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Peter se detuvo en la casa de Agus y Cande y aparcó al lado del coche de Lali. El sol apenas estaba empezando a asomar en el horizonte cuando subió los escalones del porche.

Antes de que pudiera llamar, Agus abrió la puerta y le hizo señas para que se callara. Siguió a Agus dentro y vio a Lali dormida en el sofá.

―Ella está hecha polvo ―susurró Agus. ―Estaba muy molesta cuando llegó aquí.

Peter se pasó una mano por el pelo y juró en voz baja.

¡Qué desastre! Su mirada se desvió de nuevo a Lali, bebiendo en su apariencia. Había estado tan malditamente preocupado cuando ella se fue a toda velocidad con su camioneta. Él y Nico habían conducido todo el camino a casa con miedo de encontrarla accidentada a un lado de la carretera.

―Voy a volver a la cama con mi esposa ―dijo Agus. ―No sé qué está pasando entre tú y Lali, pero sé que está sufriendo.

―Gracias por llamarme ―dijo Peter en voz baja.

―No hay problema. Sé cuán preocupado estabas por ella.

Peter vio como Agus salía de la habitación y luego fue a arrodillarse al lado del sofá donde estaba Lali. Su pecho se apretó cuando vio la evidencia de sus lágrimas. Con ternura, le apartó el cabello lejos de la mejilla luego se inclinó y la besó en los labios.

Dios, no le gustaba verla sufrir. Él nunca lo consentiría. Tenía una manera de retorcerle hasta el interior que ninguna otra mujer había logrado hacer.

Odiaba despertarla. Dios sabía que ella debía aprovechar el sueño. Por tanto ¿debía despertarla? Pero tenían que hablar. Tenía que hacerle entender.

―Lali ―susurró. ―Lali, cariño, despierta.

Ella se agitó, girando un poco la cabeza, el ceño fruncido estropeaba su cara. Entonces abrió sus preciosos ojos y le miró confundida. El dolor llenaba su mirada, y él se sentía como si alguien le hubiera dado un puñetazo.

―¿Qué estás haciendo aquí? ―susurró.

Él paseó la mano sobre su cara, queriendo tocarla, asegurarse que estaba realmente bien.

―Tenemos que hablar, Lali.

Ella se mordió el labio inferior luego asintió lentamente.

―Lo sé ―dijo en voz baja.

―¿Quieres venir conmigo? ―preguntó. ―No quiero liarlo todo aquí con Agus y Cande en la habitación de al lado, y me imagino que tu tampoco.

Se empujó a sí misma con el codo y se esforzó por sentarse. Él curvó sus manos alrededor de su cintura y la ayudó a ponerse de pie.

―Muy bien ―estuvo de acuerdo ella.

Él dejó escapar un suspiro de alivio. Había superado el primer obstáculo. Conseguir que ella escuchara. Ahora sólo esperaba tener éxito en todo lo que tenía que convencerla.

Se levantó, un poco inestable en sus pies, y él se acercó a estabilizarla, pero ella se alejó. Él recogió su chaqueta y la mantuvo abierta para ella.

Caminó delante de él por la puerta, y él la cerró con cuidado detrás de ellos. Se apresuró hacia su camioneta, a sabiendas de que ella tendría frío.

Puso en marcha el motor y puso la calefacción al máximo antes de dar marcha atrás por la entrada. No hablaron mientras él conducía hacia su casa. Él no sabía si estar agradecido que no estuviera gritándole o preocupado por que estuviera tan tranquila.

Unos minutos más tarde, estacionó en su garaje y la miró.

―¿Vamos dentro para que podamos hablar?

Lali miró a Peter por un largo rato. Él parecía preocupado por ella, y ella odiaba haber actuado de manera tan estúpida. Todavía estaba incómoda como el infierno, pero ella acababa de hacer las cosas peor de corriendo.

Finalmente asintió con la cabeza y abrió la puerta de la camioneta para salir. Peter esperó delante de la camioneta y la condujo dentro.

Tenía una casa hermosa. Se había mudado a una casa que había comprado sobre planos y la había construido cuando empezó a desarrollar el barrio. Ella siempre había pensado que era demasiado grande para él, pero sería perfecta para una familia.

Ella suspiró y sacó sus pensamientos de la familia que Peter pudiera o no pudiera tener en el futuro.

Peter la guió a la sala y le hizo señas para que se sentara en el sofá. Se sentó en el borde, sólo deseando que pudieran dejar la situación embarazosa atrás. Necesitaba pedir perdón por ser tan gilipollas, y tal vez, sólo tal vez, un día podrían volver a ser amigos de nuevo.

Él se quedó a unos metros de distancia, con aspecto incómodo. Pobre chico, probablemente no sabía qué diablos decir para hacer frente a sus suposiciones. Probablemente estaba tratando de averiguar una manera fácil de dejarla ir.

Ella suspiró de nuevo.

―Mira, Peter, lo siento.

Él pareció sorprendido por su disculpa. Comenzó a hablar pero ella mantuvo una mano en alto. ―Déjame terminar por favor.

Se miró las manos y tomó unas pocas respiraciones tranquilizadoras. Luego volvió a mirarle.

―Tuve una reacción exagerada. Ya lo sé. Hice algunas suposiciones que no debía hacer. Es sólo que me gustaría que hubieras estado a nivel conmigo desde el primer momento. Tan sólo decirme lo que habías planeado. No tenías que pasar por toda la farsa de acercarte a mí. Pensé... ―dio otra respiración profunda, disponiéndose a sí misma a no quebrarse. ―Pensé que ibas venir a cuidarme como algo más que un amigo y que este fin de semana era la progresión natural de esa relación. Es tonto, lo sé, pero sin saber que escuchaste la conversación e hiciste planes para sorprenderme, bueno, es la única conclusión que podía tener.

La miró con la boca abierta. Entonces sus ojos destellaron. Estaba enfadado. Infiernos.


"LINDA CASUALIDAD" TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora