La pintura.

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2011

Axel fue  a entrenar todos los días durante las dos últimas semanas de Agosto y cada martes y jueves de Septiembre. Cuanto más jugaba más fuerte se sentía, y sabía que se lo debía todo a Noe. Sabía también que sería difícil que volviese a jugar en alguna liga importante, pero  al menos sentía la adrenalina recorriendo su cuerpo cada vez que chutaba el balón. Amaba ese deporte, más que a su orgullo y eso se lo había enseñado Noe. Pronto empezarían las clases y su padre le había inscrito en el instituto de Jaca, Axel había intentado convencerle para estudiar en casa como hacía Noe, pero su padre había argumentado que él carecía de disciplina para eso y que necesitaría un certificado si quería estudiar el bachillerato. Como solo tenía catorce años necesitaba a su padre para que le llevase todos los días, era aproximadamente una hora de trayecto de ida y otra de vuelta, s lo que había que sumarle el tiempo que se pasaría esperando a que su padre saliese de trabajar, prácticamente no pasaría tiempo en Ansó, y aquello le asustaba, porque implicaría que no podría ver a Noe casi nunca. Noe también lo sabía y por eso procuraba pasar con él el mayor tiempo posible.

El sábado previo a que empezasen las clases Noe fue temprano a ver a Axel.

- Hola. -dijo ella.

-Noe. -dijo Jaime, el padre de Axel cuando abrió la puerta. - ¿Qué haces aquí tan temprano ?

- He venido a ver a Axel.

- Es un poco temprano y todavía está dormido, pero puedes esperar aquí abajo mientras.

Noe se sentó en el mismo sitio que siempre, en cierto modo lo sentía suyo, junto a la lámpara, en la esquina izquierda del sofá, justo al lado de donde solía sentarse Axel. Jaime le lanzó el mando del televisor y se enceró en su cuarto.  Noe aprovechó que ambos estaban durmiendo para ver los viejos partidos de Axel. Era una costumbre que había adquirido desde el día que los puso por casualidad. Sabía lo mucho que le molestaba Axel, pero no podía evitar verlos, así que en cuanto podía, los ponía un rato. Lo que no sabía era que Axel lo había descubierto hacía tiempo, solo que la dejaba hacer porque había llegado a apreciar aquella admiración desmedida que Noe sentía por él.

Le despertó el ruido del televisor y supo que era Noe quien estaba abajo. Descendió las escaleras sigilosamente y se quedó observándola durante unos minutos. Tenía una sonrisa sincera al verlo jugar y él no quería arrebatársela.

- Eh.

Ella pegó un bote por el susto y apagó el televisor.

- ¿Qué te dije de poner mis partidos? - dijo él fingiendo estar enfadado.

- Axel, yo...

- Eso es una cosa mía, ahora tú me tienes que enseñar algo tuyo.

-Pero no hay nada que yo haga tan bien...

- Créeme eres una profesional siendo pesada, por eso no te preocupes, hay algo que se te da igual de bien.

-Tema zanjado, ya hemos descubierto mi don. - dijo Noe con una sonrisa triste en la cara.

- Noe tienes que descubrir algo que te apasione, que te ponga los pelos de punta y que a ser posible no sea acosarme.

- ¿Por qué?

-Para que puedas demostrarte a ti misma lo mucho que vales.

- ¿Y si no hay nada en lo que destaque?

- Lo hay, estoy seguro.

Por un momento Axel temió que Noe tuviese razón, quizás su don era ser buena con él, tal vez aquella capacidad de ver la luz en la oscuridad era su mayor habilidad, pero enseguida se quitó aquel pensamiento de la cabeza, porque él en realidad ya sabía a lo que se refería cuando le había preguntado eso. Noe siempre llevaba una libreta cuando subía a las montañas, la había visto en más de una ocasión y se moría por  ver el contenido porque estaba seguro de que iba a ser maravilloso.

Entre tú y yo: el fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora