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¿Verónica Gómez? Mi abuela. Está bien, algo se empieza a poner extraño. ¿Por qué mandan de ahí las cartas? Ninguno de mis tíos vive con la abuela. A menos, que para ocultar el amorío, se enviaran las cartas desde ahí. Pero no tendría sentido que llegaran a mi casa.

Mi abuela, mamá de mi papá. Siempre ha sido una mujer demasiado reservada y conservadora ante todo. Siempre vestida de negro desde que tengo memoria, guarda luto de la muerte de Don Clemente, su amado esposo al cual nunca conocí. Caminaba erguida con su cabellera dorada, que heredé, recogida en un tocado sin defecto alguno. Una cara bien conservada, a pesar de ya tener más de 80. Saludable, de buen comer y sabia. Portaba sus perlas en conjunto de collar, aretes y brazalete a donde fuera y nunca perdía la compostura. Sus modales eran impecables al igual que su vocabulario. Al principio me daba miedo, pues su forma de ser la obligaba a ser muy autoritaria. Al pasar los años, descubrí que es una mujer muy inteligente y la admiro mucho. A pesar de que no estudió una profesión, le apasiona leer y le dio mucho gusto que yo me decidiera por periodismo. Tengo años de no verla, nuestra relación se basa en llamadas telefónicas cada que papá la busca. Ahora, no me entraba en la cabeza como es que una mujer tan recta permitiera una aventura entre uno de sus hijos y la mujer de otro de ellos.

Aún consternada, dejé el edificio pensando cómo llegaría a la escuela a tiempo para que Carlos no fuera con el chisme de que escapé. Me estaba estrictamente prohibido salir por ahí sin algún trabajador de papá. De eso nace mi poca actividad social. Cuando pensaba cuánto dinero me iba a cobrar un taxi, dejé de posar mi mirada en el horizonte. Volteé a la calle y pude ver que el coche de Tommy se acercaba. Nunca se había ido. Eso me emocionó muchísimo.

- ¿Qué pasó? ¿Cuándo te vas?

Reí un poco, no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba sucediendo.

- Pronto - le respondí con una sonrisa sincera.

- Ya vámonos, conozco un buen lugar de sushi por acá. Debes tener hambre.

Pobre, no sabía que odio los mariscos. Pero ya habrá tiempo de que me conozca. Hoy no, debía volver a la escuela a la cuenta de ya.

- Oh Tom, creo que te fallaré hoy. ¿Te parece su dejamos eso para otro día? Por ahora necesito regresar a la escuela. Esperaré un taxi, pero muchas gracias por la invitación.

- ¿Taxi? ¡Pero Joy! Si aquí me tienes. Súbete, que en un instante llegamos a la universidad.

Hice una cara de incredulidad. Abrí la puerta y me senté con el portafolio en las piernas. Me encantó toda esa secuencia, desde verlo caminar por los pasillos hasta que me dejó en la entrada. Al llegar, le agradecí infinitamente y le recordé de esa cita que tendríamos posteriormente, pero de sanción me tocaba escoger el lugar. Menos mal que no comeré de los frutos del mar.

A los pocos minutos de su partida, llegó Carlos en el elegante coche azul que mi padre le había encomendado. Me subí y me transportó a mi casa.

Fue el momento en el que estuve finamente yo con mi propio pensamiento. Debía concentrarme y encontrar la respuesta a esta encrucijada. Ninguna pieza encajaba como lo estaba predisponiendo. Tenemos a las personas involucradas: Raúl, María, Abuela, y el tío misterioso. Alguna buena historia debe estar atrás de esto.

Saqué mi libreta y me puse a anotar todo lo que había visto y sabía hasta ahora. Era momento de investigación de campo en mi misma casa. Justo cuando planeaba dónde indagar primero, fue que llegamos a mi hogar. Me bajé tan pronto se estacionó y saludé a mi mamá. Estaba muy quieta. Como en su propio mundo, supongo que fue por lo que había pasado en la mañana. Creo que ni siquiera se dio cuenta de que me acerqué a darle un beso. Me preocupó bastante, y lo anoté en la libreta.

Subí a mi habitación y me di un baño. Reflexioné más. Se supone que mis papás se querían desde siempre. Nunca se engañarían. A menos, que ante su desesperada situación de esterilidad, mamá hubiera buscado un hijo con alguno de mis tíos. Así, papá ni sospecharía que su hijo es de alguien más. De hecho, hasta se parecería a él. Si, todo tendría sentido. El problema es la fecha de la carta, no logré identificar el año. Tendrían que ser de por lo menor hace 25 años, antes de que yo naciera. Otro obstáculo sería el dichoso hermano mío, ¿Dónde está?

Me frustré. No tengo respuestas aún. Es algo que no me puedo permitir. Tengo las piezas, el asunto, todo. Me falta el por qué. Necesito tener más conocimiento de mis antecedentes, y un descanso. Miré el reloj y ya pasaban de las 6. Estuve varias horas elaborando teorías que no me di cuenta del hambre que tenía.

Bajé a la cocina y no encontré rastros de ninguno de mis progenitores. Tomé una manzana y caminé por la casa. Seguía pensando sin que quisiera, eran cosas que no me entraban a la cabeza. Dando vueltas me encontré con el cuarto prohibido: el despacho de mi papá. Era complicado que me dejara entrar, y pues sí no está, supongo es una buena ocasión para escabulliré y ver que encuentro.

Miré hacia los lados asegurándome que nadie me veía, giré la chapa con el mínimo de ruido y caminé de puntitas hasta estar del otro lado de la puerta para poder cerrarla. Al ser su oficina, me permití pensar que encontraría bastantes documentos ahí, más que nada cosas de su familia. Entré a esa imponente habitación oscura, no había ninguna ventana. Todas las paredes eran altos libreros repletos de obras literarias. Llegué a la parte del escritorio. Ahí se sentía más el olor a tabaco que en cualquiera de los otros puntos de ese cuarto. Vi al suelo y ahí estaban los restos de muchas noches de humo. Fuma cuando está ansioso. En fin, había diversos archiveros en fila detrás de su silla, organizados para tener un fácil acceso.

Me puse de cuclillas para poder analizar cada cajón de los como 20 que había. Abrieron muy fácil. Notas, cheques, deudas, números en varios de ellos. Otros se trababan más, pienso yo que es por la falta de uso. Eran más documentos de él, como sus certificados, diplomas, actas de nacimiento, pasaporte. Al cajón de abajo pertenecían la misma clase de documentos, pero de mi mamá. Los últimos dos estaban cerrados con llave. Se me hizo extraño no encontrar un archivero con mis documentos. Pensé que de los que sobraban eran míos pero ¿tanto para mi? No soy tan importante. Los forcé y no abrieron. Me resigné y los patee. Salió un papelito que parecía ser una etiqueta para nombrar folders. Decía 'Chris'. Lo levanté y observé para poder guardarlo en mi pantalón.

¿Quién diablos es Chris?

ADN: Cromosoma XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora