Capítulo 3: "Comienzan los problemas"

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Narrador omnisciente.

Apoyada en la pared de aquella tienda Ladybug hacía inútiles intentos por levantarse, sus piernas simplemente no la soportaban ni a ella misma, le dolía demasiado. Cesó todo intentó cuando vio esa silueta negra acercándosele; el que parecía un gato fisgón sinónimo de molesto, ahora creyó que era más agradable a la vista, pues una sonrisa no aguantó formarse en su rostro.

Chat Noir: My Lady...

Se puso de rodillas ante ella y le tomó la mano con delicadeza para luego darle un suave beso allí. Miraba con angustia las heridas de la chica, pero como siempre la peliazul sólo se preocupó por los demás.

Ladybug: Como verás, no estoy en las mejores condiciones -sonríe- ¿Puedes encargarte?

Chat Noir: ¿Por quién me tomas? Soy el magnífico Chat Noir.

Dejándola convencida de que podría el solo, se fue a la batalla. Buscando el rostro del villano entre cientos de personas, se topó frente a frente con la mirada de una pequeña chica de cabello rojo y un llamativo traje verde. De inmediato ella se dispuso a atacarlo, le daba vida a cualquier objeto, una caja, un mueble, una escoba, etcétera.

Al estar más cerca el felino se dio cuenta de que su oponente no era más que una niña. Poseía cosas como muñecas, autos de juguete; cosas que Chat Noir derribaba con un solo toque de su bastón. Quitarle el objeto akumatizado fue poco menos que un juego, sólo le bastaba llevarlo donde su querida de ojos celestes, que purificó a la mariposa negra que salió del interior y usó su cura milagrosa.

Ladybug: ¿Y ahora qué hago? -suspiro-

Hizo una mueca de molestia mientras veía sus piernas, pero pronto vio la espalda de su compañero delante de sí, mirándola de reojo, invitándola a subirse.

Chat Noir: Te llevaré hasta donde quieras.

La chica pensó por un momento darle su dirección, pero de inmediato supo que esa no era la mejor idea, así que sólo le pidió que la dejara en una banca del parque cercano a su casa, ahí ya idearía cómo arreglárselas sola.

Ladybug: Te has portado bien, gatito.

Chat Noir: -se inclina- A sus órdenes. ¿Estarás bien?

Ladybug: Sí, sí, ya vete o tendré que ver tu feo rostro.

Chat Noir: Algún día te arrepentirás de decir eso.

Guiñó un ojo coquetamente y se perdió entre los árboles del parque. La peliazul se apoyó en el respaldo de la banca y dio un suspiro; en un día le habían llegado dos akuma y ahora estaba ahí, con ganas de lanzarse en su cama y dormirse.

Utilizando la poca fuerza que le quedaba logró estabilizarse el tiempo suficiente como para lanzar su yo-yo y avanzar hasta su casa. Entró por arriba pasando directamente a su habitación, cayendo directo a su cama.

Sabine: Pensé que habías salido, hija. Mira lo que te... ¿¡Qué te sucedió!?

Las sábanas blancas ahora tenían pequeñas gotitas rojas en varios lugares. La madre dejó caer la bandeja que traía consigo y rápidamente se acercó a Marinette que con los ojos muy abiertos no sabía qué decir.

Marinette: F-Fue un accidente en la preparatoria, sí..., sí.

Oyendo todo lo que necesitaba Sabine bajó en busca de su maletín de emergencia. Le curó y vendó las piernas a Marinette, mientras la regañaba diciéndole que tuviera más cuidado. Cuando por fin ella bajó, Marinette se volvió a recostar viendo como Tikki se colocaba en su nariz.

Tikki: La hiciste preocupar tanto que se creyó tu mala excusa.

Marinette: Bueno, es un alivio. El problema es que apenas me puedo mover... No sé como llegaré a clases.

Tikki: ¿Tienes pensado ir aún así?

Marinette: Sí, anunciarán de qué tratará un trabajo y con quiénes lo haremos. No puedo faltar aunque quiera.

Tikki: ¿Y Adrien?

Al oír aquel nombre recordó el collar que su querido le había dado. Tomó el pequeño corazón en sus manos y no pudo evitar sonreír.

Marinette: Me transformaré y le pediré perdón por el desastre.

Oyó a Tikki suspirar. La kwami a veces se hartaba de hacer que la peliazul se cuidara a sí misma.

***

Al día siguiente Marinette llegó con suerte fuera de su casa. Entre que cojeaba y se tambaleaba al caminar; por fin estuvo frente a la preparatoria, que se le hizo un camino eterno a pesar de vivir al lado. Pero justo antes de entrar, se detuvo de golpe al ver a cierta persona ahí parada.

Marinette: Chloé a la vista.

Estaba cansadísima, no veía a Alya por ningún lugar y de seguro su constante rival la haría tropezar si pasaba por ahí.

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