El principio del fin

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Mi antigua familia. Sentada en el sillón, velando por mi ser. Ignoraban el hecho de que no iban a resucitarme, pero siguieron velando. Todos poseían en sus pequeñas manos un pañuelo usado. Sin ánimo de seguir llorando, mi madre se levantó de la silla en la que anteriormente estaba sentada. Tiró su chaqueta a la superficie más cercana y se arrodilló. Elevó sus manos dirigiéndose al cielo azul y contempló sus manos durante un instante. Por un momento todos pararon, mi madre permanecía en el suelo sentada. Quise saber que se disponía a hacer ahora, pero no podía percibirlo. A continuación, susurró unas palabra de las que nadie se pudo percatar y escondió su cabeza tímidamente entre sus brazos. Todos los demás que estaban en la sala la levantaron le dieron ánimos y hablaron tranquilamente sobre mi funeral. 

Con respecto a Kirito y al instituto nada cambió. Después de 2 horas de mi fallecimiento, anunciaron en el instituto mi ausencia, esta sería para siempre. En honor a mi, por ser la mejor alumna de ese instituto y por tener diplomas de alta categoría, me asignaron una obra basada en mi vida y en mi paso por el instituto. Es decir; me hicieron un homenaje para toda la vida. Que se basaría en mi obra todos los años a partir de ese día. 

Sin embargo, Kirito meses antes de yo fallecer, me estaba engañando con otra. Me encontraba perdida por el cielo. La pérdida de mi alma y mi ser, había causado muchas lágrimas. Verdaderamente ahora, sabía lo mucho que me querían mis familiares y amigos. Quitando a Kirito de ella.

Se enteró de mi pérdida y a pesar de que lloró por mi, se presentó a mi funeral con su nueva novia. Y yo, que podía ver a través del cielo, pude verla. Me metí en su cuerpo un breve instante y pude comprobar que no tenía corazón. Que era un ser inquietante que se aprovechaba de gente afortunada. Entre ellas Kirito. 

Pude ver mi alma reflejada en un charco de agua. Aunque no tenía ojos, juraría haberla visto llorar, era un ángel. Un ángel negro. 

Mi alma se fugó de mi pecho y era hora de ir a la luz, de reprimir mi libertad por siempre en esa caja oscura con espacio pequeño. Prefería mil veces ese sitio que este mundo cruel. Por lo que cerraron la caja y lo último que vi fue a mi madre, que se encontraba despidiendo a mi cuerpo, en el cual ya no estaba. Y ahora, sin libertad, familiares perdidos, estudios sin acabar, sin vida... 

¿Qué haría ahora mi vida? 

Sinceramente, me parecía una verdadera tontería seguir en este mundo si ya nadie siente mi presencia, y si es que viviendo tampoco sentían mi presencia. Pero ya todo daba igual. Ya estaba fuera de ahí. Y mi cuerpo puede que esté preso, pero yo ahora soy libre de ser lo que soy sin que nadie juzgue a un libro por su portada. Porque todo gira en torno al aspecto, que aclaro que solo es un envoltorio que envuelve virtudes y amor.

Y que tenía que volar, que al fin podía. 

-Mamá, sé que ya no me escuchas pero... A pesar de todo...Te quiero. 

Con mi conciencia ya tranquila volé hacia lo más alto dejando a mis seres queridos atrás. Volé como siempre soñé. Era todo como un sueño, pero esto no era un sueño, era real. 

Y sí, debí decirle a Kirito que no sentía nada, no me arrepiento de lo que hice. Él es un idiota. Seguro que los ángeles me cuidarían mejor que él. Llegué a la cima del cielo, allí podía descansar el resto de la eternidad.


-Perdone señora, no quería hacerle daño a su hija...

-Cállate, no mereces hablar. Lárgate de aquí. 

-Vayámonos, cari, esto no vale la pena. -Dijo la novia de Kirito-.

-¿Sabe que señora? 

-¿Sí?

-Ojalá muera usted también. 

-Lárgate de mi vista. No quiero volver a verte. ¿¡Me has oído!?

Salieron corriendo como cobardes que eran, Kirito solo era un amor no correspondido. Kirito era uno más.  Uno más que quería aprovecharse de mi. Pero la llevaba clara si quería aprovecharse de mi o de mi familia.





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⏰ Última actualización: Apr 21, 2016 ⏰

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