Gris Oscuro.

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2016

Besos en la nuca, caricias en el muslo, respiración entre cortada, lágrimas saladas, labios ferrosos, piel entumecida, vendas en el costado, remordimientos en la mente y culpa en el corazón. Pero ya nada podía detenerlos porque su pasión iba más allá del amor, o mejor dicho iba antes que el amor, o más bien en un último intento de ser del todo precisos, iba en contra del amor.

Porque Noe amaba a Jorge y sin embargo no había corrido a disculparse, ni le había suplicado que volviera con ella, tan sólo le había gritado por haber pegado a su amigo, al amor de su infancia, al chico con el que le había sido infiel, al hombre cuya soberbia era tal que se creía con él poder de decidir a quién amaba la persona de la que él estaba enamorado.

El azulejo contra el que se apoyaba Axel estaba frío y más aún lo estaban las manos de Noe, pero esa sensación apenas duró unos segundos, el tiempo justo que tardaron en besarse, pero no como aquella vez en el bosque, nada quedaba de la ternura y de la nostalgia de esos besos tímidos junto al todoterreno, estos eran besos desinhibidos, desenfrenados, que ocultaban la rabia, la culpa, la pena y el amor en un estado de excitación salvaje que poco tenía de humano y mucho más de animal.  Tal era la intensidad de los sentimientos que ambos intentaban aplacar que cuando Noe deslizó su mano hacia las intimidades de Axel este no opuso resistencia, aún cuando era consciente de que aquello acabaría con ella para siempre y quién sabe si también con él. Así perdió Noe su virginidad con un lisiado en el roñoso vestuario del equipo local de fútbol y así perdió Axel la esperanza de recuperar a Noe para siempre.

Cuando el ardor hubo acabado y solo quedaron dos cuerpos marchitos los sentimientos volvieron en forma de una tempestad indomable  que los dejó sin fuerzas para hablar. Axel se limitó a vestirse y a esperar a que ella lo hiciera en el interior de su bmw, ella entró cabizbaja al poco rato y el arrancó el motor sin articular palabra. En una maniobra se encontró sin querer con la mirada de Noe y pudo ver en ella la misma frialdad, la misma decepción, la misma inocencia rota de la noche de Halloween.

Noe sentía que los remordimientos no le dejaban respirar, que su vida había vuelto a terminar y por un momento se le pasó por la cabeza hacerlo de verdad, acabar con todo de una vez, pues habitaba en ella una agonía que le impedía el habla y la claridad de pensamiento. Cuando el coche se detuvo frente a su casa ella abrió los labios y dijo:

- Ha sido culpa mía, tú no tienes nada que ver con esto, así que no te remontes hasta el momento en que puedas culparte por lo que hemos hecho esta noche.

Él apenas pudo responderle, porque aquellas palabras le dolieron de sobremanera y no porque no tuviese razón, si no por todo lo contrario, ella le había eximido de toda culpa por aquello por lo que llevaba flagelándose todo el camino y lo había hecho porque aún con el tiempo y las distancias, ella era la persona que mejor lo conocía.

- No me dejes solo.- le dijo él.

- ¿ Qué?- preguntó ella atónita.

- Esta noche no por favor. -siguió él y Noe se percató del nudo que se había formado en su garganta.

- No dejes el coche cerca, apárcalo un par de calles más arriba, cuando acabes vuelve y entra por la puerta trasera, el carrascal  es un árbol sólido trepa por él hasta mi ventana, da un par de golpes y yo te abro.

- A sus órdenes Rapuncel.- respondió él con sorna, ocultando la tristeza de su voz.

Ella le sonrió pero no le siguió la broma, estaba triste y abatida y no tenía ninguna intención de disimularlo.

Mientras andaba calle abajo hacia la casa de piedra Axel se lamentaba una y otra vez por su falta de  voluntad, si él la hubiese detenido, si él hubiese sido un buen amigo, si él no fuese un fanfarrón y un egoísta, Noe no estaría destrozada, seguiría siendo virgen y esperando al gran amor de su vida. Pero todas aquellas cosas habían ocurrido de ese y no de otro modo.

Trepo por el carrascal de la forma en la que Noe le había indicado y al llegar a la cumbre tal y como Noe había prometido la luz de la ventana alumbraba la rama sobre la que se sostenía y tras un par de golpes la ventana se abrió. Axel hizó el tránsito de la rama al cuarto de la forma más cuidadodsa y sigilosa que supo y una vez allí se acurrucó junto a Noe en la cama.

- Jorge - le dijo él.

Ella se giró y se quedó mirándolo.

- Es decir ¿ le quieres ?   - siguió Axel.

- Sí. -afirmó ella.

- Entonces, ¿ por qué estás haciendo esto ?

-  No me puedo creer que con diecinueve años todavía no entiendas en que consiste el amor. Axel lo que ha pasado hace unas horas en el vestuario se llama calentón y el beso que nos dimos el otro día nostalgia, morriña. El amor es una cosa del día a día, es lo que siento por Jorge.  Y he cometido errores, y tendré que hacerles frente, y será decisión suya si acepta mis disculpas. Pero ante todo, yo no he dejado de quererlo, tan solo estaba perdida.

-  ¿No te has planteado que a lo mejor estás perdida porque este no es tu camino?

- Axel, siempre ha sido así tu tenías un camino y yo otro muy distinto, se cruzaron por casualidad y fue divertido, pero eso es todo. Mi vida está aquí y siempre va a ser así.

-¿ Él es la última cosa en la que piensas ?

Noe se quedó muda. Jorge no era la última cosa en la que pensaba antes de acostarse, pero Axel sí. No pensaba en él como tal, más bien pensaba en los  "y si..." Y si ella le hubiese pedido que se quedara, y si se hubiese mudado con él, y si le hubiese respondido al último e-mail, y si le hubiese perdonado, y si no lo hubiese besado... Últimamente también lo maldecía y mascullaba su nombre en la cama, pero definitivamente era la última cosa en la que pensaba. No le respondió, porque prefirió pensar que aquello no era determinante para saber si estabas enamorado de una persona. Se tumbó en la cama y le hizo un hueco en el lado derecho. Axel se recostó a su lado y le dijo:

- Pase lo que pase, yo cuidaré de ti, no te volveré a dejar sola.



Entre tú y yo: el fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora