Lamentablemente los hombres entraron a una sala con las puertas de metal las cuales solo se abrían por dentro. Frustrado decidí explorar por mi cuenta el lugar, aunque ya era tenebroso ver sus paredes y sus pisos llenos de marcas de sangre, un escalofrió recorría mi espalda si me ponía a pensar que le hacían a los infantes que se topaban con estos enfermos. Al final del pasillo habían dos escaleras, una de ellas subía hacia una puerta de madera y la otra descendía a un pasillo oscuro.
-Prefiero las cosas mas iluminadas...-Murmure subiendo las escaleras que daba hacia la puerta de madera. Abrí la puerta lentamente provocando el típico sonido molesto que hacen las puertas viejas, cuando tratas de hacer ruido para entrar.
Quede mirando fijamente a la muñeca que estaba encadenada, admito que era muy hermosa parecía real. Entonces levanto su vista hacia mí y se asusto, trato de gritar pero la voz no salía, solo empezó a llorar en silencio, podía ver en su llanto la desesperación y el miedo que estos imbéciles le hacían. Me empecé a acercar a ella con la intención de soltarla, pero oí pasos acercándose, lamentablemente tuve que esconderme de nuevo y quedar como un espectador sin poder hacer nada, aguantándome otra vez las ganas de matar a cada uno de estos enfermos con mis propias manos.
-Amanda, cariño...-Dijo el hombre que había entrado. Podría decir que era un medico, pues vestía una bata de laboratorio y que además llevaba en sus bolsillos diversas jeringas y bisturí.- ¿Por qué estas tan asustada mi bella muñeca? ¿Aun te duelen tus brazos?- Preguntaba a la muñeca sin voz mientras la soltaba de esas cadenas, haciendo que cayera al suelo.- Bien cariño es hora de nuestra revisión diaria.- Se puso sobre ella y le empezó a romper el vestido que tenia. Ella no podía resistirse, sus brazos eran plásticos junto con sus piernas, lo único "vivo" en ese cuerpo era de la cabeza hasta su entrepierna. El hombre empezó a violarla mientras ella solo lloraba, nadie podía ayudarla, ni siquiera oírla. De una niña feliz paso a ser un juguete sexual de un hombre de 40 años.
Después de que el hombre se "desahogo" con ella, subió sus pantalones y la dejo botada en el piso. Salí de detrás de las cajas que me ayudaron a esconderme para acercarme a la joven, mire su rostro, sus ojos miraban hacia arriba y su boca goteaba un poco de saliva, no sabría decir que si era de ella, toque su cuello para verificar si seguía viva, pero ya no respondía. No quise pensar más en ese asunto, me sentía como una basura, no podía hacer nada, porque nadie debía saber que estaba aquí y disparándole a ese bastardo no era una opción ya que tendría 2 factores que jugarían en mi contra 1) El sonido del disparo y 2) el cuerpo.
Baje las escaleras hacia el pasillo oscuro, mi mente estaba preparada para lo que fuera que viniera, ya no me sorprendía lo que estos enfermos de mierda hacían. Después de caminar un por de metros sentí un crujido, como si alguien había pisado una madera podrida la cual se había quebrado. Mire hacia donde provenía el ruido y pude divisar aun cosa similar aun insecto con patas alargadas como las de una araña pero con un cuerpo y cabeza de niño, aunque su boca tenia afilados dientes.
El joven sonriéndome abrió los ojos los cuales eran solo cuencas, me dijo con una voz horrible mientras se acercaba hacia mí: ¿Juguemos a las escondidas? Yo soy muy buen en ese juego...