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Con más fuerza de voluntad de la que él pensaba que tenía, se apartó de ella.

―Guau ―susurró ella.

―Sí, guau ―estuvo de acuerdo él. ―Tenía la sensación de que seríamos como un incendio, si alguna vez estábamos juntos.

Ella metió las manos en los bolsillos y desvió la mirada durante un minuto. Entonces lo miró, sus ojos seguían haciéndose eco de su necesidad. Él extendió un pulgar para deslizarlo por los labios hinchados. Labios que quería devorar de nuevo.

―¿Quieres volver a salir mañana por la noche? ―preguntó ella. ―Puedo escoger el lugar esta vez.

Peter la miró con sorpresa. ¿Se trataba de otra prueba?

―Está bien. Suena bien para mí. ¿A qué hora te recojo y que me debo poner?

―A las ocho y los pantalones vaqueros y una camiseta están bien. No te pongas demasiada ropa. Te calentarás.

Su cuerpo se agitó al atender a sus palabras. Inocentes o no, estaban llenas de insinuaciones. Pero no dio más detalles, claramente ella iba a dejarle reflexionar sobre qué era lo que estaban haciendo.

Lali esperaba detrás de la puerta a que Peter llegara a las escaleras. Él parecía decidido a llegar a darle su última noche, por lo que ella había esperado esta noche.

Él subió las escaleras y llamó ligeramente. Ella abrió la puerta y reprimió una sonrisa de satisfacción con su reacción tardía.

―Te ves... fantástica ―murmuró.

Ella cogió su chaqueta y notó su mueca de decepción cuando se la puso.

―¿Listo? ―preguntó.

Sonrió con suficiencia todo el camino hasta el camión. El top que había elegido era más apropiado para un clima más cálido. Las correas finas se curvaban sobre sus hombros y la plataforma integrada hacía innecesario el sujetador. El material moldeaba y ahuecaba los pechos como un amante. Cada curva se perfilaba con vívido detalle. A ella le gustaba llamarlo su 'perra dentro de una camisa caliente'. Y a donde iban, ella planeaba comenzar a sudar.

―Entonces, ¿dónde vamos? ―preguntó Peter al llegar a la camioneta.

―Al centro de la ciudad ―dijo ella vagamente.

Él la miró con curiosidad, pero puso en marcha el motor y salió de su camino de entrada. Quince minutos más tarde, salieron de la autopista y se dirigieron hacia la sección del centro.

―Coge la siguiente a la izquierda ―indicó ella.

Giraron en una calle más estrecha y ella apuntó hacia una señal de stop.

―Gira a la derecha.

Se inclinó hacia adelante en anticipación cuando vio el club.

―Aquí, dirígete al aparcamiento ―indicó ella.

Peter entró y aparcó, entonces apagó el motor. La miró.

―¿Rave? ¿Vamos a Rave?

―¿No sabes bailar? ―preguntó inocentemente.

―Se bailar ―dijo lentamente él.

―Entonces, vamos.

Ella salió de la camioneta y se reunió con Peter en la entrada. Se había quitado la chaqueta y saltó un poco para mantener el calor en el aire frío.

―Vamos a entrar antes que te congeles ―murmuró Peter.

Tan pronto como entraron, el ritmo rápido de la música crecía y retumbaba. Hacía vibrar el suelo bajo sus pies y explotaba fuera de las paredes. Su pulso se aceleró mientras el ritmo invadió sus venas.

"LINDA CASUALIDAD" TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora