Déjame conocerte

Capítulo 8: "Feliz navidad"

Narra Marinette.

Los días más esperados del año para algunos ya se acercaban. Mañana ya era navidad, el clima otoñal y las calles repletas de adornos me lo confirmaban. Me encontraba en mi habitación con una manta cubriendo mis hombros, usando la máquina de coser, debo decir, con más alegría que nunca.

Tikki: ¿Qué haces tan concentrada?

Marinette: Bueno, ya pronto llegará el invierno, y... aprovecharé la instancia para darle estos a Adrien -sonríe-

Le indiqué un pequeño gorro y un par de guantes que había estado haciendo.

Tikki: ¡De seguro le encantarán!

Marinette: Eso espero... -bosteza-

Volví a reír e intenté concentrarme en lo que estaba haciendo, aunque creo que haber comido tanto en la cena de noche buena no me ha caído muy bien. Una vez que logré terminarlos, busqué una caja y metí todo dentro junto a una pequeña carta, para luego cerrarla y colocarle un colorido envoltorio.

La última vez que miré la ventana era de mañana y el sol comenzaba a salir, pero ahora, era la luna quien gobernaba en el extenso cielo. Es momento de dormir, mañana será un hermoso día.

***
Cuando la luz del sol que entraba por la ventana me molestó, no me quedó de otra que abrir los ojos; no me gustaba despertarme así. Tomé mi celular, coloqué el calendario y bueno... Mis molestias simplemente se esfumaron al ver la fecha.

Me levanté de un salto y corrí a darme una ducha; luego me vestí y me peiné, aunque no era necesario arreglarse más de lo común, después de todo, usaría el traje.

Busqué a Tikki y me transformé, ya lista para irme, claro que primero tomé el obsequio en el que estuve trabajando. Salté desde la azotea y fui avanzando por la ciudad hasta la casa de Adrien, pero la primera escena que vi fue algo chocante.

La luces de la mansión permanecían apagadas, y en una banca del patio, él estaba solo, con la mirada puesta fijamente en el piso.

Ladybug: ¡Adrien!

Intenté llamar su atención, a lo que pareció reaccionar un rato después. Amaba la forma en la que sus ojos tomaban brillo cuando cruzábamos miradas; mi corazón se volvía loco con eso.

Pasé la reja utilizando mi yo-yo y corrí hasta a Adrien. Me quedé parada frente a él, esperando "algo".

Adrien: L-Lo siento, no sé cómo son estas cosas... -se rasca la cabeza-

Ladybug: Entonces, no me queda más que enseñarte -lo abraza-. Feliz navidad.

Adrien: Feliz... Navidad -la aprieta con fuerza-.

Luego de separarnos, compartimos sonrisas mientras nuestras miradas aún nerviosas seguían jugando. Recordé el regalo, y alzándolo como un premio, lo coloqué frente a él y lo dejé entre sus manos.

Aguardé un momento esperando que lo abriera, pero vez de estar feliz o un poco emocionado, su ánimo pareció decaer de repente. Parecía estar bastante pensativo, suspiró varias veces antes de soltar palabra alguna.

Adrien: ¿Por qué estás conmigo...? No soy nada al lado de alguien tan especial como tú.

Y ahí vino lo que me temía.

Ladybug: Qué dices..., soy como cualquier persona.

Adrien: No... Sólo tratas de hacer que me sienta bien, igual que Nathalie o Nino... Tú, en cambio, eres inalcanzable. No sé cómo sales con un chico que no tiene madre y su padre lo mira cuando le conviene. Soy muy poco para...

Iba a seguir hablando, pero yo di un fuerte pisotón y en el momento en el que vio mi ceño evidentemente fruncido, se calló. Lo tomé por las mejillas y me acerqué topando nuestras frentes. Rayos. ¿Adrien Agreste podía ser tan... Idiota?

Ladybug: Tú eres asombroso. No tienes por qué cuestionarte eso, es más, la decisión de ser tu novia fue mía. ¡En serio no debes sentirte mal...! ¿Sabes cuántos chicos quieren ser como tú? ¿Sabes cuántas chicas se mueren por ti? Yo te admiro, tal como eres. Te quiero, así, como te muestras ante mí.

Adrien: Ladybug...

Ladybug: Déjame acabar. Si quisiera hacer un resumen de todo, diría que quiero que compartas conmigo tu felicidad, tu pena, tus mejores y peores momentos, todo... ¿Me dejarías hacerlo?

Miré fijamente sus verdes ojos, algo cristalinos. Sentí una de sus manos bajar a mi cintura para acercarnos más, mientras que la otra ponía un mechón de pelo tras mi oreja, con delicadeza y ternura.

Nos dimos un pequeño beso, entre risas que parecían de niños pequeños.

Vi como posó su vista en el regalo que antes le entregué, y al mismo momento en el que lo abrió, sacó las cosas y se las colocó.

Adrien: Están muy lindos. Pero... Hay una cosa que es más linda.

Ladybug: ¿Qué? Agh, ¿me equivoqué de regalo? ¿D-Debería haber elegido algo diferente?

Adrien: No, no -sonríe-. Hablaba de ti.

Sólo pude sentir mis mejillas arder. El resto del día siguió siendo así, nosotros, sonrisas y nerviosas miradas que usualmente terminaban con un abrazo tembloroso...

Quisiera vivir muchos más de estos días.