Capítulo 14

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13:57. Martes. Aún es algo pronto, pero ya estoy en la puerta del colegio esperando a que salga Diego. Hay algunos otros padres, a los que se les suman los que van llegando.

Salen un par de calses hasta que finalmente veo a Diego, quien parece muy contento. Al llegar junto a mí me abraza, y después agita un papel delante de mi cara. Es una especie de examen, y tiene un nueve.

-¡Muy bien, Diego! -Le acaricio la cabeza y no puedo evitar la pequeña sonrisa que aparece en mis labios, pero al mismo tiempo un sentimiento extraño me golpea el estómago.- Oye, tengo que hablar contigo sobre algo... -Me mira extrañado, y por un momento me arrepiento, pero continúo- No quiero que te enfades conmigo, ¿vale? Lo hago por tu bien.

Se pone repentinamente serio y saca a toda prisa un cuaderno de su mochila. "Dime que no te has prometido con Cabanela", escribe, lo cual en el fondo me resulta estúpidamente gracioso.

-No tiene que ver con eso -le aseguro- pero sí con su Famiglia. Tengo que ponerte en un programa de protección, Diego. -Trato de decirlo lo más casual que puedo, en un vano intento por reducir el impacto, pero Diego me mira horrorizado. Para cuando me doy cuenta de que no me he explicado bien, él ya está escribiendo.

"¿Te has unido a los Cabanela por mí? ¡¡Estúpido!!" Su sostro está rojo de enfado y sus mejillas hinchadas, y sé que no debería, pero me río cuando me pega con su cuadernito.

-Por supuesto que no. -Le digo suavemente una vez que se tranquiliza.- No a los Cabanela.

"¿A quienes entonces?" Su expresión cambia por completo cuando le digo que es a la famiglia de Lanzo. Me alegro sinceramente de que, al parecer, esta sí la apruebe. "¿Te puedo preguntar unas cosas?"

-Claro que sí, campeón. -Le acaricio la cabeza de nuevo.- ¿Qué quieres saber?

"¿Cuando iremos a la nueva casa? ¿Y podré hacerme pasar por tu hijo en vez de sobrino?" Diego realmente parece esperanzado, aunque trata de ocultarlo al añadir "Los padres tienen mejor imagen para las mujeres" Me guiña un ojo y yo sonrío, pese a que lo de "hijo" me ha puesto algo nervioso.

-A la casa nueva iremos dentro de poco, quizás en dos o tres días. -Tomo su mano, ya que parece que no escribirá nada más, y comenzamos a caminar. A estas alturas ya no hay nadie en el colegio.- Y, respecto a lo de ser mi hijo... Como prefieras, aunque quizás te cueste tener a un padre tan increíblemente genial como yo. -Ambos reímos y Diego me da un pequeño golpe. Se ve realmente feliz, y no puedo evitar divagar acerca de cómo era su anterior vida en Irlanda.

Cuando volvemos al piso y cierro la puerta, le miro seriamente mientras avanza entre el laberinto de cajas. Abre su mochila y saca algo de ella, para después tirarla en cualquier parte y hacerme un gesto para que me acerque. Cuando obedezco y me siento en el suelo, él se sienta en mi regazo y me entrega el papel que sacó. Mis ojos se abren enormemente al reconocerme en el dibujo que me acaba de dar, demasiado bien hecho para un niño de la edad de Diego.

-¿Lo has hecho tú? -Le pregunto, aún asombrado. Él asiente orgulloso- ¿Para mí? -Diego asiente de nuevo, sonriente. Es ahora o nunca.- Diego, cuéntame, ¿cómo vivías antes? Con tus padres, me refiero...

Diego se levanta de mi regazo haciendo el gesto de "más o menos" con la mano. Va hasta su mochila para sacar el cuaderno y vuelve conmigo.

"Mi padre no estaba casi nunca en casa", escribe, "y cuando estaba, mamá y él peleaban mucho". Asiento. Diego para por un momento, como si dudase en contarme más. Finalmente, me alarga el cuadeno de nuevo: "El informe estaba en la caja fuerte del despacho de mi padre". Diego mira hacia el suelo, al borde de las lágrimas, pero cuando voy a confortarlo mi teléfono suena. Es un número que no tengo registrado.

-Eh, Dimitri, cabronazo.- La voz de Gino me insulta al otro lado de la línea.- Adivina quién ha robado un móvil para charlar con su ruso preferido.- Estoy aliviado de oír a ese gilipollas, sí, y de saber que sigue vivo, pero eso no me priva de gritarle.

-¡¿No se supone que estabas súper jodido en el hospital, imbécil?!

-Y sigo en el hospital. -Contesta como si fuera lo mas ovbio del mundo- Pero con móvil. ¡Ah! Y recuérdame que te pegue un tiro por usarme de escudo humano contra los rusos la próxima vez que te vea, mamonazo.

-Ya, seguro... -Voy a insultarle de nuevo, pero recuerdo algo más importante.- Oye, vi una foto tuya en el móvil de un amigo. -Llamar "amigo" a Lanzo me resulta algo extraño, pero ya es demasiado tarde para deshacerlo.- Se llama Lanzo, alto y pelo oscuro. ¿De qué le conoces?

-¡¿Qué coño te ha dicho?! -Grita en un tono extraño, que casi parece terror. Intercambio miradas con Diego unos segundos, al otro lado del teléfono, Gino trata de arreglar su metedura de pata y fingir que no le conoce. Diego sonríe gatunamente y yo copio su gesto.

-No lo sé... -Comento en tono juguetón. Diego se lleva una mano a la boca para evitar reír, pese a que sabe que no es necesario.- ¿Qué debería haberme dicho?

Solo hay un silencio sepulcral en la otra línea. Por un momento temo que se haya cortado la llamada, o que alguna enfermera le haya descubierto con el teléfono, pero entonces habla de nuevo. Murmura algo ininteligible y después me chilla que deje de meterme en las vidas ajenas. Luego cuelga.

Me aparto el teléfono de la oreja, bastante extrañado. Me esperaba que contestase algo como "Es mi amante gay, ¿celoso?", esa reacción no es normal.

-¿Tienes idea de lo que acaba de pasar? -Le digo a Diego. Él se encoge de hombros.

"Tú eres el que tenía el teléfono" Escribe. Le miro alzando una ceja, después me levanto del suelo y me estiro, cosa que él imita.

-Bueno, campeón, ¿te apetece ir al hospital?





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⏰ Última actualización: Dec 23, 2016 ⏰

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