Capítulo 4.

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Ha pasado dos días desde mi tropiezo de mi primer intento con mi desconocida. No la he visto pasar por la pizzería y eso me preocupa. Siempre suele caminar frente al local, siempre. ¿Qué cambio? ¿Tan mal me fue ese día? ¿Verdaderamente la jodi? Al parecer sí. Volví a ver a través del ventanal y nada. Ella no estaba ahí, mire el reloj solo la pared de ladrillos y esa fue la última señal de que ella no vendría. Siempre a las dos y media, y ahora el reloj apuntaba a las cuatro y diez minutos.

- No la has visto - aseguro mi amigo al verme entrar al pequeño cuarto de empleados. Mi mirada debía reflejar cierta tristeza y decepción, era lo más obvio. Realmente no sirvo para ocultar mis emociones.

- No, y ya ha pasado dos días - era extraño. Ella siempre salía pasar por el local con el idiota de su novio, siempre sin acepción. ¿le habrá pasado algo?

- George, sé que eres mi amigo... -por el tono que usaba, no tarde en saber que me tenía lastima. Odiaba ese sentimiento.- pero, ¿deberías creías que regresaría? ¿después del desastre que fue?

- Tenía la esperanza - murmure.

- Valla ella ni te conoce.- hablo mi amigo. Oz juro que si no le considerara mi mejor amigo, justo ahora la seria harina para pizza y seguramente ahora estaría ornándose junto a ellas.

- Valla forma de apoyarme.- dije y el chico a mi lado solamente rio. Me estaba conteniendo, no quería golpearlo. Ganas no faltaban.

- Solamente dijo lo que veo - dijo este para adentrarse nuevamente a la cocina.

- pronto me conocerá y no querrá irse de mi lado- le asegure a mi amigo justo antes de que pasara por esa puerta y pude escuchar su risa a pesar de la distancia.

Ha pasado ya varios días, no la he vuelto a ver y me pregunte si en realidad había jodido de gran manera las cosas, hasta que caí en cuenta de un pequeño o talvez gran detalle. Eran las vacaciones de invierno, ella no pasaría por aquí a menos que tenga hambre o las clases vuelvan a ser normales. Jodida mala suerte.

- He, George ¿te quedas o vienes? - Josh seguía insistiendo en que la acompañase al club de Rever esta noche. Lo más seguro era que me dejaría abandonado al segundo que encontrara una chica con un buen trasero y largas piernas. Me ahorro el momento.

- No, gracias... iré a casa - este resoplo.

- Venga amigo, es hora de que conozcas chicas nuevas...tu desconocida al parecer quiere seguir siendo eso - extendió sus brazos como si señalase algo.- una desconocida.

- Déjame, es mi problema Josh - tome mi mochila pasándola la correa por mi cuello. - ve a divertirte, nos vemos el lunes.

- Tú te lo pierdes - chocamos manos en despedida.- diviértete en casa.

Dijo antes de subir a su auto y desaparecer entre las calles frías de Londres. ¿Divertirme? La palabra ni siquiera se acercaba para describir mi aburrimiento, lo más seguro es que al llegar a casa prepararía una maratón de películas de ciencia ficción y seguido de eso comería comida chatarra hasta dormirme, esa era la rutina.

Creo haberlo mencionado antes y en caso de no haberlo hecho, vivo en un departamento a unas cuadras del lugar donde trabajo, por lo cual facilitaba mi tiempo. Una ventaja en una gran cuidad que es Londres. Tenía planes, los tengo. Al terminar la universidad me mudare a New York y si el destino esta de mi lado... llevare a mi desconocida conmigo. Son grandes planes, ¿no crees? Y aun falta de nombrar algunas más.

- ¡He, déjame! - detuve mi paso. Esa voz, me era familiar. Con frecuencia evitaba este callejón, de hecho casi todos lo hacían. Este lugar era aterrador. - suéltame imbécil.

- He, amigo ha dicho que la sueltes - dije mientras me acercaba. la chica de nombre y rostro desconocido era bloqueada de mi visa por esos dos hombres de apariencia ruda y tosca. Unos imbéciles que se aprovechan de jóvenes solitarias en noches como estas.

- Mira por tu bien, espero que te des la vuelta y te marches - me aconsejo el moreno dándome un leve empujón, logre estabilizarme. Nada grave...por ahora.

- ¿Qué tal si no lo hago? - lo rete. Este solo embozo una sonrisa burlesca.

- Fui compasivo - y antes de que su puño tocara mi rostro, bloquee el ataque con mi mano cerrando su puño. El chico era principiante, se podría decir que tenía mi edad.

- Seré compasivo - sonreí. Levante mi rodilla golpeando su estómago...el final, solo son detalles. Pero para que estén tranquilos, ambos terminaron heridos.- lárguense. - ellos asintieron huyendo del callejón como pudieron.

Acomode mi cabello con una sola mano, ya que se había alborotado debido a la pelea. Sin importar mucho eso, me acerque a la chica que yacía en el suelo protegiéndose a sí misma entre sus brazos. La escasa luz no me ayudaba mucho como para observar su rostro y su cabello tampoco colaboraba. Me coloco de cuclillas frente a ella, intente tocarla pero ella retrocedió.

- No te are daño, confía en mi - tomándose su tiempo, ella levanto su mirada dejándome atónito. Oh, mierda...era mi desconocida. Diablos y pensar en lo que pudo haber sucedido me ponía la piel de gallina. Si lo hubiera sabido antes, yo mismo me hubiera encargado de dejar a esos imbéciles en coma. - ¿estás bien? - ella asintió. Su cuerpo estaba temblando y fue cuando note que su ropa se encontraba empapada. Quite mi chaqueta - ten, ponte esto - ella dudo unos segundos en tomarla. Se veía demasiado frágil y hermosa a la vez. Perfecta.

- Gracias - su voz era apenas un susurro.

- Este lugar es muy peligroso, ya deberías saberlo - quería reprocharla sin embargo no tenía derecho y mucho era la situación adecuada. Ella simplemente asintió.

- Lo se... yo... gracias - dijo mi desconocida. Una lagrima se deslizo por su mejilla seguida otro y otro. Ella estaba sufriendo y dudo que solamente se tratara de esos idiotas de hace un momento.

- No llores, no estás sola - aparte alguna de sus lágrimas con mis pulgares. Era la más cerca que he podido estar de ella en estos dos años y dime lo que quieras, pero lo estaba disfrutando.

Dime si estuvieras en mi situación; ¿Qué arias? Todos somos egoístas al final de cuentas. Por ejemplo; tienes un amor platónico y de repente lo vez llorando a unos pasos de ti, te acercas y esa persona no duda en acudir a ti, ¿tú que arias? Seguramente algunos elegimos la más egoísta, la más sencilla. ¿Vez mi punto? En pocas palabras, aprovechamos esos momentos para acercarnos a ellos y si es posible tocar lo inalcanzable.

Es lo que la mayoría ase. E incluso las mejores películas representan esta escena muy a menudo. Si, con eso también te he dejado en claro que veo en películas románticas. Tengo mis motivos créeme. Tengo una madre y una hermana adictas a esta clase películas, siendo el menor no tenía mucho mando sobre el control remoto. No me quedaba de otra que verlas junto a ellas, era eso o jugar con el fastidioso de mi vecino que tenía una rara obsesión por tocar mi cabello.

¿Tú que hubieras preferido?

Ella seguía llorando. Y antes de que pudiese parpadear la tenía aferrada a mí, abrazándome. Dios. Había fantaseado con esto mucho tiempo y sinceramente esto superaba a lo surreal. Era mucho mejor. Su cabello tenía un fresco aroma a primavera y su perfume igual. Exquisito.

Lentamente ella se separó de mí observándome para luego parpadear avergonzada. Tarde hermosa, ya lo haz echo.

- Yo... lo siento - seco sus lágrimas con la mango se su suéter. Solo sonríe para reconfortarla. Ella era la causa de mis sonrisas.

- Está bien, ¿quieres que nos levantemos? El piso resulta algo frio - ella pareció no haberse dado cuenta hasta que se lo mencione. Entre abrió sus labios para luego sonrojarse. Adorable, pocas personas suelen sonrojarse hoy en día.

- Claro... soy una tonta - lo último parecía para sí misma. La ayude a ponerse de pie quedando frente a frente. Ella era un poco más baja que yo, unos cuantos centímetros nos diferenciaban, su cabello estaba algo revuelto debido al viento y los estúpidos esos, de igual modo su topa... sucia y húmeda. - gracias por todo, yo...debo irme.

Oh, no... ella no se iría.

Enamorando a una Desconocida.«Unión J» TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora