–¡¿Qué?!– gritó la castaña totalmente escandalizada. No podía ser cierto, ¡No podía! –Karin.– la reprendió Yannick, ella se giró a verlo con enojo. –¡Por eso las rosas! ¡Tú lo sabías desde el principio! ¡Sa-sabias que mañana será la-la boda y no me dijiste nada!– en la última frase, su voz comenzó a quebrarse y lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.
–Karin, cariño.– dijo su madre abrazándola, tratando de calmarla, pero la castaña se soltó, rechazando el tacto de la mujer que le había escondido algo tan importante. –To-todos lo sabían, y ninguno fue capaz de decírmelo– sin poder soportarlo más, comenzó a correr fuera de la casa, como siempre que algo le hacía mal, ella siempre huía.
Corrió, pero sabía que debía esconderse o la encontrarían. Dio un par de vueltas y decidió entrar en una biblioteca, donde nadie la vería, porque era una biblioteca muy antigua, donde ya casi nadie iba y muchos habían olvidado que existía.
Cuando entró, fue directamente a la sección de autores anónimos, la sección que más al fondo estaba. Se sentó en una esquina y se limpió las lágrimas, con llorar no lograría nada. Se quedó ahí hasta que se tranquilizó completamente y cuando se levantó, una mano en su hombro la sobresaltó.
–Sebastián– susurró tratando de soltarse del agarre pero él se lo impidió y la abrazo. Ella se sorprendió y al principio trató de soltarse, pero luego se lo devolvió. –Te extrañé– susurró el azabache, sorprendiéndola. Karin se soltó y lo miró, sintiéndose extraña. –Solo ha pasado una semana desde que nos vimos en el Rosedal.– el azabache le sonrió, pero al verla bien hizo una mueca.
–¿Estás bien?– le preguntó. No, ¡No estoy bien! Pensó la castaña aguantando las lágrimas. –Me caso mañana– sonrió con tristeza, ante la mirada triste y sorprendida del oji-café. –No, no puedes...– el dolor en su voz era devastador para la castaña. –Tampoco quiero, pero debo– Karin dejo escapar un sollozo, y Sebastián volvió a abrazarla. Ambos vieron pasar a un guardia imperial por la ventana y él comenzó a correr, sin rumbo fijo, solo quería estar con ella.
N/A: Solo quedan dos encuentros :3
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¿Casualidad o Destino?
Teen Fiction-¿Quién eres?- dijo un tanto sorprendido por la belleza de la joven, pero lo que más le sorprendió, fueron los ojos chocolates, que tenían un brillo desafiante y rebelde, muy poco común en una mujer de esa época. -¿Tú otra vez?- preguntó soltándose...