Cuarto Encuentro: El Festival de Música.

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¿Otra vez por aquí? Pensó sonriendo Karin, viendo cómo el joven que prácticamente le había declarado la guerra pasaba por segunda vez en un solo día por su casa. Aún se reía de la cara de su prometido cuando volvió de bailar con el azabache. Mi prometido pensó triste, ella no quería casarse, ¡Menos con alguien que no amaba! Suspiró y se dispuso a prepararse para el Festival, quería ir lo más pronto posible.

No mucho después, Karin salió de su casa junto con su hermano, su cuñada y madre, para ir al Festival. Se sentía ansiosa y feliz. La música le encantaba casi tanto como la Literatura. Mientras caminaban rumbo al Festival, sus acompañantes mantenían una animada charla sobre cómo había sido la boda de su hermano. Ella solo sonreía y asentía, estaba más pendiente de ver a cierto azabache que había estado en sus pensamientos toda la mañana.

Sonrió cuando lo vio, el hecho de que estuviera vestido con ropajes de campesino, no evitó que ella pudiera reconocerlo, como rey o campesino, era él. Estaba con una joven muy bonita, de largo y lacio cabello castaño, balbuceaba y se veía realmente nervioso. La oji-chocolate sonrió cuando sus ojos se encontraron, negó con la cabeza y comenzó a caminar, alcanzando a su madre que hablaba con su cuñada sobre un vestido que había visto.

Al llegar al lugar, se dejó envolver por la hermosa música que el piano producía, cerró los ojos y dio un par de vueltas, enamorada de la tranquilidad que la melodía le transmitía. Al volver abrir los ojos, pudo ver al azabache, que daba vueltas en un mismo lugar, como buscando a alguien. Camino hacia él, sabiendo que no notaría su presencia hasta que ella hablara.

–¿Dejarías de pasar por mi ventana, y seguirme por la calle, si te concedo una justa revancha?– preguntó luego de aclararse la garganta, más por costumbre que otra cosa. Él se giró a verla sonriendo, como si estuviera ocultando o reprimiendo algo. –¿Revancha?– preguntó en tono desinteresado. –¿Tienes tiempo de pensar en eso? Yo ya no.– Karin sonrió, no creyéndole, ¿Para qué, si no, la buscaba?

–¿Pensar? De hacerlo, no vendría a buscarte.–desvió la mirada, tratando de encontrar a su familia, quienes deberían estar buscándola. Volvió a mirarlo, –Ya que estamos, podrías contarme sobre ti– y sonriendo con picardía dijo –Sé, que sientes cierto placer al perder conmigo.– él rio bajando la cabeza, pensando en lo cierto que era eso.

–Masoquismo, gustos poco comunes, hay miles de manera de definirlo. Raro, le digo yo, ya que nunca sé bien en qué momento dejo de odiar para empezar a querer con locura.– Karin primero lo miro confundida y luego rió suavemente, él era realmente muy extraño. –Eso suena algo confuso.– dijo riendo y dándose vuelta para mirar a la joven que subía al escenario para tocar el Violín. –Pero lo entiendo. Aunque, fingiré solo porque me gustan tus tontas explicaciones.– ambos rieron, y la chica en el escenario comenzó a tocar una melodía de amor. –¿Tontas? Si no fuera por ellas creerías que siento algo por ti, eso sí sería algo muy tonto.– se miraron en silencio y tuvieron la conversación más larga que nunca habían tenido, dejándose envolver por el momento y por la hermosa música de los distintos artistas que se animaban a subir al escenario.

Ambos eran muy opuestos, pero al mismo tiempo tenían muchas cosas en común, era muy extraño lo bien que se entendían. –Y yo, que creía que eras callada.– dijo él sonriendo, ella negó con la cabeza divertida. En este momento, dos jóvenes subieron al escenario con el mismo instrumento; un cello (escuchar Thunderstruck de 2Cellos). –Creo que el destino nos quiere juntos– dijo la castaña, pensando en las casualidades que los habían unido. –En otra vida, debí ser muy mala persona, como para que entre millones de posibilidades, seas la única que se cruzó por mi camino– el azabache fingió estar ofendido por esa declaración, pero realmente se sentía confundido. –¿Única? Creí que tenías un muy... caballeroso pretendiente.– dijo haciéndola reír. Ella lo miró sonriendo. –Exacto, es solo una expresión.–

–Espero, que te cuide y ame como te lo mereces.– dijo él, con la mirada perdida entre la multitud y un tono suave. Ella se vio confundida. –¿Merecer? Apenas me conoces... – frunció el ceño. –Muchos demonios atormentan mi cabeza.– Nadie merece una persona tan extraña como yo, pensó la oji-chocolate mirando el suelo.

Él, sin aviso y sin permiso, tomó la mano de la joven, los ojos de ella se llenaron de pánico y su ritmo cardíaco aumentó considerablemente, ¿Qué me pasa?, era una sensación sin respuesta, tan extraña y desconocida.

–No necesito conocerte más...–dijo él conteniéndose de seguir hablando. –Dile a tu... desafortunado caballero que tenga una espada y un gran escudo para luchar contra esos demonios. Aunque, si realmente le interesas, sus armas van estar más afiladas que las mías.– ella lo miró sin saber que responder, era la primera vez que alguien la dejaba sin respuesta. Touché, pensó la castaña.

–¿Llevas esas "armas" todo el tiempo? Debe ser una carga muy pesada combatir los tormentos de cada mujer que se te acerca.– ella jugaba nerviosamente con los dedos de él, quien la miraba un poco más serio. –No me desafíes, tu sí no me conoces.– ella lo miro a punto de decir algo, pero un grito llamándola la interrumpió. Sonrió retomando confianza e hizo una reverencia. –Felicidades, ha ganado este encuentro.– dijo riendo y dándose vuelta sin volver a mirarlo. 

¿Casualidad o Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora