Enamorando a una Desconocida.«Unión J» TERMINADA.

Capitulo 11

Llevo ya casi dos horas fuera de la sala de cirugías. La hemorragia no se ha detenido. Y el corte fue un poco mas profundo de lo anteriormente dicho. No había forma de saberlo sin la revisión adecuada dentro de la ambulancia. Mi pierna sigue temblando y mi corazón martillando contra mi pecho. Me mata la duda y la espera. Necesito noticias de ella.
Necesito saber que esta bien.

– ¿Donde esta! – se escucha por todo el pasillo. Levanto la mirada.– ¡Respóndame!
– Señorita, Por favor tranquilice.
– ¿Que? Esto es absurdo... ¿Donde esta mi prima?
Suspiro cansado y vuelvo a ver la sala de emergencias. Aun no ha salido nadie. Me preocupa.
– Necesito que me diga el nombre de la paciente para poder ayudarla.
– Bianca... Bianca Hensley.
Desconcertado. Me levanto de aquella silla y miro a las dos únicas personas en el largo pasillo.
– La joven acaba de entrar a Cirugía, debe esperar.
La examinó. Alta y delgada, muy delgada. Cabello castaño lacio y a mitad de su espalda. Rostro perfilado y tal Vez, un poco, tiene un poco parecido con Bianca. Un poco.
– ¿Quién eres? – le pregunto en cuanto estoy cerca de ella y la enfermera. Ambas me miran confusas. No importa.
– ¿Perdón? – ella también me analiza. Aprieta sus labios. – ¿Quién eres tú?
– ¿Buscas a Bianca no es así? – entonces ella esta sorprendida.
– ¿Sabes donde esta? ¿Ella esta bien? ¿Esta grave? ¿Como la encontraste? ¿Esta gravemente herida? ¿Que sucedió? – pregunta rápidamente. Le hago una seña a la enferma y ella lo entiende, se aleja dejándonos solos.
– No lose, también espero noticias de ella. – respondo. Ella suspira agitada.
– Ella es fuerte, va estar bien – murmura. Nuevamente me analiza. – ¿Quien eres?
– George Shelley, amigo de Bianca. – respondo y camino de vuelta a mi asiento anterior. Ella me sigue y toma asiento a mi lado. – ¿Quién eres tú?
– Marie Hensley, prima de Bianca.

De pronto recuerdo. Aquella conversación a mitad de la noche. Las lagrimas y el dolor reflejado por una traición. El engaño que la llevo a tan lejos. La miro de reojo.
Se ve realmente preocupada y agotada. ¿Es así como luce una conciencia intranquila?
– ¿Que fue lo que sucedió? – pregunta nuevamente.
– No lose, lo poco que se lo acabo de testificar a la policía hace unos minutos atrás. – respondo.
– ¿Que es lo poco que sabes?
– Un hombre entró a mi departamento Forzando el cerrojo, No se que sucedió pero ambos terminaron lastimados, ella estaba asustada, herida y con sangre...eso es todo. – Marie asiente sin dejar de mirar la blanca pared enfrente.
– ¿Sabes cual es el nombre del otro herido? – frunzo el ceño. Yo también busco respuestas y se que ella sabrá responderme.
– Zander Newman.

Un jadeo se escucho de su parte. La mire por un corto tiempo y puedo asegurar que su rostro había perdido color alguno. Se veía perdida en sí, desorientada y atormentada a la vez. Entonces, lloro. Lagrimas cayeron de sus ojos y ocultó su rostro entre sus manos. No sabia que hacer al encontrarla tan vulnerable. Sabia que debía consolarla pero, si soy sincero, no creía que se lo merecía. Ella también merecía ser atormentada. Se que fue egoísta y un mal acto de mi parte, sin embargo, el recordar las lagrimas y el sufrimiento de mi desconocida por parte de una de las personas que ella mas confía, creo que Marie también debía sufrir por su error.

– Dios – susurro con voz entrecortada – es mi culpa, yo debí seguir buscarla y advertirle – murmuraba entre lágrimas.
Frunzo el ceño. – él estaba enfermo, ella debía irse... Dios, es mi culpa.

Apreté mal labios. Acaso, ¿Ella sabia que había ocurrido?

– Tranquilízate – le pedí. Seguí mirando la pared blanca y ella no dejaba de llorar. – Solo debemos ser pacientes.
Marie lloro por largos minutos y trato de tranquilizarse a si misma tras largo tiempo. Seco sus lagrimas con un pañuelo sacado de su bolso y aspiro su nariz. Se veía muy mal.
– Bianca es una chica muy inocente – dijo. – Confía rápidamente en las personas, tiene un don para saber quien es confiable – error– sin embargo, su don fallo en dos personas... Es triste ser una de ellas, pero debía protegerla.