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, como si tuvieran eco, por más que pensará en darle sentido no lo encontraba, Felicity pensaba que era algo tonto, estúpido y absurdo pensar en que él la quería, no habían sido algo así como "novios" más que quizás un mes por mucho, ella iba a la escuela mientras que Oliver iba a "trabajar" a la empresa de su padre después de la escuela, se reunían en la tarde en la casa de ella, o en cualquier lugar que se le ocurriera a Oliver para ir a cenar, pero las cosas se vieron complicadas cuando ella comenzó a hablar sobre una relación más estable, y así fue como después de una hermosa noche despertó sola en su casa. Felicity lloró, lloró como nunca lo había hecho, se decía así misma que era una tonta por pensar que una persona como Oliver Queen se fijaría en alguien como ella, pasó algunas noches más esperando que fuera una equivocación, imaginándose que él se tuvo que ir pero regresaría por ella, y por último se le llegó a ocurrir que aunque sea, la llamaría, o le mandaría un mensaje de texto. Por supuesto que, eso nunca paso. Y ahora que tenía una oportunidad no la aceptaría, quizás era por algo de orgullo y en cierta forma venganza.

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