Un libro no es su tapa. Un regalo no es su caja. Una sonrisa no es siempre lo que parece y una lagrima tampoco. Una cara bonita puede estar llena de odio, y una persona odiada puede tener un gran corazón. En verdad todo esto nos da igual, compramos el libro más luminoso, nos gustan los regalos más grandes o más caros, y no nos importa otra lagrima o sonrisa que no sea la nuestra o la que asoma en quien nos come la oreja. Todos odian lo que todo el mundo odia. Somos tan simples, que creemos que las cosas son como las vemos. La parte externa de todo. Lo que vemos es lo que decidimos si nos gusta o no, si lo respetamos o no. Muchas personas se recubren en capas y capas antes de dejarse ver como son en realidad y muchas veces, por dejarnos guiar por lo primero que vemos, no nos damos cuenta de lo que tenemos delante. Solo miramos y criticamos. Etiquetamos por la primera apariencia y nos quedamos tan a gusto. Luego nos llevamos el golpe al ver que nos equivocábamos. Pero lo volvemos a hacer una y otra vez. Sin darnos cuenta de que los primeros perjudicados, somos nosotros.
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Mil letras sin pestañear
Puisi[La ilusión con la que escribo, mil letras sin pestañear] -En proceso de entender por qué veo el cielo a las espaldas del papel