2a semana. Lo siento, pero ya no siento nada

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Soy como una brújula que, a pesar de saber dónde está el norte, ha perdido el rumbo.

A veces me pregunto si las imágenes que adjunto en los sobres con las cartas me quiebran un poco más.

¿A caso es posible que me esté torturando a mí misma sin darme cuenta al pasar horas recordando viejos tiempos?

Si lo pensamos bien, realmente fuimos afortunadas al tenernos la una a la otra, al poseer durante tanto tiempo una amistad tan "sincera" y espectacular como aquella. Talvez nuestro defecto fue que, por muy buena que fuera, había un poco de mentira en cada "eres mi mejor amiga" y eso nos fue pudriendo por dentro lentamente.

Éramos dos semillitas de vida en el interior de una manzana que ya había caído al suelo medio carcomida, medio podrida y, aun así, siendo medio nuestra.

Pero sólo medio.

Nos dedicamos a profesarnos solamente la mitad de nuestro amor. Hay veces en las que creo recordar que yo sí daba todo de mí, pero admito que, en realidad, no lo hacía.

Te pido perdón por haberte hecho tanto daño; por creer que a ti en realidad no te importaba; por decir que tú tuviste la culpa cuando el problema lo teníamos las dos.
Te pido perdón por haber sido tu amiga aun sabiendo que no lo sería para siempre.

No espero que me perdones, tan sólo te pido perdón o, mejor dicho: lo siento.

Siento haber sembrado malas hierbas dónde podrían haber credio bellas flores. Fue sin querer, y tú siempre eras la que me daba esas semillas equivocadas.

Lo siento tanto que... ya no siento nada.

No sé si es porque estoy muy vacía pero al escribirte no he sentido nada, mi cuerpo estaba muerto,
tan solo mis pensamientos fluían.

Lo siento,
pero no hace falta que me perdones.

Atte, yo.


11 de marzo de 2016

Si se me permite volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora