Capítulo 2

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22:10, Sábado. Está lloviendo a cántaros, y la música del bar amortigua casi por completo el sonido de las gotas. El letrero de neón está encendido. Hay bastante gente esta noche, lo cual me lleva a pensar que hoy será un buen día para mi bolsillo.

Entra una chica joven, de pelo color carbón y ojos verdes. No puedo evitar pensar que parece una muñeca de porcelana. Se acerca a la barra con una pequeña sonrisa, y se ipso facto que no trae nada bueno.

-Disculpe, ¿puedo hacer una llamada? - Me dice, muy educada, al tiempo que señala al teléfono fijo de la barra. Asiento y le extiendo el aparato.

-Todo suyo, señorita.

La chica, con sus manitas de muñeca, coge el teléfono, aún sonriente. 

-Muchas gracias... -Todo rastro de sonrisa se disipa y saca del liguero de su pierna una pequeña pistola.- Saca a la gente del bar o te vuelo los sesos. -Me susurra. Y maldigo el hecho de llevar siempre la razón con este tipo de personas.

Le contesto con mi sonrisa gatuna, como si no pasara nada, y le susurro un suave "A sus órdenes, señorita" antes de dirigirme al resto del bar.

-Disculpen, señores clientes, pero me veo en la obligación de cerrar antes de lo previsto. No se preocupen por la cuenta, invita la casa. -Pongo la sonrisa más amable de mi repertorio (que tampoco es muy amable, cabe destacar) mientras invito a todos a salir con un gesto de mi mano.

La gente empieza a irse y, una vez nos quedamos solos, la chica se quita el abrigo dejándolo en un taburete de al lado, enseñando un vestido blanco.

-Gracias. -Su tono es frío e inexpresivo, pero de nuevo sonríe- Antes de empezar lo que he venido a hacer, ponme un Lemon Flip. Tú invitas. -Veo semi-hipnotizado como le pone el seguro a la pistola y se sienta cruzando las piernas, y he de sacudir la cabeza para poder centrarme en lo que estoy haciendo.

-Cómo no... -Una vez logro recuperarme, le sirvo la bebida- Espero que esté contenta, señorita. Se ha cargado todos los ingresos del día...  

  -Ya, seguro. Eso si ves un nuevo día. -Dice mientras se pinta los labios de color rojo mirando su reflejo en el espejo que hay a mi espalda. Toma un sorbo de la bebida y comienza- Al grano. -Me enseña una fotografía. El hombre que aparece en ella es el sujeto de la gabardina negra- ¿Ha pasado este hombre por aquí recientemente?

Miro la foto, fingiendo no reconocer al tipo. Me prometo no decir nada hasta comprobar si es verdaderamente peligrosa.

-¿Puedo pedirle que me defina "recientemente", señorita? -Uso el mismo tono que usaría con cualquier otro cliente. En el fondo, esta situación es hasta hilarante.

-Pongamos un tiempo de... tres días. ¿Lo viste o no? -Toma otro sorbo, su impaciencia se hace más presente a cada palabra.

-Quizás si, quizás no. ¿Por qué motivo debería contestar a su pregunta, de todas formas? -Hago una pequeña pausa, lo que estoy a punto de decir puede salirme muy caro- Oh, no me diga, es la ex-mujer.

La muñeca se cruza de brazos y me mira seria. Supongo que opta por ignorar mi último comentario. 

-Mató a mi padre. ¿Suficiente?

-Ciertamente no, pero aún así le diré que pasó por aquí en algún momento de esos tres días. 

Resopla, mirándome fijamente con sus penetrantes ojos. Yo la devuelvo la mirada, sin un ápice de emoción en mi rostro.

-Muy bien. ¿Te gusta jugar a cabrear a la hija de un capo? -Se levanta del taburete y apoya sus manos en la barra. Tengo que usar todo mi autocontrol para no mirar su escote- Escúchame con atención: me pillas de mala ostia, así que si no colaboras dándome información concreta... en este bar habrá algo más que una cuenta a tu nombre. ¿Capisci? -Esto último lo dice con la sonrisa dulce más falsa que he visto jamás. De hecho, todo el discurso ha sido dicho con el mismo tono acaramelado. Si me hubiera gritado, al menos habría atendido un poco.

-Señorita, le recomiendo que baje los humos -Pongo mis manos delante de mi pecho con las palmas hacia afuera, para indicar que pare. Lo cierto es que no sé de donde estoy sacando el valor para hacer esto- Usted preguntó si el hombre ha pasado por aquí en el plazo de tres días, y yo le respondí afirmativamente. Si quiere respuestas concretas, haga preguntas concretas. -Imito su sonrisa, pero el acto no parece molestarle.

-Está bien. -Quita el seguro de su pistola y dispara contra el botón de alarma silenciosa- Por si acaso. -Vuelve a sentarse- Solo me apetece saber cuatro cosas. La primera: ¿Te dijo su nombre? Y en caso afirmativo: ¿cual es? La tercera: ¿por qué me dan ganas de volarte la cabeza en pedacitos? Y cuarta: ¿estás libre?

-La respuesta a la primera es no, por lo que no puedo responder a la segunda, lo cual nos lleva directamente a la tercera, cuya respuesta creo que ambos conocemos -Muevo arriba y abajo las cejas un par de veces-. Respecto a la cuarta, sí, pero lamento informarle que mi tipo de mujer no es precisamente una que me apunta con una pistola. 

Una de mis respuestas  parece no agradarle, pero no sabría decir cuál es la pregunta que contesté erróneamente. Sonrío de nuevo, mezclando diversión y cinismo en una sola expresión.

-Me cago en la puta... -Sin ningún tipo de miramiento, dispara. La bala pasa casi rozándome e impacta contra un cuadro- Eso porque no me apetece limpiar la sangre del vestido. -Suspira. Realmente soy un tipo con suerte.- En fin, gracias. Anda, toma, tienes suerte de darme pena. -Se pone su abrigo y guarda la pistola, después deja un fajo de billetes sobre la barra- Ah, y ya puedes ir esperando otra visita mía pronto. -Se termina el Lemon y deja el vaso a un lado del dinero- Agradéceselo al cóctel.  

Miro los billetes. Al fin y al cabo parece que hoy no haré tan mala caja. Cuando quiero fijarme, ella ya está en la puerta.

-Antes de que se marche, señorita -Digo en un vago intento por retenerla un par de segundos más- Permítame ser quién haga una pregunta: ¿Si me hubiera negado a contestar...?  

Se gira y me sonríe, y por primera vez en mi vida, no sé cómo interpretar una sonrisa. Después se marcha sin decir nada.

Supongo que sí que tendré que agradecérselo al cóctel.

Historias de un BarmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora