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En cada semáforo donde debía detenerme acomodaba la blusa, el cabello y el maquillaje de tanto llorar.

Soy una estúpida, siempre creí que él podría llegar amarme todo este tiempo viviendo una ilusión de un futuro que jamás iba a existir, me convertí en alguien al que todo el mundo odia ¿Para qué?, solo deseaba ser alguien de quien Will se fijaría, pero el todo este tiempo me trato como a un objeto.

Aguantando las ganas de llorar entro a mi casa cabizbaja con intención de ir directo a mi dormitorio y refugiarme en las sabanas para llorar un poco más.

—¿Qué haces aquí? —escucho una voz a mi derecha.

Dirijo mi mirada hacia allá y me encuentro con mi padrastro y a mi mama con casi la mitad de su rostro lleno de moretones.

—Mama —corro hacia ella.

—Te pregunte ¿Qué haces aquí?

—Esta es mi casa —respondo.

—Tienes que estar en clases, no me digas que te escapaste —toma mi brazo con fuerza.

—Eso no te importa animal —hago lo posible para que me suelte.

—¿A quién le llamas animal? Te mostrare lo que es ser un animal —me da una bofetada que me tiro al suelo.

—¡HIJA! —grita mi mama para luego arrodillarse junto a mí.

—Mama vámonos, no tenemos por qué soportarlo más tiempo.

Mi padrastro jamás me había golpeado pero siempre espere que algún día fuera hacerlo.

—No hija, no podemos.

—¿Por qué no? —las lágrimas volvieron a estar en mis mejillas.

—Ya oíste, no quiere irse, prefiere estar conmigo niña, pero tú —me levanta con fuerza— No me interesas puedes irte cuando quieras.

Lo haría, pero no dejaría a mi mama sola con este animal jamás.

—Eso imagine —dice burlón y superior— ahora ve a tu cuarto y no salga de ahí.

....

Unas horas más tarde escucho gritar a mi mama y a mi padrastro. Yo no puedo hacer nada ya que ese maldito animal me encerró con llave en mi cuarto, comienzo a gritar todo lo que puedo para que abriera y así ir por mí mama, pero nunca paso, solo pude conformarme una vez sin posibilidades de hacer algo. Prefiero mil veces que me maltrate a mí que a ella, daría mi vida por la de ella, es la única familia que me queda ya que a mi verdadero padre nunca le importe.

Escucho la puerta de la casa cerrarse, me levanto rápido y voy hacia la puerta de mi dormitorio.

—¡MAMA ABREME LA PUERTA! ¡MAMA!

¿La abra matado?, no, no pienses eso el jamás sería capaz de hacer eso.

—¡MAMA POR FAVOR ABREME!

Grito y grito pero nada pasaba, hasta que escucho la llave de la cerradura.

—Mama, por Dios —alcanzo a agarrarla antes de que termine en el suelo.

Como puedo la llevo hasta mi cama y la recuesto en ella, corro hasta el baño y tomo el botiquín de primero auxilios. Minutos después de curar su rostro y su cuerpo me siento a los pies de la cama mirándola.

—No me mires Así —dice ella.

—¿Cómo quieres que te mire? ¿Con orgullo?

—No digas eso.

NUESTRA PEQUEÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora