can he?

nueve

dejó la casa de sus pretenciosos padres y se sacó los tacos. también soltó su pelo y caminó descalza por la calle, buscando el bar más cercano.

"¿dónde está luke?"

"dijiste que vendría contigo."

fue acosada por preguntas como esa toda la maldita y estirada cena. llevó el vaso de wisky a sus labios y le pegó un trago largo, sintiendo como quemaba toda su garganta.

bebió. bebió como nunca lo había echo. lo hizo porque estaba harta de su "pareja perfecta". lo hizo porque, aún acompañada, se sentía más sola que nunca. lo hizo porque no se podía sacar de la mente a ashton.

no podía expulsar de la cabeza el sonido de su ruidosa y adorable risa de niño pequeño. tampoco podía ignorar la imagen de sus hoyuelos y su sonrisa. porque, aunque lo intentara fuerte y quisiera convencerse de los contrario, él provocaba cosas sin nombre en julie.

ashton irwin y su manía de meterse en sus pensamientos. otro trago.

y otro, y otro más.

esa manera de ver la vida, ese brillo en su mirada, le había robado el aliento en más de una ocasión. esa forma de hacerla sentir especial con cada palabra, con cada gesto, simplemente le entibiaba el alma y la dejaba pensando muchas noches.

pero luego estaba luke, con muchos recuerdos y mucho amor que yacía en el pasado. luego aparecía hemmings, haciendo que fuera la chica más feliz en su adolescencia. pero, lastimosamente, ya no era esa adolescente, y él ya no era ese luke.

quería aferrarse a él. quería aferrarse a lo conocido, a lo seguro. pero simplemente no le pertenecía del todo.

decidió que ya era suficiente de alcohol cuando el cantinero comenzó a mirarla con compasión y a hacer preguntas personales como: "¿quién te rompió el corazón, niña?"

¿cómo le respondías que tú misma te habías encargado de hacerlo?

su lugar estaba con luke, no con un bello australiano que juraba amor eterno y fantaseaba con ser grande en la música.

ella necesitaba volver a casa, o eso fue lo que le dijo al taxista cuando entró en el auto, tambaleándose y llorando en silencio.